Este artículo se publicó hace 3 años.
Biden es más trumpista que Trump en Oriente Próximo
Los ocho meses transcurridos con el demócrata en la Casa Blanca no solo no han servido para resolver ninguno de los innumerables problemas que afectan a la región, sino que han agravado los ya existentes.
Eugenio García Gascón
Tanto antes como después de entrar en la Casa Blanca el 20 de enero, el presidente Joe Biden y su equipo lanzaron al aire prometedoras declaraciones en las que la nueva administración americana anunciaba grandes cambios en la política exterior de Estados Unidos, suscitando un sentimiento de alivio entre la mayoría de sus socios.
Pero en los ocho meses transcurridos se observa que Washington no solo no ha realizado ninguno de los cambios de rumbo que prometió, sino que está reafirmando las políticas de Donald Trump en prácticamente todos los frentes, y en particular en Oriente Próximo, hasta el punto de que es imposible discernir diferencias notables entre el penúltimo y el último presidente.
Existe un margen para considerar que Biden está aplicando una política exterior práctica y pragmática, pero hay un margen más amplio para pensar que el equipo del que se ha rodeado, dirigido por el secretario de Estado Antony Blinken, no está a la altura de lo que se esperaba de él y anda perdido en un mar de dudas y contradicciones, y sin capacidad para tomar decisiones trascendentes.
Se aprecia en todos los frentes. En abril la administración aprobó casi en secreto una venta masiva de armas a los Emiratos Árabes Unidos por valor de 23.000 millones de dólares, y que incluye aviones F-35 y drones muy avanzados. Este negocio lo cocinó Trump durante los últimos días de su mandato, y entonces los demócratas levantaron el grito al cielo y prometieron revisarlo.
Biden no solo no lo ha revisado, sino que lo ha confirmado. Aunque es un negocio redondo para la industria armamentista y creará decenas de miles de empleos en EEUU, moralmente es un negocio siniestro dado que incrementa las tensiones, algo que no parece preocuparles a Biden y a Blinken, especialmente si se considera que los EAU están metidos en absolutamente todos los saraos más oscuros de la región, saraos que crean inestabilidad y merman la seguridad.
Aunque Biden dijo en su momento que el centro de su política exterior serían los derechos humanos, y desde entonces él y su equipo lo han venido repitiendo, la realidad es que es imposible distinguir entre las políticas de Biden y Trump, ni en el caso de los EAU, ni en el caso de Egipto, ni en otros casos similares, hasta el punto de que Biden parece más trumpista que Trump.
Los llamados Acuerdos de Abraham, mediante los que Trump forzó una normalización de relaciones entre algunos países árabes e Israel, han tenido como primera consecuencia crear una "feria de armamento" en Oriente Próximo, como señala The Washington Post, y esto también afecta a Marruecos, país que con el respaldo de Israel se está convirtiendo en un foco de desestabilización en el Mediterráneo occidental.
El peligro de Marruecos, a los que los americanos tienen previsto vender armas avanzadas y misiles por valor de 1.000 millones de dólares, incide en particular en Argelia y España. Argel ha suspendido sus relaciones con Marruecos y ha prohibido que sobrevuelen su territorio aviones comerciales y militares marroquíes. Sus dirigentes ya han acusado a Israel desestabilizar la región, mientras que España ve con preocupación las maniobras extranjeras a sus puertas.
Cuando el primer ministro Naftalí Bennett visitó Washington este mes de septiembre, lo primero que hizo fue pedir a Biden armamento sofisticado adicional por valor de 8 mil millones de dólares, y lo más correcto es pensar que a Biden no le quedará más remedio que asentir debido a la enorme influencia del lobby judío en EEUU, otro dato que refuerza la opinión de que entre las políticas de Trump y Biden no hay diferencias apreciables y que ambos han alimentado y siguen alimentando la carrera armamentista en Oriente Próximo.
The Washington Post ha publicado un artículo de Fareed Zakaria en el que se sostiene que Biden está "normalizando" las políticas de Trump. El discurso que el actual presidente pronunció ante la Asamblea General de la ONU el 21 de septiembre corrobora que Biden no está preparado para modificar las políticas de Trump.
Diplomáticos europeos han señalado que incluso Trump realizaba más consultas con Europa que Biden, como ha quedado de manifiesto con la retirada de Afganistán o con el fiasco de los submarinos franceses vendidos a Australia, donde Washington ha ido a su bola y ha presentado hechos consumados a pesar de que Biden proclamó que tras Trump EEUU volvería a ser un socio fiable de sus aliados.
Siendo como es el problema palestino el corazón de la inestabilidad en Oriente Próximo, Biden y Blinken han mostrado que no tienen el menor interés en resolverlo, lo que ha envalentonado más a Israel, que está multiplicando sus planes de construcción en los territorios ocupados sin que nadie se atreva a intervenir.
Otro caso que ilustra que no puede distinguirse entre Trump y Biden es el de Irán. Si el primero abandonó unilateralmente el acuerdo nuclear, el segundo ha roto su promesa de restaurarlo e incluso ha añadido nuevas sanciones a los iraníes en una política claramente sintonizada con Israel y su afán desestabilizador, que sobre todo están pagando los civiles.
Si prescindimos de las declaraciones de Biden y Blinken, puesto que no guardan ninguna relación con la realidad, se observa sin dificultad que la política de la administración demócrata está siendo más trumpista que la de Trump, y que no hay indicios de que vaya a cambiar, lo que significa que los grandes problemas se están ocultando debajo de la alfombra.
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