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ISIS Alemania juzga por terrorismo a un español que combatió contra el ISIS

Le han retirado el pasaporte tras regresar de luchar en Raqqa y Deir ez-Zor.

El hombre que combatió al ISIS, encapuchado. Su pseudónimo es Martin Klamper.

Un hispano-alemán de origen canario (Tenerife, 1996) y con doble nacionalidad, conocido con el seudónimo de Martin Klamper, espera desde el pasado mes de agosto a que los tribunales germanos decidan si le enjuician o no por terrorismo, tras haber combatido en Irak y en Siria contra el Estado Islámico dentro de una subunidad internacional de milicianos yazidí conocida como Unidades de Resistencia de Sinjar (YBS).

Después de servir durante cerca de once meses en los frentes de Raqqa y en Deir ez-Zor, el tinerfeño —de padre canario y madre alemana— fue retenido durante diez horas el mismo día de su regreso a Europa por varios agentes de la brigada de homicidios en el aeropuerto de Frankfurt. Los policías le retiraron el pasaporte alemán, su DNI y el móvil y le acusaron, entre otras cosas, de ser parte de una milicia kurda de Siria conocida con las siglas de YPG. Y así hasta el día de hoy.

Klamper ignora aún si tendrá que hacer frente a un proceso judicial, pero entre tanto, sigue privado de sus documentos identificativos y de todos sus derechos ciudadanos. "Ni puedo trabajar, ni puedo alquilar un piso o solicitar ayudas sociales, y además, vivo con la incertidumbre de si finalmente se archivará mi caso, me pedirán diez años o me impondrán una sanción", afirma desde la población de Bielefeld, donde en la actualidad reside junto a su familia.

Klamper viajó a la ciudad kurdo-iraquí de Suleimanya el 7 de julio de 2017, con su mochila y sin contactos, tras haber pasado un año en el Ejército alemán. Según afirma, no le alentaban motivos políticos, sino humanitarios. "Como a muchos otros, me escandalizaba ver lo que estaba sucediendo allá y decidí hacer algo".

"Cuando tomé la decisión, formaba parte del Ejército alemán, pero un compañero en quien confiaba le confesó a los mandos que me proponía ir a Rojava, así que me pusieron en la siguiente tesitura: o terminaba los meses que me quedaban de servicio o abandonaba el Ejército. Y yo decidí irme", asegura Klamper. Una vez en Irak, conoció a un austriaco junto a quien decidió enrolarse en la unidad internacional de las YBS, donde servían en aquellas fechas varios compatriotas más de la Península.

Junto a los dos españoles muertos

Durante su estancia en Oriente Medio, Martin coincidió y combatió junto a los dos únicos españoles caídos en aquel conflicto. De hecho, fue el último compatriota que vio con vida al gallego Samuel Prada, fallecido en Afrin cuando luchaba contra los turcos y sus mercenarios islamistas. Él mismo resultó herido algunas horas después de que Prada muriera en combate y todavía hoy conserva en sus glúteos varios fragmentos de metralla. Klamper fue alcanzado por un drone turco cuyo operador le dio por muerto, tras quedar tendido en el suelo, aparentemente inerte, después de ser alcanzado varias veces.

El canario estuvo también presente en el operativo en el que murió Ramón Rull, un valenciano —miembro igualmente de las YBS— que fue fulminado en el acto por una mina del ISIS cuando intentaba tomar una posición de los yihadistas junto a varios españoles más. Otro español de las YBS resultó gravemente herido de metralla ese mismo día.

Aunque formalmente Klamper formó parte durante todo el tiempo de la unidad yazidí de las YBS, las autoridades germanas le acusan formalmente de ser parte de las YPG. Bien es verdad que, a menudo, los voluntarios internacionales eran invitados a cambiar los emblemas de sus charreteras en función del frente en el que combatían, y de acuerdo a las prácticas de unas milicias poco lastradas por las burocracias y las normas de los ejércitos convencionales.

Milicianos del YPG, en Raqqa. Foto por Ferran Barber

Milicianos del YPG, en Raqqa. Foto por Ferran Barber

Ninguna de esas dos organizaciones se halla incluida por la comunidad internacional dentro del listado de grupos terroristas, pero se da la circunstancia de que la Administración alemana mantiene unos estrechos lazos con Turquía y defiende una política especialmente dura y represiva con todos los movimientos de solidaridad con el pueblo kurdo. Y ello, hasta el punto de castigar con sanciones la mera ostentación de banderas o emblemas de esa milicia.

Esto es especialmente notorio en el lander de Baviera —dominado por los conservadores—, donde rigen unas leyes represivas y un cuasi estado policial de facto que ha permitido imponer sanciones económicas a varios usuarios de las redes sociales por la mera publicación de banderas de las YPG o las YPJ (las unidades kurdas de autodefensa femenina), los dos principales aliados de los Estados Unidos en Siria. Sólo Turquía considera a estas milicias kurdas integradas en las Fuerzas Democráticas de Siria (SDF) como grupos terroristas. La postura oficial de Ankara es que son meras delegaciones del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Paradójicamente, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea acaba de dictaminar que el PKK estuvo erróneamente incluído en la lista de organizaciones terroristas entre 2014 y 2017. Según la corte de Luxemburgo, ni siquiera la inclusión de ese partido en el listado de los terroristas se ha justificado debidamente.

A remolque de las peticiones del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, Alemania y en particular Baviera siguen persiguiendo y reprimiendo cualquier forma de simpatía por el movimiento kurdo de liberación. Esta semana, el activista Ahmet Cakmak ha sido condenado a pagar una sanción de mil euros por condenar los ataques turcos en Afrin. Al igual que sucedió en España tras conocerse el veredicto de la Audiencia Nacional contra varios brigadistas de Reconstrucción Comunista que combatieron en Rojava y el secretario general de ese partido —Roberto Vaquero—, los activistas alemanes de la causa kurda han calificado la sentencia de "política" y han asegurado que la multa no se pagará debido a la naturaleza injusta de la sanción impuesta a petición de Turquía. Hacía sólo unos días que el periodista de Munich Anselm Schindler había sido castigado con otra multa de 4.400 euros por el mero hecho de portar una bandera de las YPG.

Al tinerfeño Martin Klamper le hallaron durante el registro que le practicaron en el aeropuerto de Frankfurt varios emblemas de las YBS y las YPG. Él hispano-alemán vive hoy en medio de la incertidumbre. "Necesariamente, me pregunto qué es lo que va a sucederme. Si algunas personas han sido castigadas con multas de varios miles de euros por llevar una bandera, me inquieta qué van a hacerme a mí por pelear contra el ISIS dentro de esas unidades", dice. Hasta la fecha, se estima que 240 alemanes han ido a combatir contra el ISIS, tanto en Siria como en Irak. Al menos la mitad de ellos fueron a través del partido marxista leninista turco MLKP; los demás se repartieron entre los peshmerga kurdo-iraquíes, y las ya mentadas YBS e YPG. Ninguno de ellos ha sido condenado hasta la fecha por sus actividades militares, aunque, al igual que el canario Klamper, a un número significativo de milicianos se les ha retirado los documentos identificativos. Se ignora los criterios que siguen las autoridades alemanas para discriminar quiénes deben ser privados de sus derechos ciudadanos a modo de represalia por su lucha contra los terroristas islámicos.


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