Este artículo se publicó hace 2 años.
División de la UE en una cumbre crucial para hacer frente al 'general invierno'
La Hungría de Orbán aterriza en Bruselas con la intención de poner la zancadilla a la mayoría de medidas energéticas. En el otro lado, España quiere más ambición.
María G. Zornoza
Bruselas-Actualizado a
A algunos países les gusta la propuesta energética que esta semana puso sobre la mesa la Comisión Europea. A otros solo algunas partes. Para unos va demasiado lejos. Para otros es poco ambiciosa. Los 27 líderes de Estado y de Gobierno de la UE se dan cita este jueves y viernes en Bruselas en la que estaba llamada a ser una de sus citas más importantes para aplacar al general invierno con esta cacofonía de fondo.
La UE lucha por encontrar la tecla que dé con la clave para aunar las ambiciones y necesidades de 27 países con mix energéticos y contextos políticos y geográficos muy diferentes. La que arranca el jueves estaba llamada a ser una cita "crucial" y "límite" para acordar medidas que alivien la factura de la luz y que contenga los precios del gas de cara a este y próximos inviernos.
Sobre la mesa del Consejo Europeo, la pista de aterrizaje es la propuesta desvelada recientemente por Ursula von der Leyen. El Ejecutivo comunitario aboga por establecer una compra conjunta de gas operativa para el invierno 2023-2024, por crear un mecanismo de solidario y obligatorio entre países que sea activado en situaciones de emergencia y por crear un tope al índice holandés conocido como TTF, primero de emergencia y a partir de marzo dinámico que ajuste la situación actual al coste disparado del gas natural licuado (GNL).
Hungría, piedra en el zapato
Mientras que la sensación generalizada es que la situación es lo suficientemente frágil y extrema como para hacer necesario que se encuentre un punto medio para que de esta cita salgan medidas concretas, en Budapest no comparten el diagnóstico.
Orbán ya ha anticipado que llega a Bruselas con la intención de plantar batalla a sus socios comunitarios
La habitual Hungría de Víktor Orbán ya ha anticipado que, como viene siendo tradicional, llega a Bruselas con la intención de plantar batalla a sus socios comunitarios. "El plan de compras conjuntas de gas me recuerda a cuando adquirimos vacunas conjuntas. Lento y caro. Anticipo un gran debate", ha asegurado el líder populista a través de Twitter. Ya en la pandemia, Hungría se desvinculó de la postura común comprando vacunas a Rusia y ahora lo hace con nuevos contratos para adquirir gas ruso.
Esta iniciativa de compras conjuntas es una de las que más consenso genera en la mesa del Consejo Europeo. Pero las decisiones y las conclusiones deben ratificarse por unanimidad y el primer ministro magiar ya ha secuestrado decisiones en citas anteriores.
Su nuevo órdago llega en medio de una consulta popular en Hungría sobre las sanciones europeas a Rusia. Orbán, que pide la retirada de todas las medidas restrictivas impuestas contra Moscú con motivo de la guerra en Ucrania, ha inundado el país con publicidad que advierte del daño de las sanciones impuestas en Bruselas. En los pasillos de la capital comunitaria se consuelan argumentando que a pesar del ruido, el premier ha apoyado los ocho paquetes de sanciones aprobados en los ochos meses de guerra. "No estoy seguro de si puedes escoger bando si estás solo", asegura una fuente europea preguntado por la situación del país magiar.
España, "ambiciosa y luchadora"
Los de Sánchez llegan a la capital comunitaria con sabor agridulce. Las medidas sobre la mesa están lejos de lo que lleva tiempo reclamando La Moncloa. La idea de imponer un tope completo al precio de todo el gas importado está todavía muy fría. Y la reforma estructural del mercado energético es algo a largo plazo que no termina de concretarse.
La cumbre de otoño se anticipa larga, intensa y divisiva
Pero de la cita sí podría salir el mandato para que la Comisión Europea haga una propuesta para europeizar la excepción ibérica. El instrumento para desacoplar el precio del gas del total de la electricidad, que aplican Madrid y Lisboa desde junio, genera muchas dudas en varias capitales. Los principales temores son que un precio más bajo aumente el consumo de gas, que países más interconectados, como Bélgica, con otros extracomunitarios vendan electricidad más barata generando distorsiones en el mercado interior y en el level playing field. Y la gran duda de cómo podrán pagar el diferencial, es decir, la compensación que España amortigua con sus renovables. Fuentes diplomáticas aseguran que nuestro país llega con actitud "luchadora" y "ambiciosa" para continuar peleando por medidas como el tope al gas, algo que cuenta con el apoyo de otros 14 Estados, pero con la convicción de "que hay muchos logros que se han conseguido".
Dos meses para el invierno
La cumbre de otoño se anticipa larga, intensa y divisiva. La sensación en muchas capitales es que los debates estéreos deben dar paso a medidas concretas que, por un lado, protejan a los ciudadanos y hagan de parachoques para sus bolsillos y, por el otro, que eviten el escenario de una escasez y desabastecimiento. La próxima cita formal de los 27 líderes no tendrá lugar hasta el 15 de diciembre. Pero frente a la urgencia que salía de la última cumbre de Praga, la sensación es que un buen escenario sería ya un acuerdo de mínimos con otra patada hacia adelante que vuelva a dejar el balón en el tejado del Berlaymont.
Aunque la cuestión energética va a monopolizar la cita, los Veintisiete están llamados también a aprobar nuevas sanciones contra Irán por vender drones kamikazes a Rusia y a debatir sobre China, sobre las infraestructuras gasoductos tras el sabotaje del Nord Stream I y II y a reiterar su apoyo incondicional a Ucrania.
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