Este artículo se publicó hace 2 años.
Israel está preparado para aplastar un levantamiento en una Cisjordania cada vez más hostigada
La mayoría de los efectivos militares de Israel están en Cisjordania, lo que explica que se esté retrasando la invasión terrestre de Gaza. En los últimos días, se han acentuado las incursiones militares en campamentos, los arrestos y los confinamientos en los territorios ocupados.

Murad Odeh
-Actualizado a
Uno de los motivos que explica la demora de la invasión terrestre de Gaza por parte del Ejército Israelí , pese a haberlo anunciado tras el ataque de Hamás, es la ocupación militar de Cisjordania. Desde que se hiciera con el control del territorio en 1967, Israel mantiene a la mayoría de sus efectivos en esa zona que lo separa del río Jordán. El despliegue de gran cantidad de soldados en Cisjordania responde a mantener el hostigamiento del régimen militar sobre la sociedad palestina.
Controles por carretera, checkpoints (puntos de control militares), torres de vigilancia y grupos de militares dedicados exclusivamente a la protección de los 700.000 colonos que viven en los 279 asentamientos.
Teniendo en cuenta esto, no resulta extraño que el Ejército tardase el pasado 7 de octubre en llegar a la zona de Israel atacada por Hamás y varios días en recuperar el control por completo.
Incursiones en campamentos de refugiados
Los sucesos en Gaza han elevado la alerta en Cisjordania. Tanto Internet como las redes sociales son monitorizadas en detalle dentro y fuera del territorio de Israel.
Gestos de resistencia, como ondear la bandera palestina, son castigados de forma severa
"El Ejército permanece en los checkpoints, a la entrada de las ciudades palestinas. Te revisan el móvil y si encuentran cualquier cosa en apoyo a Gaza lo rompen y te agreden", relata Ibrahim, que nació y creció junto a su familia en el campamento de refugiados de Dheisheh, en Belén (Cisjordania). Su hijo de 11 años conoce de memoria la historia de la Nakba (catástrofe en árabe) de 1948 tras la creación del Estado de Israel.
Ibrahim recorre las calles empinadas del campamento repasando en voz alta los nombres de los vecinos muertos durante las redadas militares. "No tengo miedo. Vienen todas las semanas, ya estoy acostumbrado", cuenta antes de señalar un mural dedicado a la periodista de Al Jazeera Shireen Abu Akleh, asesinada en 2022 por disparos de fuerzas israelíes.
Un palestino de 17 años murió este jueves en Dheisheh de otro disparo en la cabeza durante una redada. Desde el 7 de octubre, se contabilizan en Cisjordania 76 muertos, según el Ministerio de Sanidad de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
El número de incursiones militares en los campamentos de refugiados se ha multiplicado en los últimos días en ciudades como Belén o Tulkarem. Organizaciones internacionales como UNRWA hace tiempo que denuncian las muertes derivadas de estas operaciones repentinas, entre las que se encuentran un gran porcentaje de menores. Antes del inicio del conflicto, 2023 ya era uno de los años más mortíferos para los palestinos de Cisjordania.
Las fuerzas de seguridad de Israel hablan de la relación de los detenidos con el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás). Sin embargo, los residentes del campamento niegan cualquier vínculo con ese grupo y aseguran que simples gestos de resistencia, como ondear la bandera palestina, son castigados de forma severa.
En Incursiones nocturnas se realizan arrestos sin garantías, con humillaciones por parte de los soldados y que terminan siendo derivados a la vía de la jurisdicción militar.
Tras la Guerra de los Seis Días, en 1967, las cárceles israelíes engrosaron sus listas de presos con palestinos que condenaban la ocupación militar de sus tierras. Los mismos encarcelamientos sin juicio que hoy responden a una simple publicación en redes sociales y que en los años 70 llevaron a jóvenes como Farid Odeh a prisión por difundir mensajes de la resistencia palestina como el siguiente: "A todo opresor le llega su final".
Confinamientos
Al Juneidi: "He tenido que dejar de trabajar y casi no podemos salir de casa"
La escalada de tensión actual ha provocado, como en ocasiones anteriores, restricciones de movilidad, lo que impide a los palestinos salir de sus ciudades y aldeas. Los controles militares se han multiplicado por toda Cisjordania, que desde los Acuerdos de Oslo de 1993 se encuentra fragmentado en zonas A, B y C, forzando la segregación de palestinos y su retención en la zona A.
Muchos han tenido que dejar sus oficios al no poder acudir a sus puestos de trabajo, como es el caso de Ibrahim, enfermero del Hospital de Saint Joseph, en Jerusalén, a solo 12 kilómetros de su casa.
Colegios cerrados y universidades sin clases presenciales. Los comerciantes temen abrir sus negocios y las calles y carreteras están vacías. Con la economía palestina paralizada, las restricciones de movilidad también ponen en riesgo la salud de los habitantes que requieren atención hospitalaria urgente.
"Hemos tenido que posponer dos veces las sesiones de quimioterapia de mi tía porque no podemos ir al hospital, que se encuentra en Belén", cuenta Marwa Al Juneidi a este medio desde Hebrón.
