China pugna con fuerza por adelantar a EEUU en la carrera por el dominio del 5G y la inteligencia artificial
El país acecha el cetro tecnológico estadounidense con inversiones, infraestructuras, clientes, velocidad de ejecución y despliegue global, mientras acelera la inserción de la Inteligencia Artificial en la activación de 6G, prevista para 2030.
China insiste en alcanzar la hegemonía inalámbrica y digital del planeta. No solo es una consigna de Xi Jinping y su "nuevo socialismo" financiada por billonarios fondos del Plan Quinquenal 2021-25, sino que se aprecia cómo el sueño aspiracional de Pekín empieza a mostrar señales de realidad. Y no precisamente virtual.
Tan es así que voces empresariales, políticas y militares de Estados Unidos (EEUU) admiten la superioridad china en un momento en el que el 5G se aproxima a su ensamblaje con el 6G por el boom y las sinergias que la Inteligencia Artificial (IA) ha incorporado a esta Revolución Industrial 4.0.
Mandos militares y altos ejecutivos coinciden en que China está ganando el pulso y en que EEUU debe reaccionar de inmediato si quiere "minimizar los riesgos geopolíticos" y beneficiarse de las enormes oportunidades de este negocio.
En concreto, este filón sumará 1,7 billones de dólares al PIB estadounidense en 2035, casi el valor de la economía española, y 13,5 billones a la actividad mundial, lo que supone algo menos de la suma productiva de Japón, Alemania, India y Reino Unido, según Boston Consulting Group (BCG).
Laura Richardson: "China está ganando la batalla del 5G"
"China está ganando la batalla del 5G", avisa Laura Richardson, general al mando del Comando Sur americano, para quien Pekín "sigue elevando su poderío inversor, empresarial y tecnológico y eclipsando el liderazgo geopolítico estadounidense".
Si Washington aspira a modernizar su Ejército y detener las ínfulas expansionistas chinas, deberá recuperar su hegemonía como actor principal de la industria 5G, precisó en una conferencia en agosto en el Center for Strategic and International Studies (CSIS).
La militar de cinco estrellas aseguró, además, que el régimen de Pekín está ofreciendo tecnología 5G a sus aliados en el exterior "prácticamente a coste cero".
Y no nos olvidemos, recalca, que el gigante asiático es ya una "potencia global", que ha implantado esta tecnología en su renovada Ruta de la Seda y "en aguas internacionales de especial interés estratégico como el Estrecho de Magallanes".
Hay que tener además en cuenta que el capital chino en infraestructuras llegó de cinco a siete años antes a África que las ofertas realizadas a las potencias latinoamericanas, la órbita de responsabilidad de Richardson.
En parecidos términos alertó, ya en 2018, el ex director ejecutivo de Google, Eric Schmidt, en la Comisión de Seguridad Nacional sobre IA del Congreso americano: "EEUU no está preparado para defenderse o competir en la era digital".
Desde entonces, la supremacía china se está asentado sobre cimientos sólidos. Ha puesto en liza 600.000 torres de 5G entre abril y junio de este año, con el reto de alcanzar los 2,9 millones a finales de 2023; seis veces más que las instaladas por EEUU en los últimos dos años.
Dentro de un plan que el Ministerio de Industria e Información Tecnológica de Pekín (MIIT) atribuye en paralelo a una estrategia para espolear la economía e incrementar la conectividad para elevar sus ratios de productividad.
Por si fuera poco, sus mayores operadoras, como Unicom, se han adherido al ámbito académico, junto a institutos tecnológicos e industriales, para abanderar la próxima generación inalámbrica, el 6G, que permitirá la interoperabilidad de las redes terrestres y espaciales.
Su presidente, Liu Liehong, promete completar la fase de exploración y la aplicación de los primeros escenarios del 6G en 2025, además de prever su lanzamiento comercial para 2030.
Por su parte, Gao Tongqing, subdirector general de China Mobile, confía en la "convergencia digital" y en innovación entre el 5G y el 6G para concretar el sorpasso tecnológico de su país a EEUU a finales de esta década.
Sus big three (Unicom, China Mobile y China Telecom) iniciaron su senda 5G en noviembre de 2019 con casi 10 millones de peticiones de conexión, lo que ya daba pistas reales de la trascendencia que el gigante asiático ha concedido a la Revolución Industrial 4.0.
Expansión global con prohibiciones americanas
David Sacks, analista del Council on Foreign Relations (CFR), recuerda que la expansión mundial de la tecnología 5G china se puso en el foco mediático por las acusaciones de espionaje tecnológico e industrial a compañías de EEUU. No obstante, la expansión arrancó en 2015, a raíz del lanzamiento de la renovada Ruta de la Seda, la iniciativa comercial ideada por Jinping para elevar la influencia china en el exterior
Sin embargo, pese a ello, la expansión estuvo vinculada desde el inicio de las sanciones de la Administración Trump a sus emporios Huawei, líder en ventas de móviles y rival directo de Apple, y ZTE -poco conocida para el consumidor americano, pese a que suministraba y vendía sus smartphones de bajo coste a AT&T y Verizon.
