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Tom Cruise o el elenco de 'High School Musical' protagonizaron múltiples portadas de la revista 'Super Pop'. (terceros)
Tom Cruise o el elenco de 'High School Musical' protagonizaron múltiples portadas de la revista 'Super Pop'. (terceros)
Tom Cruise, Brad Bitt, Kirk Cameron, o el elenco de 'Sensación de vivir' protagonizaron múltiples portadas de la revista 'Super Pop'. (terceros)
Tom Cruise, Brad Bitt, Kirk Cameron, o el elenco de 'Sensación de vivir' protagonizaron múltiples portadas de la revista 'Super Pop'. (terceros)

Por qué revistas como ‘Super Pop’ y ‘Bravo’ desaparecieron

Test de personalidad, consejos amorosos, pósters de actores y todos los cotilleos sobre tus cantantes favoritos… Así eran las revistas que se llevaban nuestra paga quincenalmente y que, durante 30 años, se convirtieron en el manual perfecto para enfrentarse a la adolescencia. Ya hace más de una década desaparecieron de los quioscos, pero todos seguimos recordando sus desplegables

Ada Sanuy

Hubo un tiempo en el que las carpetas forradas con las caras de actores y cantantes eran la última moda en los institutos. Y la principal suministradora de pósters de todas las estrellas que molaban entonces era la Super Pop. Fue la responsable de despertar el fenómeno fan en la España de los 70 y se convirtió en un referente musical.

Su primer número se publicó en 1977, y en la portada aparecía un jovencísimo Camilo Sesto, junto a una entrevista al piloto Ángel Nieto. En ese momento era un suplemento de la revista Pronto, aunque no tardó demasiado en volar sola. Desde su pleno auge en los 80 hasta los 2000, su contenido dirigido a las adolescentes españolas respondía a las preguntas que nadie más hacía sobre amor y sexo.

 

 

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Así que las jóvenes paseaban por los pasillos de los institutos con sus amores platónicos estampados en sus archivadores, como podían ser Miguel Bosé, Rob Lowe, John Stamos o Brad Pitt. El elenco de Sensación de Vivir protagonizó un sinfín de portadas a las que también hay que añadir nombres como Tom Cruise, Leo Di Carpio, Michael Jackson o Kirk Cameron.

 

 

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Más adelante llegaron las Spice Girls, Backstreet Boys y Take That, y a principios de los 2000 fue la primera generación de Operación Triunfo quien se convirtió en el símbolo de la época. En su última década series como Rebelde Way, Los Serrano, El internado, Embrujadas o las sagas de Harry Potter y Crepúsculo ocupaban la mayoría de las páginas de la revista, junto con estrellas de Disney como Selena Gómez, Taylor Swift, Miley Cyrus,  Justin Bieber o Zac Efron.

 

 

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La Super Pop no era la única revista para adolescentes. El 1 de noviembre de 1995 nació Bravo, la cabecera que llegaba para hacerle la competencia a la estrella de las revistas para jóvenes con un contenido más atrevido y un diseño más rompedor. En su primer número Boyzone ocupaba gran parte de la portada, y contaba con un póster tanto para chicos como para chicas: Pamela Anderson y Jon Bon Jovi, fueron algunos de los que se repartieron el anverso y el reverso. La publicación llegó a alcanzar los 395.000 lectores, según datos del Estudio General de Medios.

Ambas revistas eran quincenales y salían a la venta el jueves. Con el paso de los años, otras cabeceras como Nuevo Vale y Loka, se abrieron paso para hacerse con su público, pero la reina popera no consiguió ser destronada a pesar del éxito que consiguió su primera competidora. Los móviles y el consumo de los contenidos por Internet fueron la causa por la que estas revistas desaparecieron creando un vacío en los quioscos que nunca se pudo llenar.

¿Cómo era trabajar en ellas? 

Lidia Nieto fue una de las directoras de la revista Bravo, y en su blog explicó cómo era trabajar ahí. Entre casi 20 personas se elaboraba la revista, con la ayuda de algunos freelance. “Estábamos obsesionados por estar cerca de las adolescentes. Por eso la edad máxima para entrar en la revista eran 28 años, porque cuanto más cerca estás de su edad más fácilmente sabes comunicarte con ellos”, explicó.

