Este artículo se publicó hace 15 años.
Gran Cuñado para desfigurar la realidad
Unos cinco millones de argentinos ríen cada noche con la parodia política del reality 'Gran Hermano'
Los jefes de campaña no pueden ignorarlo. Los encuestadores lo miden. Y los políticos se miran obsesivamente en el espejo de sus imitadores para mostrar su lado más amable. Mientras tanto, unos cinco millones de personas ríen cada noche con Gran Cuñado, una parodia del reality Gran Hermano.
Dentro de "la casa", 19 dobles de los principales políticos del país hacen monerías, repiten sus frases más carismáticas y se someten cada semana al voto del público. Durante dos meses, el programa que conduce Marcelo Tinelli se ha convertido en juez (in)voluntario de la elección más reñida de los últimos años.
"Cristina Fernández está sentenciada". La réplica de la presidenta ha sobrevivido a nominaciones cada semana gracias a la risa que provoca su caricaturización. "Mujeres y mujeros, hembras y hombros", dice su imitador, Martín Bossi, que construyó a la presidenta desde la frivolidad y a la que ha copiado su manía por arreglarse el pelo y acomodar micrófonos.
Mientras, Néstor Kirchner es presentado como un bromista; el vicepresidente Julio Cobos, opositor al Gobierno del que forma parte, es un indeciso crónico; y los magnates aliados de Unión PRO, Francisco De Narváez y Mauricio Macri, rival de Kirchner y alcalde porteño respectivamente, son pijos que para todo tienen "un plan". "Soy un tipo común, con tres rólex y cinco Porsche", dice el falso De Narváez. El verdadero está siendo investigado por la Justicia por el aumento del 900% de su fortuna personal en cuatro años.
La política, el show elegidoTambién está Alfredo De Angeli, el dirigente de la Federación Agraria de Entre Ríos, la cara mediática de la protesta agropecuaria contra el Gobierno, que rememora a un campesino bruto. Tinelli lidera desde hace 20 años el horario más caliente de la pantalla. La edición de Gran Cuñado 2001 sirvió para deteriorar la alicaída imagen del ex presidente Fernando De la Rúa, cuyo mandato se vio interrumpido a mitad de legislatura. En cambio, le dio un fuerte empujón a Carlos Menem para arrasar en su reelección en 1995.
El Menem verdadero fue el primero en prestarse para ingresar a la actual casa. Allí, aleccionó a los dobles de Néstor y Cristina, a quienes acusó de "destruir al peronismo". Le siguió Felipe Solá, ex menemista, ex duhaldista y ex kirchnerista, quien criticó a su último jefe político. Scioli, aliado del Gobierno, pero con un historial semejante al de Solá, tampoco resistió el pedido de Marcelo y se prestó para increpar en broma al doble de De Narváez.
El problema es que fuera de la pantalla las cosas no mejoran. Kirchner regaló cuatro televisores al equipo de fútbol de Racing de Avellaneda por ganar un partido. El hijo de Raúl Alfonsín, Ricardito, emula a su padre muerto en abril. Y Nacha Guevara es candidata del oficialismo.
Argentina tiene 10 millones de pobres, es decir, menos pan y más circo. La política es el show elegido.
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