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En la estela de Adenauer

Merkel creció en un pueblo de la ex RDA y aprendió desde joven a ser tenaz

GUILLEM SANS MORA

Konrad Adenauer, el primer canciller alemán, pedía el voto en 1957 con un lema magistral: 'Nada de experimentos. Konrad Adenauer. CDU'. Simple y efectivo. Minimalista, diríamos hoy. Angela Merkel ha decidido agarrarse de ahí y dibujar una curva histórica que termina en ella como heredera del primer gran canciller, con su estilo conciliador al frente de la gran coalición. En esta campaña, Merkel recuperó el lema de Adenauer para defender el 'Gobierno estable' y rechazar los 'experimentos' de posibles coaliciones de tres partidos, para las que el país no está aún maduro.

En uno de sus actos de campaña, Merkel se fotografió tomando café en el Rheingold Express, el antiguo tren que unía Rhöndorf, el pueblecito de Adenauer, cerca de Bonn, con Berlín. Pero su carrera ha transcurrido en la dirección contraria: de este a oeste.

Merkel pasó las primeras seis semanas de su vida en Hamburgo, hasta que su padre, pastor protestante, se instaló en la antigua República Democrática Alemana (RDA). El pueblo, no muy lejos de Berlín, se llama Templin, un lugar que en esa época era para Adenauer tan lejano y comunista como Siberia.

Gerd Langguth, el biógrafo autorizado de la canciller, escribe que Merkel aprendió de joven a ser tenaz. En la RDA, no todos podían ir a la universidad. Una cierta afección al régimen era imprescindible y un pastor protestante se contaba entre los potenciales enemigos. Merkel estudió Físicas, sacó las mejores notas y se doctoró en 1986. Tras la reunificación, emprendió en 1990 una carrera meteórica en la CDU.

La joven ministra de Medio Ambiente del Gabinete de Helmut Kohl en los noventa dio una puñalada por la espalda al padre de la unificación cuando la CDU abandonó el poder en 1998. Reclamó el relevo de una generación de hombres católicos del oeste que había sumido al partido en una profunda crisis por el escándalo de las cuentas negras. Arrolló a numerosos contrincantes y enfila ahora, a sus 55 años, su segundo mandato.

Merkel preside un partido que en la gran coalición ha tenido que enterrar el programa neoliberal con el que se presentó en 2005. ¿Qué defiende en realidad la CDU? Muchos votantes que quisieran una economía mucho menos social se han pasado a los liberales. La CDU también ha perdido apoyo católico por las regañinas de Merkel al Vaticano a cuenta del obispo negacionista Williamson.

El partido sufre una crisis de identidad, si bien menos aguda que la del socialdemócrata SPD. Merkel encarna ese estado en uno de sus carteles, cuando posa con un vestido verde y las manos unidas en un enigmático gesto con el que forma un círculo entre los dedos. Angela Merkel, la papisa zen de la CDU del siglo XXI.

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