A sus 24 años, es una de las únicas mujeres que trabajan como guía turística en la ciudad. Un destino de gran tradición religiosa debido a la presencia de la Tumba de los Patriarcas, uno de los lugares sagrados para judíos y musulmanes.
"He tenido que dejar de trabajar y casi no podemos salir de casa. Ahora mismo, acercarse a la Mezquita Ibrahim-al-Ibrahim es muy peligroso para cualquier palestino".
Ataques de colonos
Esta ciudad es uno de los puntos más calientes del sur de Cisjordania, donde Amer Shallodi lleva años resistiendo las presiones para que abandone su negocio. Se trata de una pequeña tienda situada justo enfrente del checkpoint que da paso a un asentamiento judío, el único de Palestina ubicado en el centro urbano. La convivencia es insostenible desde hace años debido a las continuas agresiones de los colonos a sus vecinos.
Sentado en la puerta y tomando un café, Shallodi podía ver de cerca la garita militar que da paso al asentamiento, situada a unos diez metros de su tienda. El temor a ataques violentos lo mantiene alejado desde hace días de su local. "Cualquier palestino que se acerque al checkpoint ahora mismo directamente recibe un disparo".
El énfasis del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en deshumanizar a los palestinos alienta el extremismo de los judíos que residen en los asentamientos de Cisjordania. El número de ataques de colonos a palestinos, cuya cifra era ya alarmante este año, se ha incrementado peligrosamente tras el inicio de la guerra en Gaza. Armados y bajo la protección de los soldados israelíes, esperan en las carreteras que comunican las ciudades palestinas.
"Desde el primer día tratan de atacar, tienen ganas de venganza. Disparan a las casas y tratan de secuestrar a palestinos. La situación es muy peligrosa" cuenta Al Juneidi.
Un posible levantamiento popular
Los ataques a objetivos civiles sobre Gaza han desatado numerosas protestas en varias localidades de Cisjordania como Ramala, Hebrón o Nablus. Movilizaciones que han sido disuadidas violentamente tanto por el Ejército israelí como por las fuerzas de seguridad palestinas.
Cisjordania es, a efectos prácticos, una región que podría estar ya anexionada a Israel
Según los expertos, la escalada de tensión inquieta alarmantemente a la Autoridad Nacional Palestina, acosada por los casos de corrupción interna que han socavado sus apoyos entre la población de Cisjordania.
"Hay una estrecha colaboración entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina. A ninguno de los dos les interesa ahora mismo el aumento de la tensión en la zona", explica Izat el Amoor, experto en el conflicto palestino-israelí y docente de la Universidad de Hendrix en EEUU.
Las protestas de los últimos días expresan la preocupación de los palestinos por Gaza, así como la desesperación por las duras condiciones impuestas por la ocupación israelí.
El bloqueo económico, la ausencia de una autoridad palestina que garantice su seguridad y la masacre perpetrada sobre la Franja son alicientes para el estallido de un levantamiento popular, o lo que en ocasiones anteriores se ha denominado 'intifada'.
Las milicias tradicionales han visto crecer al norte de Cisjordania una nueva generación de jóvenes armados marcados por la violencia de los soldados israelíes. Una hornada de "combatientes por la libertad" o "fedayines" dispuestos, más que nunca, a llevar la lucha armada hasta el final.
En junio pasado, hubo un repunte de violencia y una respuesta inesperada ante la incursión del Ejército israelí en el campamento de refugiados de Yenín. Nueve horas de intensos combates que sorprendieron a Israel y que derivaron en el uso de helicópteros de combate por primera vez desde 2005.
Según El Amoor, "la política occidental no ha sido diferente cuando los palestinos han cooperado. En Cisjordania, la respuesta siempre ha sido la misma: la violación de los derechos humanos con el objetivo de la anexión del mayor número de territorios posibles".
A pesar de todo, Cisjordania es, a efectos prácticos, una región que bien podría estar ya anexionada a Israel: 3,3 millones de palestinos habitan zonas aisladas y fragmentadas, bajo un complejo control de soldados y colonos, y con un organismo político sin capacidad alguna de acción.
En estas condiciones, cualquier atisbo de levantamiento social sería severamente apaciguado. Como asegura El Amoor, "Israel tiene mucha más experiencia en Cisjordania que en Gaza. Ya hay bastante presencia militar en la zona y, además, Cisjordania no tiene una densidad poblacional tan alta, algo que siempre ha sido un obstáculo para Israel a la hora de controlar Gaza".
En 1969, una adolescente palestina de 25 años llamada Leila Khaled secuestró un avión estadounidense sin provocar víctimas mortales y con la intención de situar la causa palestina en el mapa. Como ella, los esfuerzos del movimiento de resistencia palestino han tratado durante años de buscar el amparo y la indignación del resto de países sin resultado.
La connivencia de los grandes actores internacionales en la actual masacre de Gaza ha desdeñado cualquier perspectiva de respuesta mundial contundente ante los crímenes de guerra. A todas luces, cualquier levantamiento popular en Cisjordania, pacífico o armado, justificado o no, solo provocaría un escenario parecido al de Gaza y una culminación de las ansias expansionistas del sionismo.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.