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El caos de Oriente Próximo es consecuencia de la inacción del tándem Merkel-Macron

La parálisis de la Unión Europea ha contribuido más que nada a llevar el caos a Oriente Próximo. Israel está aprovechando la abstención europea para establecer un sistema de equilibrios basado en la designación de clientes y adaptado a sus intereses exclusivos. 

La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron. / REUTERS
La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron. / REUTERS

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Este domingo el diario Israel Hayom, muy cercano al primer ministro Benjamín Netanyahu, publicó una noticia que ha pasado desapercibida en los medios occidentales, pero ilustra de manera dramática la situación por la que atraviesa Oriente Próximo, y al mismo tiempo está directamente relacionada con el vacío de directrices de la Unión Europea y con el deterioro progresivo de la región.
El periódico de Tel Aviv, del que Netanyahu se sirve habitualmente para sus filtraciones, informó que Israel está conduciendo negociaciones secretas con los rebeldes separatistas del sur de Yemen.

Bajo el título de "El nuevo amigo secreto de Israel en Yemen", se daba cuenta que los rebeldes, apoyados por los Emiratos Árabes Unidos (EAU), están en contacto con el gobierno de Netanyahu. Israel Hayom recuerda que el líder del gobierno separatista, el general Aidarus Qassem Abdulaziz al-Zoubaidi, ya expresó en el pasado su buena disposición para con Israel. Ahora todo indica que el gobierno transitorio del Sur de Yemen está a punto de entrar, si no lo ha hecho todavía, en el selecto grupo de entidades cuya política exterior se traza desde Tel Aviv, y que incluye en un lugar destacado a los EAU y Arabia Saudí.

A estas alturas es evidente que la política de Israel en Oriente Próximo tiene unos intereses propios consistentes en primer lugar en crear clientes que actúen según la voluntad de Netanyahu, y sobre todo que confronten a Irán en todos los frentes y combatan contra el islam político en el mundo árabe. Es algo que están haciendo muy bien los EAU, Arabia Saudí, y Egipto, cuyos líderes se hallan en una posición débil y dependen del apoyo de Israel en Estados Unidos.

Mientras los conflictos prosperan, la Unión Europea permanece al margen como si nada de lo que ocurre fuera con ella. Esta región cercana a Europa y tan importante para la seguridad del continente es ignorada por los mandatarios del eje Berlín-París, que cada día cortan menos bacalao y no muestran ningún interés en defender los intereses europeos.

Mientras los conflictos prosperan, la Unión Europea permanece al margen

La actitud de la canciller Ángela Merkel y del presidente Emmanuel Macron pone a Bruselas en una tesitura insostenible. Los sucesivos representantes de la política exterior, ahora en la persona de Josep Borrell, son meras efigies condenadas a hacer sin descanso declaraciones y a emitir comunicados que no sirven para nada absolutamente, pues es mera palabrería que no cuenta con apoyo del eje germano-francés.

El caso más evidente, la cuestión palestina

El caso más evidente es la cuestión palestina. Desde Bruselas se han emitido comunicados suficientes para empapelar Oriente Próximo de arriba abajo, pero nunca se ha ido más allá. El miedo de los mandatarios europeos, con ser inmenso, es apenas una fracción del pánico que sienten los funcionarios de Bruselas, y el cuerpo diplomático en general, en cuanto oyen el vocablo mágico de Israel. Nadie quiere meterse en berenjenales, de manera que nadie hace nada.

Esta situación la aprovecha Israel para crear un Oriente Próximo cortado a sus peculiares medidas, ya que los europeos no solo no hacen nada en el caso palestino, sino que no hacen nada razonable en ningún otro escenario de la región, desde Irán a Libia y desde Siria a Yemen, pasando por cada uno de los países que hay por medio.

La parálisis del eje Berlín-París se explica en la región de distintas maneras

Naturalmente, los funcionarios europeos, acobardados con razón, hacen lo que se les dice y lo que ven que hacen Merkel y Macron con tácita desvergüenza. La parálisis del eje Berlín-París se explica en la región de distintas maneras. En el caso alemán, lógicamente se recurre al Holocausto de hace ochenta años para justificar la opresión militar y el expolio que los palestinos sufren a diario.
Cuando Merkel regala a Israel submarinos con capacidad nuclear a mitad de precio no está haciendo una política pasiva sino que está colaborando a la desestabilización general de todo Oriente Próximo, y haciendo tanto daño o más que con la política pasiva.

En cuanto a Macron, los medios recuerdan periódicamente que durante años trabajó para la Banca Rothschild, que en el imaginario popular es el epicentro de la conspiración mundial. Es posible que la conspiración no exista pero el caso es que Macron, al igual que Merkel, permite que Israel siga cometiendo atrocidades diarias en los territorios ocupados sin inmutarse. La deferencia de París con Israel no es nueva. Basta recordar que los submarinos alemanes se cargan con bombas nucleares cuya construcción fue posible gracias a la asistencia tecnológica de París.

Una política clara todavía queda lejos

La conclusión es sencilla: mientras no haya una política clara y decidida, y eso no está a la vuelta de la esquina, Europa irá tragándose uno tras otro todos los goles que le mete Israel y que a corto, medio y largo plazo redundarán en su perjuicio. Goles que Israel no solo le mete en la portería de Oriente Próximo, sino también en las porterías del interior de Europa.

El mismo impulso que Israel da hoy al nacionalismo del sur de Yemen, lo está dando a los nacionalismos y populismos europeos. La prueba quizá más evidente es que hace menos de dos años, un micrófono abierto por descuido reveló lo que Netanyahu estaba diciendo a los dirigentes de los países de Europa del este. Eran palabras destinadas a enardecer a esos mandatarios para que frenaran hipotéticas políticas antiisraelíes de Bruselas y para que se opusieran a una unificación política mayor del continente por medio de los nacionalismos y populismos.

Netanyahu ha estado trabajando en esa dirección hasta conseguir que Europa esté totalmente bloqueada y estancada. La política exterior europea no puede ser más lamentable, especialmente en lo tocante a Oriente Próximo, y esto es algo que los europeos ya lo están pagando y van a seguir pagando con creces en el futuro debido a la abstención del tándem Merkel-Macron.

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