En realidad, Pekín insertó a la ruta la Digital Silk Road (DSR) para ofrecer su 5G a sus socios comerciales a través de Huawei, pese a que la Casa Blanca acusaba a la firma de ceder sus redes de recolección de datos y sus avances de propiedad intelectual e industrial vinculados a su nueva conectividad inalámbrica a los servicios de inteligencia del régimen.
En 2022, Huawei formalizó más contratos 5G que cualquier otra operadora, la mitad de las redes sacadas a concurso en Europa y el 70% del 4G en África
Esta acusación, explica Sacks, no impidió que en 2022 la multinacional china hubiera formalizado más contratos 5G que cualquier otra operadora de telecomunicaciones y la mitad de las redes sacadas a concurso en Europa. Y en África, el 70% de las redes 4G, el mejor plácet para operar el 5G y el 6G del futuro.
Mercy A. Kuo, vicepresidenta de la Consultora Pamir, ofrece algunos datos de esta guerra de las conexiones inalámbricas que "casi ha llegado a dominar por completo China".
En un artículo en The Diplomat, resalta que la innovación tecnológica "no solo resulta importante por el valor de consumo, sino por su capacidad de estandarización de industrias y de cadenas productivas, lo que acarrea ingentes inversiones en economías de escala".
Y este reto lo ha visto antes la dupla Huawei-ZTE y el gobierno de Pekín que la Casa Blanca, que está obligada a desplegar influencia y redes diplomáticas para persuadir a Europa de que se aísle de los gigantes chinos.
A su juicio, los subsidios de Pekín han sido determinantes para adecuar a las big techs chinas de una innovación "fuertemente sostenida por fondos de I+D" y que han ofrecido "brillantes datos de consumo en su inmenso mercado doméstico".
Dentro de un ecosistema con infraestructuras adecuadas al 5G que ha ampliado su capacidad expansiva al exterior y su competitividad frente a Cisco, Dell, Fujitsu, NEC y, sobre todo, Samsung, además de Nokia o Ericsson en despliegue de redes, o con Google, Microsoft o Apple en cuanto a modelos de negocio.
De hecho, Huawei acaba de ganar un concurso para la ampliación del 5G en China por 170.000 millones de dólares, predestinado a elevar los 561 millones de usuarios con los que inició 2023 y ofrecer su conexión en 110 ciudades. Solo Shanghái tiene 68.000 torres.
Efectos geopolíticos globales
Por si fuera poco, las autoridades chinas confieren a esta estrategia tecnológica de unos riesgos geopolíticos con mayores implicaciones y controles que las que ha ideado EEUU, explican Liza Tobin, exdirectora del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU; Warren Wilson, diplomático con cargos en China, y Connor Martin, investigador en proyectos competitivos de la Casa Blanca.
Los tres ponen el énfasis en que China lidera 37 de 44 indicadores tecnológicos esenciales, según el think tank Australian Strategic Policy Institute; entre otros, el de baterías eléctricas, avances hipersónicos y de radiofrecuencia o el 5G y el 6G.
"En un instante culminante, en el que esta tecnología se mezcla con la IA. Todo ello confluirá en una nueva era industrial con enormes implicaciones en seguridad. En ella se observarán inmensos riesgos y oportunidades a los que se ha de enfrentar la futura prosperidad de EEUU y su capacidad competitiva global del sector tecnológico, que representa como ningún otro el poder innovador americano, desde la época del telégrafo", aseguran.
En su opinión, Washington debe acelerar sus alianzas internacionales, emplearse a fondo en los desarrollos del 6G, sin menospreciar la evolución 5G, que está en su apogeo en 2023 con 1.000 millones de usuarios.
Asimismo, debe activar su "acelerador tecnológico global" para inculcar la competitividad y calidad estadounidense y relajar el sueño chino de alcanzar la hegemonía tecnológica mundial. El ejercicio en curso es transcendental.
GSMA, el lobby de operadoras globales, pronostica que las redes instaladas este año darán conexión 5G al 63% de la población de Norteamérica, al 52% de la china y al 44% de la europea en 2025.
En Alemania, el 59% de su 5G se realiza con tecnología 'made in China' (Huawei-ZTE), afirma la consultora danesa Strand
Esto impulsará los servicios como el metaverso, las impresoras 3D de alta calidad, los vehículos autónomos o el streaming a gran velocidad. Y, además, obligará a EEUU a intensificar su poder de convicción. En especial, a Europa, donde su locomotora, Alemania, ya ofrece el 59% de su 5G con tecnología made in China (Huawei-ZTE), afirma la consultora danesa Strand.
Aunque su rival Dell'Oro señala a Político que la armada asiática en la UE pierde terreno, con el 22% de las ventas, frente al 42% de Ericsson y el 32% de Nokia.
Todo ello sucede pese a la influencia que sus tecnológicas y el Gobierno de Jinping realizan en los mercados francés, británico y en Bruselas para contrarrestar la prohibición expresa de la esfera económica formada por los rivales anglosajones más Japón.
Un reciente estudio de la Comisión admite diferentes grados de restricciones. Suecia, Dinamarca y los tres bálticos han impuesto las mayores prohibiciones sobre Huawei. Mientras Francia, Italia o Bélgica buscan acuerdos entre operadores, Portugal acelera cambios regulatorios rigurosos y Alemania y España se erigen como los menos intervencionistas.
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