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Argelia Buteflika pide perdón por sus errores pero defiende sus 20 años en el poder en una carta

El Consejo Constitucional acepta la renuncia del octogenario y abre un periodo de transición en Argelia que liderará el general Gaïd Salah. Mano derecha y fiel al expresidente durante sus dos décadas de Gobierno, está en el punto de mira de los manifestantes que abarrotan las calles del país desde hace 6 semanas en protesta contra la corrupción del régimen.

Fotografía de archivo del 28 de abril de 2014 de Abdelaziz Bouteflika. - EFE

PÚBLICO / agencias

El dimitido presidente argelino, Abdelaziz Bouteflika, ha difundido este miércoles una carta dirigida al pueblo argelino en la que defiende sus veinte años de mandato y pide "perdón" por los errores que ha cometido. "Dios sabe que fui sincero y fiel. No estoy triste, no temo por el futuro de mi país", son dos de las frases más destacadas de una misiva en la que también deseaba que Dios ayude a su sucesor "a seguir concretando las esperanzas y ambiciones de las hijas y de los hijos" de Argelia.

"El error es humano, y les pido perdón por todo fallo, por una palabra o un gesto, que haya cometido con ustedes", ha dicho, al tiempo que ha mostrado estar "orgulloso" de su contribución.

El Consejo Constitucional ha aceptado este miércoles la renuncia a la presidencia presentada el martes por Bouteflika, tras seis semanas de masivas protestas populares. En un comunicado oficial, la institución que preside Tayeb Belaiz explicó que ha decidido declarar "vacante de forma definitiva" la presidencia y elevar el expediente al Parlamento para que ponga en marcha el periodo de transición.  Agregó que "el acta de declaración de la vacante definitiva será comunicada hoy tres de abril de 2019 al Parlamento, conforme al artículo 102 punto 05 de la Constitución".

Según la Carta Magna, una vez que el Parlamento y el Senado acepten el dictamen del Consejo Constitucional, la jefatura interina del Estado quedará en manos del presidente de la segunda cámara, Abdelkader Bensalah, quien tendrá noventa días para convocar nuevas elecciones en las que él no podrá participar. El periodo de transición queda igualmente bajo la tutela del exministro de Interior Nouredin Bedaui, confirmado este lunes como jefe del Gobierno de transición, y el comandante jefe del Ejército, general Ahmed Gaïd Salah, nuevo hombre fuerte del país.

Argelia amaneció este miércoles envuelta en la alegría y plagada de incertidumbres, tras la sorpresiva renuncia de Bouteflika tras seis semanas de protestas masivas en las calles y en medio de un pulso entre Gaïd Salah y el círculo de poder que protegía y manejaba al enfermo mandatario. La dimisión sorprendió anoche solo por su inmediatez, ya que ocurrió apenas 24 horas después de la publicación de un comunicado de la presidencia en la que se anunciaba que Bouteflika, de 82 años y enfermo de gravedad desde 2013, renunciaría antes del 28 de abril, fecha en la que expiraba su mandato.

Antes, se dijo, el presidente debía aplicar "medidas destinadas a garantizar la continuidad del funcionamiento de las instituciones estatales durante el período de transición que se abrirá en la fecha en que decida renunciar". Unas "medidas" que, al parecer, se aceleraron o esfumaron una vez que el martes decenas de estudiantes volvieron a salir a las calles para exigir la caída del presidente y de su "círculo mafioso" y que los líderes sociales advirtieran que las movilizaciones continuarían el próximo viernes.

Y por la intervención decidida del jefe del Ejército, que aumentó la presión política para forzar la inhabilitación o la renuncia y evitar así que el círculo en torno a la presidencia pudiera pasar al contraataque. Mientras Bouteflika y su clan conservaran la firma presidencial, el mandatario podía destituir al propio Gaïd Salah, cambiar de nuevo el Gobierno e, incluso, forzar la elección de un nuevo presidente del Senado.

Ciudadanos celebran la renuncia de Bouteflika. - EFE

Ciudadanos celebran la renuncia de Bouteflika. - EFE

La cuestión a resolver ahora es si la maniobra política de Gaïd Salah y su círculo, que parece un golpe de Estado incruento, servirá para atemperar las masivas protestas populares que desde el pasado 22 de febrero sacuden todo el país. En un principio los manifestantes exigían que el mandatario, que llevaba veinte años en el poder, renunciara a ser reelegido para un quinto mandato consecutivo en los comicios presidenciales previstos para el 18 de abril.

Logrado este objetivo el 11 de marzo, la población decidió mantener la presión en la calle y utilizar las movilizaciones para exigir la caída de todo el régimen, incluido el propio Gaïd Salah, objeto el pasado viernes de las protestas masivas. El sábado, el general pasó a la ofensiva: denunció una supuesta conspiración contra el Ejército por parte de fuerzas anticonstitucionales, a las que no identificó, y volvió a exigir la aplicación del artículo 120 de la Carta Magna, que permite inhabilitar al presidente por razones de salud.

Este miércoles por la mañana, acabada la euforia en las calles que se desató el martes por la noche, las sensaciones más compartidas eran de escepticismo y cautel. Y muchas dudas sobre si Gaïd Salah, un militar de la vieja guardia, mano derecha y fiel a Bouteflika durante sus veinte años de Gobierno, es la persona adecuada para tutelar y liderar la transformación económica y social que el pueblo argelino demanda en las calles.

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