Nieto destacó que el lenguaje era lo más complicado, y que no se podía escribir “con tontería porque te lo notan”. Además había que trabajar con una gran previsión. “Si por ejemplo venía Justin Bieber en marzo, tú ya tenías que darle algo a firmar para navidades porque sabías que no volvía a pisar España hasta dos años después en la siguiente gira”, comentó.

 

 

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Eva Moreno, directora de Superpop, aseguró en declaraciones para El País que la decisión de limitar su publicación a una versión digital, tras 35 años en los quioscos, busca «adaptar el producto a los nuevos tiempos». «Les vamos a ofrecer el mismo contenido y espíritu, pero en un soporte distinto, que, además, nos va a permitir tener un feedback inmediato con ellas y también darles unos contenidos, como los multimedia, que ellas valoran mucho y que no podríamos ofrecerles en papel», explicaba entonces. Su target era nativo digital y la apuesta parecía sensata.

Tras el anuncio de su extinción en papel, el hashtag #superpop fue trending topic en poco más de un par de horas. Incluso, algunas caras conocidas se lamentaron públicamente de la noticia. «Super Pop cambió mi vida con sus consultorios sexuales y sus test del tipo ‘¿Qué Spice pega más con tu estilo?», publicó Daniela Blume en su Twitter. Pero el desconsuelo duró poco. Super Pop, que llegó a vender un millón de ejemplares en los años noventa y tenía una masa asidua de 454.000 lectoras, pasó rápidamente a la irrelevancia en las redes.

¿Por qué perdieron la batalla digital?

 Ser indiscutibles líderes en su franja de lectores parecía una garantía de supervivencia, pero no les bastó para mantenerse en el mercado editorial digital. Les pasó factura no haber sabido adaptarse al cambio generacional. 

No se trataba solo de perder el tirón del reclamo de las pulseritas de regalo o los desplegables que podías colocar en tu habitación en formato físico, tampoco supieron ver que su audiencia consumía información de manera diferente y, sobre todo, que exigía un mayor rigor.

 

 

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«Los adolescentes actuales son más listos, pero no por eso demandan contenidos más adultos. La clave es adecuarse a sus gustos», declaraba a 20 Minutos Fran Pérez, director de marketing de Star 2, una de las revistas herederas de Superpop. Desde su perspectiva, las nuevas generaciones demandan un formato más blanco: “Nunca hablamos mal de un artista, ni incluimos temas polémicos. Para sobrevivir debes posicionarte de manera distinta, encontrar el enfoque idóneo», defendía en 2011. Sin embargo, un año más tarde, la cabecera de la que era responsable también cerró junto con la histórica Ragazza.

Según las cifras publicadas por El País en marzo de 2009, la difusión de esta última, antes de que Hachette la clausurase, alcanzaba los 60.506 ejemplares y una audiencia de 184.000 lectores. En una actualización de aquel ‘Video Killed the Radio Star’, que entonaba El grupo británico Buggles, podríamos decir que fue Google quien mató a la estrella de los quioscos. 

Los adolescentes solo tenían que teclear el nombre de su ídolo en el buscador para encontrarse con miles de resultados en un segundo que, además, podían contrastar. Internet expandió las fronteras del conocimiento en todos los sentidos y también sirvió para conectar al fandom. Tuenti, Messenger y los foros conectaron a fanáticos por todo el mundo y, si buscaban tórridos relatos autobiográficos, no tenían más que darle rienda suelta a su imaginación en los chats temáticos de IRC.

¿Y si volvieran?

Diez años después, la gran pregunta sigue siendo:  ¿Quién se encargaba de los consejos que daban a las adolescentes? ¿Quién respondía a las dudas que enviaban a la redacción? Ni Bravo ni Super Pop contaban con una institución oficial detrás para ofrecer consejos orientados a la alimentación, el sexo o la psicología, como es el caso de la cabecera catalana Adolescents.cat. En uno de sus vídeos en YouTube, Carolina Iglesias, Percebes y Grelos, comentó los polémicos consejos que ofrecía. «Cuando te acerques a un grupo de chicos da dos besos a uno y sonríe a los otros, si te preguntan diles ‘mañana le tocará a otro'», señalaba una de las publicaciones en Super Pop.

