Este artículo se publicó hace 2 años.
La guerra en Ucrania despierta el conflicto de Transnistria, la pequeña 'república' prorrusa dentro de Moldavia
Tres atentados sin autores conocidos en la región separatista, en la frontera oeste de Ucrania, disparan las alarmas ante una posible intervención de Moscú. Alrededor de 1.500 soldados rusos permanecen en la zona desde la guerra del 92, que concluyó sin una solución definitiva.
Jairo Vargas Martín
Madrid-Actualizado a
La invasión rusa de Ucrania ha sacado peligrosamente de un letargo de tres décadas el conflicto de Transnistria, una región separatista prorrusa dentro de Moldavia, fronteriza con Ucrania y que funciona de facto y con bastante normalidad como una república independiente desde 1992.
Aunque no está reconocida como tal por ningún estado del mundo, ni siquiera por Rusia, la región tiene su propia moneda, policía, ejército, parlamento y presidentes elegidos democráticamente. Además cuenta con tropas rusas y toneladas de armamento soviético desde 1992, cuando se firmó el alto el fuego entre Chisinau, la capital de Modalvia, y Tiráspol, la de Transnistria, apoyada militarmente por Moscú.
El conflicto se ha mantenido sin resolver desde entonces, aunque nunca se ha roto el alto el fuego ni ha habido acciones militares reseñables. Las tensiones son, según los expertos consultados, casi inexistentes. De hecho, el Sheriff de Tiráspol se clasificó para la Champions League y jugó contra el Real Madrid en diciembre de 2021, cuando la invasión rusa de Ucrania era solo una posibilidad que llenaba titulares.
Tres atentados en 24 horas
Sin embargo, la calma se ha roto este lunes. Las autoridades de la autoproclamada república han informado de tres ataques o atentados de autores desconocidos en menos de 24 horas. No ha habido víctimas, aunque el presidente de la región separatista, Vadim Krasnoselski, señaló que se ha atacado con lanzagranadas el edificio del Ministerio de Seguridad, se han derribado varias antenas repetidoras de radios y televisiones rusas y se ha atacado a una unidad militar separatista.
"Como muestran las primeras conclusiones de las investigaciones, las huellas de estos ataques conducen a Ucrania", escribió Krasnoselski en su cuenta de Telegram. El Gobierno de Ucrania, por su parte, acusa a Rusia de estar detrás de estos ataques con el fin de "desestabilizar" la región y extender la guerra a Moldavia, que este lunes ha reunido de urgencia a su Consejo Supremo de Seguridad.
La presidenta moldava, Maia Sandu, ha asegurado que la información de la que disponen apunta a "intentos de escalada relacionados con fuerzas internas de Transnistria que quieren una guerra y están interesadas en desestabilizar la situación". Sandu ha evitado acusar directamente a Rusia y ha asegurado que no tiene previsto tratar el asunto con el Kremlin, aunque ha condenado "todas las provocaciones y los intentos de involucrar a Moldavia en acciones que puedan amenazar la paz en el país". Responsabiliza a "facciones" del Gobierno de Transnistria que buscan resolver el congelado conflicto al calor de la guerra en Ucrania.
Transnistria, en los planes del Ejército ruso
Para Ruth Ferrero, profesora de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid, "no es casual" que se produzcan estos atentados anónimos después de que Transnistria fuera mencionada públicamente por primera vez entre los planes del Ejército ruso en la segunda fase de la invasión de Ucrania.
El pasado viernes, las agencia rusas Interfax y Tass recogían unas alarmantes declaraciones del mando militar ruso Rustam Minnekáyev en las que aseguraba que dominar militarmente el sur de Ucrania "abría la puerta" hasta Transnistria. "El control sobre el sur de Ucrania es otra forma de llegar a Transnistria, donde también hay evidencia de que la población de habla rusa está siendo oprimida", afirmó Minnekayev.
Y es precisamente ese argumento, el de proteger a la población rusófila, el que Putin esgrimió para lanzar su "operación especial" sobre Ucrania, recuerda Ferrero. "Aunque ahora mismo no tiene capacidad militar suficiente para una ofensiva para incorporar Transnistria, no tiene acceso terrestre", apunta la experta.
Transnistria autoproclamó su independencia en 1990, tras el derrumbe de la URSS, y poco después comenzaron las tensiones con la recién independizada Moldavia, que nunca ha abandonado sus aspiraciones de reintegrar esa franja de algo más de 4.000 kilómetros cuadrados. Supone el 12% del territorio moldavo en la orilla este del río Dniéster, donde residen algo menos de medio millón de personas.
No fue hasta 1992 cuando estalló la guerra contra una Moldavia recién ingresada en la ONU, y las tropas rusas, que apoyaban a los separatistas, fueron decisivas para mantener el conflicto congelado desde que se firmó el alto el fuego. Desde entonces, en virtud de estos acuerdos, un contingente de más de 2.000 soldados rusos ha permanecido en la zona, aunque según Ferrero, actualmente hay alrededor de 1.500 militares.
"Transnistria no parece prioritario para Putin, pero la invasión de Ucrania sí es una oportunidad para Transnistria de resolver y remover un conflicto aletargado", considera José Ángel Ruiz, director del Instituto de la Paz y los Conflictos y profesor del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada. "Si Rusia logra extender su frontera por el sur de Ucrania hasta Transnistria, será bien recibido en esta región que ha pedido varias veces formar parte de Rusia", añade.
Sin embargo, "para que ese escenario llegue, Rusia debe controlar esa franja de territorio hasta la ciudad de Odesa", un objetivo prioritario "porque dejaría sin acceso al mar a Ucrania y eliminaría el riesgo de que la OTAN pudiera tener una base en el Mar Negro", pero de momento está lejos del alcance de Putin, cuyas tropas han sido frenadas en Mikolayiv, recuerda.
Ruiz no cree que la incorporación de Transnistria a la Federación Rusa sea "algo desestabilizador" ya que "Moldavia no notaría la diferencia después de 30 años de independencia de facto".
En cualquier caso, ambos expertos aseguran que el escenario es "imprevisible". Moscú afirma que sigue "con preocupación" las informaciones sobre los atentados ocurridos, mientras que Washington todavía no está seguro de qué está ocurriendo en esta pequeña franja en territorio moldavo, uno de los vestigios más desconocidos del final de la Guerra Fría.
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