Este artículo se publicó hace 2 años.
Las primeras grietas en el seno de la UE para responder a Putin: adhesión 'exprés' de Ucrania y boicot energético a Rusia
Además, Polonia y Estados Unidos chocan sobre el envío de cazas polacos a Ucrania, una demanda desesperada del presidente Zelenksy.
María G. Zornoza
Bruselas-Actualizado a
Dos certezas deja en suelo europeo la segunda semana de la guerra declarada por Vladimir Putin a Ucrania: el conflicto va a durar y las sanciones de la comunidad internacional tendrán un efecto muy punzante para la economía rusa, pero también para los bolsillos europeos.
Estados Unidos y el Reino Unido han decretado el embargo al petróleo y gas ruso. Pero la UE, de momento, no les sigue. Y no porque el bloque comunitario no quiera, sino porque no puede: el 60% de las exportaciones de petróleo ruso tienen destino europeo y el 40% de todo el gas que consumen los europeos es Made in Russia. Por ello, Bruselas opta por la estrategia de reducir la dependencia de forma gradual. Quiere acabar con ella para finales de esta década. Y para ello explora ya nuevos mercados como el argelino, catarí o el noruego. Pero los expertos advierten de que desprenderse de este yugo, que se ha convertido en un talón de Aquiles para Bruselas, no podrá hacerse de la noche a la mañana.
En este escenario, Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, ha pedido a los europeos un "esfuerzo colectivo" para que reduzcan su gasto en calefacción y en gas. El aumento del precio de los alimentos debido a disrupciones en la cadena de suministras despierta también "importantes preocupaciones" en la capital comunitaria. De momento, la autocrítica ya se abre paso: la UE no solo no redujo la dependencia de los recursos rusos tras la anexión de Crimea, sino que la aumentó. Y ahora la urgencia le ha pillado con el pie cambiado.
Los países europeos inyectan 700 millones de euros al día a Rusia por importación de petróleo y gas
Lo cierto es que los europeos no pueden cerrar el grifo de un día para otro. Cuenta con un punto de partida muy diferente a Washington y Londres: la realidad y las consecuencias de esta medida son profundamente diferentes. Este movimiento ya propicia la gran disonancia hasta la ahora coordinada respuesta a Putin del tripartito Bruselas-Washington-Londres. Pero incluso dentro de la UE hay diferentes visiones. Frente a la presión de Ucrania para que los europeos se sumen al embargo, países como Alemania y Hungría son especialmente escépticos.
Los países europeos inyectan 700 millones de euros al día a Rusia por importación de petróleo y gas. Y las críticas apuntan a que es, precisamente, este dinero el que ayuda a Putin a financiar su guerra en Ucrania. De ello hablarán el jueves y viernes los 27 líderes de Estado y de Gobierno, reunidos en una cumbre informal en Versalles, Francia.
El encuentro llega tras la aprobación del cuarto paquete de sanciones adoptado por el bloque comunitario. Está destinado a llenar las lagunas de sus predecesores. Por ejemplo, cuenta con la inclusión de tres bancos bielorrusos al sistema de intercambio financiero SWFIT y el control sobre las criptomonedas. El objetivo de las medidas es evitar vías alternativas del Kremlin para esquivar unas medidas restrictivas que ya han sacudido sus mercados y devaluado su moneda, el rublo. También se han incluido a 160 políticos y oligarcas rusos, que eleva la cifra a más de 800 personas penalizadas por la UE en el marco de la agresión a Ucrania.
¿Ucrania, miembro número 28 de la UE?
La cita en París tendrá como uno de sus centros neurálgicos el debate sobre la adhesión de Ucrania a la UE. Hace unos días el presidente ucraniano, Volodimir Zelenksy, formalizó su petición para ingresar en el bloque y el Consejo pidió en tiempo récord a la Comisión que elaborase un estudio para evaluar su situación interna a nivel de estándares democráticos y de estabilidad financiera. Pero algunos países, especialmente los del Este y Bálticos, quieren acelerar este proceso de entrada, engorroso y que se prolonga durante años. "Si no es ahora, ¿entonces cuándo?", se ha preguntado Kaja Kallas, la primera ministra estonia, en una intervención en la Eurocámara. Fuentes europeas reconocen estas fricciones en torno a qué alcance dar a la adhesión: un mensaje meramente político y simbólico o uno decisivo.
Más reacios son potencias como Alemania, Francia o Países Bajos. Creen que el proceso de ampliación es muy delicado, especialmente en una UE que durante la última década ha vivido instalada en la 'policrisis': la financiera, la del Brexit, la de refugiados o la del Estado de Derecho. Y creen que hay que limpiar la casa antes de tener nuevos invitados.
Los líderes también tienen visiones diferentes a la hora de extender el alcance de unas sanciones que no encuentran precedentes tanto en su dureza como en el tiempo récord en el que se han adoptado. Pero los bancos rusos más importantes todavía no están excluidos de SWIFT, por el recelo de algunas capitales sobre el efecto que tendría en la estabilidad global. También disruptiva es la postura sobre incluir o no la prohibición de utilizar los puertos europeos a los buques rusos.
La grieta con Estados Unidos ha nacido en las últimas horas debido al envío de cazas de combate, una petición casi desesperada de Zelensky. Estados Unidos ha negado el anuncio de Polonia sobre el envío de aviones MIG-29 polacos a su base en Ramstein para ser transferidos de ahí a Kiev. Washington teme pueda dar lugar a un choque indeseado que termine en la guerra abierta con implicación de la OTAN que todos quieren evitar. El Gobierno polaco había pedido a todos los aliados que tuviesen este tipo de jets que siguiese sus pasos.
Próximos pasos
La UE se prepara para una guerra de desgaste, a largo plazo. Por ello, apela a una "paciencia estratégica" con sanciones graduales. A pesar del deterioro de la situación sobre el terreno, invoca unas conversaciones "directas e incondicionales entre Rusia y Ucrania bajo la ONU". La vía diplomática es la única apuesta para frenar la guerra en el corazón de Europa. La incógnita es cuándo se producirá y bajo qué términos. "Para la paz hacen falta dos, para declarar la guerra solo uno", ha afirmado Borrell.
La parte positiva que alienta a los europeos es la inesperada resistencia y respuesta de Ucrania a todos los niveles: de liderazgo, militar y de la sociedad civil. "Putin ha pensado que Ucrania era débil y servil y se ha encontrado con un país fuerte y resistente (…) Pretendía tomar Kiev en una semana y la capital resiste. Todas las ciudades ucranianas resisten. Y ante eso lo que hace es bombardear, como ya hizo en Alepo o Chechenia", ha afirmado el español.
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