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El grupo ultraderechista Yes Brazil USA y la Iglesia evangelista respaldan a Bolsonaro en Estados Unidos

El anuncio del expresidente sobre regresar a Brasil en las próximas semanas queda atrás. Su esposa, Michelle, declaró que no tiene aún una fecha para volver y necesita más descanso.

Jair Bolsonaro
El expresidente brasileño Jair Bolsonaro se va del resort Trump National Doral en Miami, Florida, a 3 de febrero de 2023. Chandan Khanna / AFP

El estatus legal de Jair Bolsonaro en Estados Unidos puede resultar engañoso. El expresidente de Brasil pidió un visado de turista para seis meses a finales de enero, pero anunció el 11 de febrero que volvería a Brasil "en las próximas semanas" para liderar la oposición contra el actual presidente Lula da Silva. Por ahora, no lo hará. Su esposa, Michelle, dijo que necesitaba más descanso y que su regreso no tiene fecha.

El expresidente nunca dejó de hacer política, aunque su vida en Orlando es un mosaico de imágenes un tanto bizarras, rodeado como está de feligreses tan incondicionales como reaccionarios.

El viernes pasado estuvo en Nashville, la capital del estado de Tennessee (Estados Unidos), acompañando a su hijo Eduardo, el diputado federal, en un acto del Safari Club International (SCI), donde fue elegido legislador del año y le entregaron la estatuilla de un león en reconocimiento por su apoyo al lobby de las armas. El exmilitar levantó su brazo señalando el cielo como si le agradeciera a Dios. Los cazadores presentes lo aplaudieron como a un ídolo de música country.

Yes Brazil USA

Los seguidores del político de ultraderecha en los estados sureños se cuentan por miles y en particular en el estado de Florida, donde reside actualmente. Estos fieles a Bolsonaro son la avanzada de las ideas medievales que también profesa el Donald Trump de los trópicos, como lo llaman. El colectivo Yes Brazil USA se define en su Facebook como "un grupo de derecha que reúne cristianos comprometidos con un Brasil libre de la ideología comunista/socialista y sus tentáculos funestos". Desde que Bolsonaro es su vecino, sus integrantes mantienen encuentros con él, peregrinan a su casa y lo acompañan en la Iglesia evangélica de la ciudad Boca Ratón. Ahí juega de local el cura Mark Boykin, un precursor del ideario oscurantista que hizo buenas migas con el expresidente.

En ese templo, Bolsonaro anunció su vuelta a Brasil. El anfitrión no se quedó atrás cuando lo presentó. Lanzó un par de fake news acordes a la investidura ficticia del visitante. Lo llamó "presidente recién elegido" y rezó en voz muy alta para que Estados Unidos y Brasil algún día "aprendan a contar cuando hay elecciones".

Boykin es un personaje fascinado con el expresidente brasileño e inventor de la gripezinha que minimizó la pandemia. Las palabras de Bolsonaro, a quien sumó a sus servicios, sonaron como música para sus oídos: "Empezamos a respetar nuevamente la familia tradicional, el respeto a la propiedad privada, el amor al prójimo", dijo el expresidente.

La movida en la Iglesia evangélica de Todas las Naciones había sido organizada por Yes Brazil USA. La liturgia de la celebración tuvo recuerdos de aquellos días en que los bolsonaristas asaltaron los tres poderes del Estado el pasado 8 de enero. "¡Brasil pertenece al Señor Jesús! ¡El Senado es nuestra iglesia! ¡El Senado es la iglesia del pueblo de Dios!", gritaban los invasores del Palacio del Planalto, sede del poder ejecutivo​ del Gobierno Federal brasileño.

El cura Mark Boykin

Boykin es un hombre coherente en su celoso conservadurismo. Hace más de tres décadas que predica en la Iglesia Evangélica Pentecostal. En 2011 celebró dos servicios titulados El matrimonio homosexual: ¿la nueva moralidad?, donde sostenía que "dos hombres que vivan juntos y tengan relaciones carnales o que dos mujeres estén juntas y tengan relaciones carnales, creemos que es un pecado".

En 2015, ya había definido su posición favorable al ingreso con armas a un templo. "Es mi responsabilidad como pastor principal brindar cierta seguridad a nuestra gente", declaró. Seis años después, en febrero de 2021, insistía: "El hecho de que un lugar de culto o una casa de culto tenga un preescolar o una escuela no debe prohibir que los feligreses puedan venir y portar armas si lo que desean es defenderse".

Bolsonaro debe sentirse muy orgulloso de su pastor. Además de promover el uso de armas en las iglesias y atacar al matrimonio civil entre homosexuales, en 2018 inició una campaña contra la instalación de una playa nudista en Palm Beach, donde vive también Donald Trump. "No queremos ser conocidos como un lugar frecuentado por nudistas", apuntaba Boykin.

La amigable recepción que le dieron al expresidente en Florida está lejos de sorprender. El Estado lo gobierna un ultraconservador: Ron DeSantis o también conocido como el político que se perfila como el adversario más complicado de Trump en las primarias republicanas de 2024. En cambio, si su amigo Bolsonaro quiere regresar al poder en unas elecciones democráticas deberá esperar hasta 2026.

Problemas jurídicos a resolver 

A corto y medio plazo, el expresidente brasileño tiene varios problemas jurídicos que resolver. En EEUU, su estatus migratorio todavía está definido, tras ingresar en el país de su amigo Trump el 30 de diciembre de 2022, cuando todavía era presidente.

Según Anna Eskamani, una legisladora estatal demócrata que representa un distrito del área de Orlando: "Se esconde detrás de un visado de turista estadounidense". Su declaración salió publicada en la revista Time en un artículo del pasado 3 de febrero, donde definía el estilo de vida de Bolsonaro como "surrealista". Citada por el medio agregó: "Este es un individuo que básicamente está tratando de evitar las investigaciones criminales al buscar refugio en los Estados Unidos".

Varias causas judiciales le están esperando a Bolsonaro cuando llegue a Brasil, entre las que se encuentran: presuntos delitos electorales, su indulgencia criminal para enfrentar la pandemia y una sobre fake news, algunas de las cuales pueden hacerlo inelegible para ocupar cargos públicos o llevarlo a prisión.

Mientras tanto, el exmandatario descansa en la casa que le prestó José Aldo, su anfitrión y exluchador de artes marciales mixtas en la UFC. Sale de ella para visitar iglesias evangélicas, se deja ver en eventos donde le garantizan una audiencia complaciente y realiza una defensa persistente de su obra de Gobierno en su cuenta de Twitter. Solo le faltaría emprender un safari de caza como los que organiza el Safari Club International (SCI) que distinguió a su hijo Eduardo. Esa noche Bolsonaro seguramente sintió que valió la pena mudarse a Estados Unidos.

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