Este artículo se publicó hace 14 años.
Honduras sigue en manos golpistas un año después
El presidente Porfirio Lobo ha denunciado otro intento de golpe de Estado de los sectores reaccionarios. Micheletti le ha amenazado con expulsarlo del poder "si no cumple las leyes"
Porfirio Lobo se jugaba su futuro. En un lado, los representantes de los campesinos del Bajo Aguán reclamando las tierras por las que luchan hace años. Sobre la mesa, un acuerdo histórico que otorgaba 11.000 hectáreas a los luchadores. Pero, antes, en el tira y afloja, la confesión del actual presidente de Honduras condenado a la soledad: "No podemos quitarle más tierras a Miguel Facussé (poderoso terrateniente y bastión del golpismo). Si sigo insistiendo, el golpe me lo dan a mí".
Así están las cosas en Honduras transcurrido un año del golpe de Estado que violentamente secuestró y expulsó del país al presidente legítimo, Manuel Zelaya.
La Resistencia tiene ya 600.000 firmas para pedir una Constituyente
No contentos con cambiar el rumbo de la historia y de abrir la caja de los truenos, los golpistas siguen manejando los hilos del país. Tanto como para ahogar a Lobo, que hace semanas denunció el intento de cuatro miembros de su partido, el derechista Nacional, de darle una asonada. Para que le quedase claro, el líder del golpismo, Roberto Micheletti, se lo recordó la semana pasada: "El Gobierno de Porfirio Lobo es de cuatro años, siempre y cuando respete las leyes".
"Los golpistas que sacaron a Zelaya son los mismos que ahora presentan a Lobo como un títere para seguir consolidando su régimen de violencia", denuncia el Frente Nacional de Resistencia Popular, que ha emprendido una campaña de recogida de firmas (más de 600.000 por ahora) para presionar a favor de la convocatoria de una Asamblea Constituyente.
Porfirio Lobo, triunfador de las elecciones del pasado 29 de noviembre ("Un hecho político que no reconocemos, pero que no ignoramos", dijo el Gobierno español), está expiando sus propios pecados, los derivados del nombramiento de varios ministros que participaron en el golpe del 28 de junio.
Los rebeldes aún controlan el poder judicial a través de la Corte Suprema
Un escándalo internacionalMás dolorosas son las zancadillas de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), donde los golpistas son mayoría. Jorge Rivera, su presidente, amenaza con mantenerse al frente otros cuatro años más. Clave hace un año, ha vuelto a serlo ahora para expulsar a los cinco juristas miembros de Jueces por la Democracia. Un escándalo internacional que ha provocado la intervención del G-16 (los países cooperantes, integrados por la Unión Europea, EEUU, Canadá y Japón), que han presionado para que vuelvan a sus cargos y también para que Zelaya retorne al país, paso imprescindible para que el Gobierno de Tegucigalpa normalice sus actividades.
Rivera no está solo. Luis Rubí, fiscal general, es otra de las patas más robustas de la silla golpista. No sólo lo es, también lo deja claro siempre que puede: se ha negado a investigar las conspiraciones de las últimas semanas. Rubí es el gran obstáculo al que se enfrenta Zelaya en su intento de regresar a Honduras, pues está empeñado en detenerlo y procesarlo.
Los golpistas han sido premiados con ascensos y prebendas
¿Y los militares? El general Romeo Vásquez, líder de la cúpula militar, ha encontrado el mejor empleo civil posible: gerente de Hondutel, empresa hondureña de Telecomunicaciones, posición estratégica desde la cual se espió a los opositores.
Arrogante dictadorRomeo no es el único protegido. René Antonio Hepburn, teniente coronel que ejecutó la orden de allanamiento contra Mel Zelaya dictada por la CSJ, ha sido premiado con un ascenso. Venancio Cervantes, que formaba parte de la Junta de Comandantes, es hoy director de la trascendental Dirección General de Migración y Extranjería. Y otro general, Manuel Cáceres, está al frente de la Aeronáutica Civil.
"Yo no soy un asesino, nunca he matado", se defiende Micheletti
Muchos premios para tantos pecados. Incluso para el mayor de los pecadores, Roberto Micheletti, el "Judas Iscariote hondureño", como le define Zelaya. "No me voy a arrepentir de nada de lo que sucedió", sostiene arrogante el dictador, que ha permanecido entre las sombras, muy a su pesar, desde que dejara el poder.
Hasta hace diez días. El empresario de autobuses eligió San Salvador para reaparecer, entre protestas, en un acto en el que estuvo apoyado por el alcalde, Norman Quijano, de la ultraderechista Arena, que le nombró huésped distinguido. Este personaje, "oscuro y nefasto", como le definió el FMLN salvadoreño, fue declarado persona non grata. "Yo no soy un asesino, nunca he matado (olvidando el largo rosario de asesinatos y violaciones a los derechos humanos recogidos por Amnistía Internacional), ni siquiera en pensamiento", se defendió tras ser increpado al salir de un programa de televisión. Pero tuvo que hacerlo por la puerta de atrás y protegido. Ese es quizás el futuro que le espera.
Una asonada que aún no se ha resueltoEl 28 de junio de 2009
En la madrugada del 28 de junio de 2010, un grupo de soldados al mando del teniente coronel René Antonio Herpburn allana la residencia del presidente Manuel Zelaya y lo expulsa manu militari del territorio hondureño. El líder de los golpistas, Roberto Micheletti, asume el poder. Dos días después, la ONU pide que se devuelva el poder a quien lo obtuvo en las urnas: Zelaya.
La expulsión de la OEA
La Asamblea General Extraordinaria de la Organización de los Estados Americanos (OEA) decide suspender el derecho de participación en el organismo de Honduras el 5 de julio del año pasado. La OEA muestra así su reprobación a la asonada.
Las elecciones
El 29 de noviembre, se celebran unas elecciones en las que vence Porfirio Lobo, del conservador Partido Nacional de Honduras. EEUU reconoce la victoria de Lobo y la reprobación internacional empieza a bajar su tono. La resistencia hondureña denuncia que los golpistas siguen detentando el poder.
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