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El dictador extravagante

Tras pasar de paria a rehabilitado, el líder libio ofrece su peor versión

Ó. ABOU-KASSEM

Nunca hasta ahora se había encontrado Muamar Gadafi en una situación tan delicada. Los peligros siempre habían partido de los enemigos exteriores, pero ahora es su propio pueblo el que quiere su cabeza. En sus 42 años al frente de Libia, Gadafi ha pasado de ser un héroe revolucionario a un paria internacional, para convertirse en un valioso aliado estratégico y terminar siendo un guiñol de sí mismo.

Tras llegar al poder en 1969, en un golpe militar, quiso imitar al egipcio Gamal AbdelNasser y consiguió garantizar para Libia la mayor parte de los beneficios obtenidos del petróleo libio, dando paso al boom del oro negro en los países árabes de los años setenta.

A principios de esa década, escribió el libro que resumía la filosofía política que aplicó con mano de hierro. Intentó superar las contradicciones del capitalismo y el comunismo en el Libro verde, un documento político diseñado para gobernar a todas las tribus libias en el que defendía una revolución social y económica que debía liberar a todos los pueblos oprimidos del mundo.

Lo que en principio iba a ser un sistema participativo circular acabó convirtiéndose en una pirámide en cuya cúspide sólo estaba el clan Gadafi y sus más íntimos colaboradores.

Gadafi se convirtió en el gran mecenas del terrorismo internacional en los ochenta

Mientras aplastaba cualquier disidencia y asesinaba a los opositores dentro y fuera de Libia, Gadafi se convirtió en el gran mecenas del terrorismo internacional en los ochenta.

Tras la muerte de tres marines en el atentado contra una discoteca en Berlín, Ronald Reagan ordenó el bombardeo de su residencia en Trípoli. Pero lo que provocó su aislamiento internacional durante más de 15 años fue el atentado contra el vuelo de la Pan Am que explotó sobre la localidad escocesa de Lockerbie en 1988, en el que murieron 270 personas.

Tras ver lo sucedido con Sadam Husein, el líder libio decidió jugar la única carta que le quedaba y desmanteló, bajo supervisión internacional, su programa de armas de destrucción masiva. Entonces fue rehabilitado y tratado con honores por algunos líderes europeos como Tony Blair y José María Aznar. El propio Aznar lo calificó el pasado abril como 'un amigo extravagante'.

En las cumbres de la Liga Árabe sus actuaciones incluían desde encender cigarrillos y echar el humo a la cara de su vecino hasta insultar a los países del Golfo y a los palestinos y declararse 'rey de reyes de África'.

Senil y abusando del botox hasta deformar su rostro, Gadafi ofrece su peor versión en el ocaso de su régimen.

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