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Caos, más trámites e incertidumbre, los efectos del brexit en el comercio de Reino Unido

Comerciantes españoles en 'post brexit': "Los que gestionamos un cierto volumen, espero que sobrevivamos; los pequeños lo tienen peor". Los efectos de la salida de la Unión Europea y de la covid-19 se mezclan de forma inseparable y perversa.

Market Square
Los puestos de Market Square, con Great St Mary's, la Iglesia de la Universidad de Cambridge, al fondo. Andrew Dunn

En la década de 1980 en las charcuterías de los supermercados ingleses se producían diálogos como el siguiente:

-¿Tiene usted chorizo español?
-¿Quiere decir salami italiano?
-Quiero decir chorizo español.
-¿Se refiere a salami italiano?

A la tercera repetición la clienta claudicaba mientras la dependienta apuntaba en el mostrador al salami italiano, en solitario o haciendo compañía a alguna salchicha en seco alemana. Hoy, la selección de embutidos es grande en los mismos mostradores; el chorizo español se ha popularizado hasta convertirse en ingrediente de paella. Han pasado tres décadas desde que España se incorporó a la actual Unión Europea (UE) de la que Reino Unido ha consumado su salida hace un mes. El chorizo es un ejemplo de las facilidades con las que han comerciado ambos países hasta hace cuatro semanas.

El Gobierno británico ha lanzado la campaña Global Britain con la que la Secretaria de Estado para Comercio Internacional, Liz Truss, quiere sustituir con 27 acuerdos bilaterales la permanencia de Reino Unido en el mercado europeo de 450 millones de habitantes. Liz Truss presentó la campaña citando a Richard Cobden (1804-1865), el político de Manchester de cuando Europa se dividía en librecambista y proteccionista. En el siglo XIX los ingleses ya se las tuvieron con los españoles por el comercio de los cereales y el algodón.

Cobden calificó el libre comercio como "la mayor revolución acaecida en la historia mundial" mientras en Inglaterra se producía la revolución industrial. Hace unos días Liz Truss decía que Global Britain "está lista para comerciar" con el mundo entero, no solo con la UE. España ocupa un buen puesto en el ranking comercial con Gran Bretaña; en 2019 España exportó a Reino Unido productos y servicios por un valor de 38.400 millones de euros mientras que España importó de Reino Unido por un valor de 24.000 millones de euros generando una balanza de pagos de 14.400 millones de euros en superávit, según el Departamento de Comercio Internacional británico.

El sector turístico está en vilo acerca de la próxima temporada, suspira por recuperar las cifras de 2019 cuando un 20% del total de turistas británicos viajaron a España de vacaciones, seguidos de un 10% a EE.UU; el 62% escogió destino europeo, y dentro de éste, el 30% español, seguido del 16% francés. Con estos precedentes en el bagaje previo al brexit y a la covid-19, los comerciantes españoles se hallan a día de hoy en un impasse, desde las omnipresentes marcas financieras, cerámicas o de ropaje hasta los medianos y/o pequeños. "Ahora estamos más pendientes de cómo irá el coronavirus que el brexit porque nos preparamos tanto para si había acuerdo comercial como si no lo había, estamos completos de almacén", explica a Público David Menéndez, asturiano y director de Mevalco, empresa de importación de productos alimentarios españoles a Gran Bretaña con sede en Bristol, suroeste de Inglaterra.

David es gran conocedor del comercio internacional y, especialmente, de las transacciones de productos derivados de los animales por su formación de veterinario. Fue precisamente su título universitario el que lo llevó a Gran Bretaña en tiempos de las vacas locas (¿recuerdan?). "Resultó todo una pura casualidad, acabar la carrera de veterinaria en España y producirse aquel brote de enfermedad vacuna aquí, nos vinimos un grupo, después yo pasé al sector comercial, llevamos unos quince años importando directamente de los productores españoles a los consumidores británicos, somos unos veinte empleados en la empresa, el brexit nos ha requerido otra persona para dedicarse exclusivamente al papeleo y los trámites administrativos que se requieren ahora", prosigue David desde su experiencia y sus previsiones para el brexit, pero no para la covid-19.

Aunque el acuerdo comercial entre Reino Unido y la UE logrado a última hora no incluye aranceles ni límite de cuotas sí implica trámites administrativos en fronteras no europeas y controles sanitarios si se trata de productos perecederos. Las declaraciones de exportación han provocado que pescado de Escocia se pudriese en los camiones estancados recientemente en el sur de Inglaterra con destino a la Unión Europea. Si las vacas locas nacieron en Gran Bretaña, la triquinosis se gestó en España en la década de 1990 retrasando la introducción del chorizo y el jamón en el paladar británico.

Los trámites aduaneros post brexit implican costes que, al final, recaen en el precio al consumidor. "El coste extra depende del volumen que manejas porque con dos horas de trabajo igual se tramitan diez que quinientos litros de aceite, y ese coste no queda igual repartido entre diez que entre quinientos", explica el director de Mevalco quien añade que "los que gestionamos un cierto volumen, espero que sobrevivamos, los pequeños lo tienen peor". La gastronomía española en Gran Bretaña se ha consolidado gracias, según David, a "los cocineros famosos que la han dado a conocer por el mundo".

A diferencia del optimismo de la Secretaria de Estado, Liz Truss, la Global Britain que lidia ahora con los 27 países de la UE tiene también sus detractores que, resignados, ven los efectos negativos del brexit; desde la caída en picado de la libra esterlina hasta el aumento del independentismo en Escocia o la nueva frontera en Irlanda que unifica norte y sur abriendo paso a Little Britain en geografía y peso económico-político en el mundo. La Pequeña Bretaña, en referencia a la gran isla troceada, es también el título de una serie cómica y satírica de la BBC.

Aline Doussain, de la firma de asesores comerciales Hogan Lovells, recuerda que "Reino Unido es desde enero un tercer país cuando tratamos de comercio en Europa, y no solo tiene que tramitar declaraciones de importación y exportación con los 27 miembros de la UE, sino que debe llenar los papeles con las lenguas del exportador y el importador". Aline, a caballo entre Londres y París, mantiene lo que los ingleses llaman el beneficio de la duda entre Global o Little Britain.

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