Visto en perspectiva, parece impensable que estas publicaciones se convirtieran en el referente de varias generaciones de adolescentes, pero su contenido no difería mucho de los consejos que daban las amigas en el contexto de una sociedad inserta en la cultura machista. Sólo hay que ver blockbusters de la época para darse cuenta de que son un calco de las películas de institutos estadounidenses como Chicas Malas.

Sin embargo, hubo ocasiones en las que la publicación se saltó todas las líneas rojas. Un ejemplo de ello es un test que se hizo viral en redes sociales, en el que se planteaba la siguiente cuestión: «Estás en una disco con tus mejores amigas,  se te acerca un chico y te roba un beso. ¿Qué haces?». Ofrecía las siguientes respuestas: ¡Le sigo la corriente! Hacía rato que me estaba imaginando la situación!»; «Me pongo totalmente roja»; y «Me quedo sorprendida pero me gusta que haya tomado la iniciativa». Ninguna de las opciones propuestas ofrecía una posibilidad que fuera en contra de aquel acto no autorizado. 

Fueron muchísimos los usuarios que cargaron contra la revista, ya que este cuestionario planteaba una situación que normalizaba el abuso sexual y fomentaba la cultura de la violación. Es ahí donde cobra relevancia la importancia de contar con expertos en la materia. No es lo mismo inventarse un horóscopo en el que todo el mundo tendrá su día de suerte, que un test donde se plantee que el beso con tu crush puede producirse sin consentimiento y que, además, deberías estar contenta. La simple sugerencia merecería un “@policia”.

¿Sería posible un renacimiento editorial?

Aunque se despidieron de los quioscos por el auge de Internet y las redes sociales, los adolescentes de hoy en día tienen una debilidad por la moda de los 90, como las choker, las zapatillas Buffalo, los diseños acampanados, los tops cortos o los estampados florales, entre otros. Así que nada imposibilita su regreso. Podrían encontrar a su público entre los centennials afincados en las tendencias nostálgicas, además de quienes crecieron con estas revistas, que no durarían ni un instante en marcarse un remember adquiriéndolas.  

Lo cierto es que Super Pop no tiró la toalla tan pronto como pudiera parecer y antes de extinguirse, probó suerte en distintos formatos. En 2015, Javier Adrados y Ana Rius publicaron el libro Yo también leía Super Pop. En él recopilaron los contenidos más destacados de la revista, además de anécdotas y momentos que vivieron y que hoy en día sería impensable que fueran publicados. 

El 11 de noviembre de 2018, y tras dos ediciones vendidas del libro, llegó el SuperPop Festival. Rebeca, Viceversa, Snap, Kate Ryan, OBK, Nacho Campillo de Tam Tam Go, Amistades Peligrosas, DJ Neil, Abel The Kid y Montxo fueron los artistas que se subieron al escenario para ofrecer un remember total de los 80 y los 90.  Aunque no se celebraron más ediciones del festival, el espíritu de la revista sigue vivo en Madrid gracias al Súper Pop Bar donde celebran fiestas del con la estética popera de los noventa. 

¿Eran revistas sólo para chicas?

Si bien se consideraban revistas femeninas, lo cierto es que Super Pop, Bravo, Nuevo Vale y, Loka, entre otras, también eran revistas consumidas por chicos. La razón era bien sencilla y la explicó Chema Sánchez, periodista,  en la reseña que hizo de Yo también leía Super Pop para su blog, Musickandrock.com –premio al Mejor Blog Personal de 2020, entre otros- . “Los muchachos de la época le echábamos un ojo, porque teníamos negro sobre blanco un buen muestrario de cómo acercarnos a ellas”, confesó. Aunque también puntualizó que eran un poco ilusos, porque en esa época las chicas solo tenían ojos para la moda. 

Con ninguno de estos experimentos, ni el libro ni el festival,  hubo suerte. Quizás hay cosas del pasado que solo funcionan cuando ponemos nuestra nostalgia a trabajar.