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Israel Netanyahu ofrece carta blanca al Mosad para que consiga material médico

La pandemia del Covid-19 está causando una gran competencia entre los servicios de inteligencia más poderosos para conseguir equipamiento médico allá donde se encuentre. Como en otros países, el Mosad lleva a cabo operaciones secretas sin mirar el dinero. El resultado es que los países más fuertes son los que mejor pueden enfrentarse al coronavirus, en detrimento de los pobres.

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, en Jerusalén, en una imagen de archivo. / EFE
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, en Jerusalén, en una imagen de archivo. / EFE

eugenio garcía gascón

El Mosad ha añadido a su agenda una ocupación que no consiste en andar por el mundo matando palestinos, espiando el programa nuclear iraní o vendiendo armas en países africanos. Los agentes de la institución que dirige Yossi Cohen se dedican ahora a conseguir material médico allí donde se encuentre para combatir el coronavirus.

No es un asunto banal puesto que están en juego muchas vidas, ni tampoco es una operación exclusiva del Mosad. Numerosos servicios de inteligencia occidentales se ocupan de lo mismo en una lucha más descarnada que la guerra fría. Francia, Estados Unidos, Reino Unido o Alemania compiten entre sí en secreto para llevarse a casa respiradores y utensilios que se precisan para contener la pandemia.

El periodista de Haaretz Gideon Levy ironizaba esta semana diciendo que el Mosad se ha convertido en la nueva Cruz Roja. Denunciaba que el programa de investigación televisivo más visto en Israel, Uvda (Hechos), del Canal 12, ha presentado a Yossi Cohen y sus espías como auténticos héroes que se juegan la vida por el bienestar de Israel cuando en realidad están "robando equipamiento médico" que pertenece a países más afectados por la pandemia.

En el programa se mencionaba a H., el jefe de la división tecnológica del Mosad, diciendo "Estamos robando, pero solo un poco". Levy también se preguntaba por los medios probablemente criminales que utiliza la agencia de inteligencia para conseguir los pedidos de otros países: "¿Amenazas?, ¿armas?, ¿atracos?". Sin embargo, algo parecido ocurre en Europa y Estados Unidos.

No es nuevo que cada país mire exclusivamente por sus intereses. La primera lección de la pandemia es que vivimos en un mundo que no puede detener el proceso de globalización. No obstante, los países siguen actuando como si viviéramos en el siglo XIX en lugar de afrontar los problemas conjuntamente. Y lo más grave es que proliferan partidos de izquierda que participan en el juego nacionalista y particularista como si fueran obsoletos partidos de derecha.

El presupuesto que los servicios de inteligencia dedican a este menester es prácticamente ilimitado. Hay que conseguir ventiladores y tecnología al precio que sea para afrontar el coronavirus de la mejor manera posible. Así que los hombres que hasta hace poco se dedicaban a espiar el programa nuclear iraní ahora se dedican en cuerpo y alma a otra "razón de estado" más urgente.

Los países han reaccionado tarde a la escasez de equipamiento contra la pandemia. Israel suprimió los vuelos con China rápidamente, lo que le permitió retardar los contagios, pero solamente cuando estos se extendieron exponencialmente se dio cuenta de que no tenía respiradores suficientes para responder a la demanda.

Entonces salieron los que recordaron que Israel ha recortado significativamente el presupuesto de Sanidad, algo que ha ocurrido en casi todos los países donde la sanidad era hasta hace poco la joya de la corona del estado de bienestar. El neoliberalismo rampante considera que los hospitales son un lujo demasiado costoso. En Israel, la relación entre las enfermeras en las UCI y la población es de las más bajas del mundo, aunque el país posee una sanidad de buena calidad y comparable a la de cualquier país occidental desarrollado.

Por ahora Israel tiene un número de contagios relativamente pequeño en comparación con los países europeos y Estados Unidos, pero el ministerio de Sanidad estima que, en el peor escenario, en el mes de mayo habrá un millón de contagios. Esto significa que el país necesitaría unos 10.000 respiradores y solo cuenta con 2.000, de ahí que el primer ministro Benjamín Netanyahu haya recurrido al Mosad para subsanar el problema.

Según el veterano periodista Ben Caspit, Netanyahu no solo ha puesto a trabajar en este asunto al Mosad. Otros sistemas de la defensa están implicados, como la Administración para el Desarrollo de Infraestructura de Armas y Tecnología del ejército, los directores de adquisición del ejército, varios servicios de inteligencia, expertos en tecnología de la unidad 8200 de Aman, los servicios de inteligencia militar, y otros muchos efectivos.

Hay algunos servicios de inteligencia israelíes cuya existencia solo ahora, con la crisis del coronavirus, ha salido a la luz, dice Caspit. Es el caso de la unidad tecnológica de Aman, que durante años ha operado tras una pesada cortina de secretismo y que se ha desclasificado estos días "con el fin de demostrar a los israelíes" que el ejército se ha unido a la guerra contra la pandemia.

Netanyahu ha ordenado al director del Mosad que haga todo lo que sea necesario para afrontar el problema sin ningún miramiento por lo que cueste. El ministro de Defensa, Naftalí Bennett ha revelado que Israel ya ha gastado 500 millones de euros en la adquisición de material. Por su parte, Yossi Cohen ha establecido una sala de mando en uno de los hospitales punteros, Sheba, desde donde dirige las operaciones. Aunque esta semana ha tenido que entrar en aislamiento, Cohen sigue al mando desde la distancia.

Las operaciones del Mosad reveladas hasta ahora son de lo más variopinto. En una ocasión sus agentes se presentaron en una planta industrial europea para descubrir que los servicios de inteligencia alemanes se les había adelantado en una hora. En otra ocasión llevaron a Israel 100.000 pruebas del coronavirus desde un país del Golfo Pérsico, probablemente los Emiratos Árabes Unidos, para descubrir que no respondían a los requerimientos del ministerio de Sanidad.

Todo debe de hacerse en secreto puesto que los países embargan el material médico que producen para su propio uso, prohibiendo la exportación. Como consecuencia los precios de los ventiladores se han disparado hasta un 500 por ciento.

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