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"Nuestro arroz siempre ha sido de Valencia"

Los importadores de Japón intentan tranquilizar al consumidor

JAVIER SALAS

'Por ahora, nuestros clientes están tranquilos. Alguno nos ha hecho un pedido mayor para tener más productos anteriores al terremoto', relata Hironobu Sato, presidente de la empresa Tokyo-Ya, que importa alimentos de Japón para tiendas y restaurantes. Ni Tokyo-Ya ni sus competidores esperan la llegada de los primeros envíos de productos posteriores a la crisis hasta mayo o junio. No hay vuelos directos que puedan traer alimentos frescos en condiciones, y todos los que se encargan allí son no perecederos y viajan en barco.

Y cuando lleguen a España, a los fideos y a la salsa de sojales estarán esperando los controles que, por orden de la Unión Europea, está preparando el Gobierno. Todo alimento o pienso cosechado o procesado en 12 de las prefecturas afectadas por la radiación después del terremoto como Fukushima o Tokiotienen que llegar con análisis detallados realizados por las autoridades japonesas. Además, el 10% de las viandas niponas se someterán a análisis aleatorios para detectar la presencia de radiactividad.

El 5% de lo que se come en un japonés proviene de zonas afectadas

Pese a todo, hay empresas que han optado por evitar de golpe el estigma de lo japonés. Es el caso de Sushita, empresa de suministro de comidas orientales, que ha decidido colocarle una pegatina a las 200.000 bandejas que preparan cada semana para cadenas como El Corte Inglés, Carrefour y Vips. En ella avisan de que ninguno de los alimentos usados es japonés. 'La alarma social estaba creada. Los clientes de nuestros compradores están inquietos por lo que ven en la tele, y preguntan si lo que les venden puede estar contaminado', asegura la directora de Sushita, Natacha Apolinario.

'De todas maneras, la mayoría de nuestros productos no vienen de allí: nuestro arroz siempre ha sido de Valencia, por ejemplo', admite Apolinario, quien ha retirado de sus bandejas de sushi los dos únicos productos japoneses que usaban: vinagre y wasabi (un condimento picante), que ahora comprarán en Reino Unido y China. Los condimentos retirados estaban en su almacén desde mucho antes de que el tsunami golpeara Japón. 'Caducan en 2014; esperamos poder volver a utilizarlos cuando todo pase', reconoce Apolinario.

Se analizará uno de cada diez productos llegados de estas regiones

En torno al 25% o 30% de lo que se sirve en un restaurante japonés proviene de allí. Y sólo un 5% de las viandas llega desde alguna de las prefecturas marcadas, según indican los importadores. La mayoría de los restauradores opta por confeccionar sus platos con sucedáneos procesados en otros países no tan caros, más aún cuando tenga que analizarse la radiación de los alimentos llegados de Japón. Unos exámenes que tienen que costear las propias empresas importadoras. 'Cada análisis cuesta unos 90 euros, y además la muestra examinada se tira, por lo que para nosotros es un lastre económico', relata el responsable de Cominport, una de las principales compañías que se dedica a importar a España alimentos japoneses.

Para no cargar con este sobrecoste en productos que sí tengan el sabor original de Japón, las empresas ya están buscando nuevos proveedores fuera de la docena de prefecturas afectadas (de las 47 que hay en Japón). El socio de Sato está de viaje por su país buscando quien le venda tés y condimentos lejos de Fuku-shima. Cominport negocia que los próximos envíos de salsas los suministren las mismas empresas que hasta ahora, pero procesadas en factorías de prefecturas distintas.

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