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"Los Hermanos Musulmanes no tomarán el control de Egipto"

Tariq Ramadan. Intelectual árabe. Denuncia los prejuicios sobre el islam y la hipocresía de Occidente

DAVID DUSSTER

Tariq Ramadan, de 48 años, intelectual suizo y doctor en Estudios Islámicos presentó la semana pasada su nuevo libro, Mi visión del islam occidental (editorial Kairós), en el que el nieto de Hasán al Bana, fundador de los Hermanos Musulmanes en Egipto, intenta mostrar una religión más liberadora que represora.

¿Por qué contrapone el choque de percepciones' al choque de civilizaciones?

Las percepciones que tenemos los unos de los otros son simplistas. Los árabes creen que Occidente es cristiano y corrupto. Y en Occidente creemos que el islam es monolítico, que responde a los titulares de violencia y de radicales extremistas. Todo eso es falso. Tenemos que deconstruir esas percepciones y ver la realidad.

¿Por ejemplo?

La historia reciente en Europa nos dice que la primera generación de inmigrantes musulmanes llegó con la intención de volver algún día a su país, pero se quedó. Esos primeros inmigrantes eran invisibles porque eran marginados. Luego, las segundas y terceras generaciones salieron del gueto. Pero nuestra percepción está anclada en el pasado. Pensamos que siguen segregados, aunque si son más visibles es porque están más integrados.

Usted lo ha experimentado.

Soy suizo de nacionalidad y egipcio de origen. Pero, ¿por qué hablo inglés y francés? Porque estoy más integrado. Nuestras percepciones están alejadas de la realidad. Por ejemplo, no entendemos que los musulmanes europeos vayan a la mezquita. Interpretamos que eso es una señal de que no se quieren integrar y es lo contrario. Quien construye una mezquita lo hace porque se siente en casa y quiere quedarse. Si seguimos hablando de la integración no estaremos integrados.

Si habla usted del islam, lo presentan como musulmán y si habla de otros temas, como profesor.

Es verdad. Mientras no te vean como musulmán puedes hablar de todo, pero cuando dices que eres musulmán, creen que sólo puedes hablar del islam.

¿La visión del islam sigue trufada de estereotipos?

Por supuesto. Se fijan en la violencia, las mujeres, que estamos en contra de la democracia, incluso cuando hablamos de Oriente Próximo tenemos esos prejuicios. Siempre se decía que la alternativa a las dictaduras eran los radicalismos. Y no es verdad, es una percepción sesgada y peligrosa, y hasta cierto punto racista.

¿Cuál es su análisis de lo que está ocurriendo en el Egipto pos-Mubarak?

Los Hermanos Musulmanes no van a tomar el control de Egipto porque esa no es su revolución, es una revolución del pueblo. Pero los Hermanos Musulmanes pueden participar en una democracia. Agitar el fantasma del islam radical es lo que han hecho los dictadores árabes.

¿Podemos hablar de islamistas igual que en Europa hay partidos democristianos?

Exacto. No hay un solo islam ni un solo islamismo, hay muchas tendencias, desde el turco Recep Tayyip Erdogan hasta Bin Laden. Incluso dentro de los Hermanos Musulmanes hay un conflicto generacional. Y la mayoría apuesta por el tipo de islamismo de Erdogan en Turquía y están de acuerdo en el rechazo de la violencia.

¿La situación de la mujer es otro tópico?

En el libro digo que no se puede negar que en las sociedades musulmanas hay procesos discriminatorios de la mujer que tenemos que atajar, pero también están surgiendo mujeres líderes que desafían el viejo sistema patriarcal. El islam no tiene problemas con las mujeres, pero los musulmanes, sí.

¿Y cuando se dice que la democracia no es un valor islámico?

También es erróneo. Eso es lo que pregonan en Arabia Saudí, pero el Corán no dice nada de eso. A Occidente tampoco le ha importado mucho la democracia en los países musulmanes, se ha guiado por sus intereses estratégicos. Los musulmanes no tienen ningún problema con la democracia, la viven día a día en Occidente y en países musulmanes como Indonesia, Senegal o Turquía.

¿Cree que Occidente aceptará algún día cosas como el velo islámico?

Sí, es cuestión de tiempo. No será rápido, faltan un par de generaciones más.

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