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La familia de Vicente Ferrer continuará con su misión

El filántropo catalán falleció ayer, a los 89 años, en su casa de India

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'Tengo la convicción de que detrás de este mundo hay una vida maravillosa', dijo en una ocasión Vicente Ferrer, y puede que ahora ya tenga la certeza. El filántropo catalán falleció en la madrugada de ayer en su casa de Anantapur en India, a los 89 años, rodeado de familia y amigos, 'después de algunas complicaciones en su enfermedad cardíaca', según explicó el comunicado que su mujer, Anne Ferrer, colgó en la página web de la Fundación Vicente Ferrer.

Desde hace tiempo, el estado de salud de Ferrer era delicado e, incluso, hace tres meses, sufrió una embolia. De hecho, viendo que la edad no perdona, Ferrer dejó progresivamente la primera línea de la dirección de su Fundación en favor de su mujer y su hijo, que son ahora los encargados de seguir con su legado.

Ferrer, ex jesuita y radicado desde 1952 en una de las zonas más pobres de India, Andhra Pradesh, fundó en 1969 la entidad que lleva su nombre con el objetivo de 'liberar de la pobreza' a los dalits los intocables en el sistema de castas. 'Aquí, yo he encontrado la pobreza pura, que es no tener futuro, estar condenado', explicaba Ferrer.

En estos 40 años, su Fundación creó 1.696 escuelas, tres hospitales generales, 26.001 viviendas y 4.233 asociaciones de mujeres, entre otras muchas iniciativas. Siempre tuvo su objetivo vital muy claro: 'Lo único que importa es hacer el bien concreto, hacer el bien', dijo en una de las últimas entrevistas que concedió, ya débil y con las manos moldeadas por la artritis.

Pero el camino 'para hacer el bien' no siempre fue fácil. En 1968 fue expulsado de India debido a que algunos sectores pudientes vieron amenazados sus intereses económicos y de poder. Sin embargo, a petición de intelectuales y políticos, la primera ministra, Indira Gandhi, le permitió regresar un año más tarde. Aunque el asedio no finalizó ahí. Ya en la década de 1970, las autoridades de la región de Andhra Pradesh lo denunciaron por abuso de poder y lo amenazaron con la cárcel. Ferrer se zafó de las calumnias consiguiendo una sentencia judicial favorable.

Vicente, Fahter, Fadaru o Vicent, que de todas estas maneras le llamaban, decía que era una persona paciente, y probablemente esa paciencia fue la que le permitió soportar que el 'mundo es tal y como es' y que tardará muchos años en cambiar. Aunque esa concepción no le llevó jamás al inmovilismo: 'El equipo del mal es muy fuerte y el mal tiene que vencerse con la abundancia del bien', decía. Y de ahí la Fundación y su obra, porque 'sin una acción buena, el mundo estaría vacío y no tendría sentido'.

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