Este artículo se publicó hace 4 años.
Italia¿Necesita Roma un museo sobre el fascismo?
Roma ha sido testigo del auge y del hundimiento del fascismo italiano. Pero: crear un museo acerca de un período autoritario ¿evita el olvido o ensalza el pasado? Ante la iniciativa de fundar un museo dedicado a dicho período histórico, hay opiniones a favor y en contra. En Italia, está siendo motivo de polémica.
Roma-
Cualquier totalitarismo genera una sombra sobre la historia de un país. Entonces, ¿es correcto crear un museo acerca de ello? Generar una institución cultural acerca de un período autoritario ¿evita el olvido o ensalza el pasado? Setenta y cinco años después del final de la Segunda Guerra Mundial, esta semana Italia se ha visto en medio de un debate vinculado a la memoria histórica del país, algo que, respecto a España, es mucho menos frecuente y polémico. Una inesperada propuesta, sin embargo, ha generado en los últimos días un gran asombro en la Opinión Pública transalpina.
Tres concejales del Ayuntamiento de Roma han propuesto, en los últimos días, la creación de un Museo del Fascismo. La iniciativa, ideada por tres miembros del antiestablishment Movimiento 5 Estrellas (M5E), ha desatado una gran controversia en los medios de comunicación italianos, ya que el proyecto, según muchos, arriesga ampliamente de ser ambiguo, no obstante parta de un enfoque antifascista, como no podría ser de otra manera en un Estado de derecho. "Tenemos la necesidad de contrastar el negacionismo y la ignorancia todavía acerca de la primera mitad del siglo XX en Italia", ha explicado la cabeza visible de la iniciativa, la grillina Gemma Guerrini, quien apela al valor "catártico" del museo.
La iniciativa ha molestado al antifascismo italiano en general. Vista con óptica historiográfica, el proyecto apuntaría a defender la memoria de una época que no se debe repetir. En eso, a priori, no tendría que haber mucha discusión al respecto si todo apuntar al conocimiento de una época de la Historia. A diferencia de España, por ejemplo, que ha experimentado una Transición, el antifascismo transalpino es una ruptura con el pasado, así pues, es intrínseco e inherente a la creación de la República Italiana y la redacción de la Constitución del país.
Esto se debe a que, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y la victoria de los Aliados, el fascismo se prohibió de forma definitiva en la Carta Magna transalpina y fue el antifascismo italiano en su conjunto, desde la Democracia Cristiana (DC) hasta el Partido Comunista Italiano (PCI), quien sentó las bases de la actual Italia republicana. Así pues, hablar del fascismo en Italia es mucho menos controvertido de lo que, por ejemplo desde España, se podría imaginar.
Pero hay un colectivo antifascista que, antes que cualquier otro, se opone a la institución de un museo sobre el fascismo. Se trata de la comunidad judía de Roma, que desde hace al menos 15 años pide la creación del Museo de la Shoah, así pues dedicado al Holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial que acabó con la vida de 6 millones de personas. La comunidad judía, parte de la historia de la Ciudad Eterna, creó hace más de una década una fundación ad hoc para fundar un museo específico acerca del genocidio aplicado por la Alemania nazi, al igual que en otras ciudades del mundo como Berlín, Jerusalén, Washington, París y Londres. El Ayuntamiento de Roma hace mucho tiempo que tiene destinado unos fondos para ello, pero todavía no hay nada en firme acerca del lugar. Y sigue todo bloqueado.
En un clima político donde los partidos moderados del establishment transalpino no están en su mejor momento -el socialista Partido Democrático (PD) goza de sólo un 20% en los sondeos, mientras que la formación liberal de Silvio Berlusconi, Forza Italia (FI), del 7% entre los conservadores-; la comunidad judía de Roma ha expresado su opinión acerca de un museo del fascismo a través de un comunicado, recogido posteriormente por la prensa del país: "No estamos seguros de que pueda ser útil como una herramienta para la memoria, cuanto del enfrentamiento político". Y añade: "Si por un lado están quienes son reticentes en condenar las atrocidades del fascismo a la vez que, por otro lado, están quienes usan de forma instrumental el antifascismo; es difícil construir un museo que sea útil a las futuras generaciones".
"No permitiremos que Roma, medalla de oro por la Resistencia, tenga un museo acerca del fascismo", explican desde las filas socialistas del PD del consistorio romano. Desde las páginas del periódico Il Giornale, de corte liberal, defiende una postura opuesta: "Quien se opone tiene el temor de que, incluso involuntariamente, la exposición se convierta en una apología de la dictadura mussoliniana. ¿Por qué tendría que ser así, si se hiciera debidamente?". Desde las páginas de opinión del diario Avvenire, católico pero no por ello conservador, se lee: "Es difícil que se logre una apología del fascismo, si se hace referencia, por ejemplo, a cómo Mussolini se escapó disfrazado con el uniforme de un militar extranjero. ¿No sería mejor iluminar una época triste, que a lo mejor los visitantes no conocen o habían olvidado?".
"No permitiremos que Roma, medalla de oro por la Resistencia, tenga un museo acerca del fascismo", explican desde las filas socialistas del PD
Fundar ahora en Roma un museo sobre las dos décadas mussolinianas, igualmente, puede tener también ciertos riesgos en términos de nostalgia fascista. Bien es cierto que el destino más cotizado por antonomasia de los que añoran al Duce es Predappio (Emilia-Romaña), el pueblo natal de Mussolini donde hoy se encuentra su tumba. Pero en el actual momento político, donde los sectores neofascistas italianos coquetean con los soberanistas transalpinos -la Liga de Matteo Salvini y los Hermanos de Italia de Giorgia Meloni- para sobrevivir en el espacio político; el hecho de que exista un museo del fascismo puede incitar a que los simpatizantes de la extrema derecha tengan un lugar de referencia en la capital de Italia.
El debate generado, finalmente, a sido de tal calado que ha puesto en entredicho la factibilidad y continuidad del proyecto; hasta el punto que la propia alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, del Movimiento 5 Estrellas (M5E), fundado por Beppe Grillo, ha tenido que intervenir al respecto para zanjar, momentáneamente, el asunto. Estos días, en una entrevista dentro las páginas del diario progresista La Repubblica, la primera alcaldesa de la historia de la Ciudad Eterna ha asegurado que "no va a haber un Museo del Fascismo en Roma" y que sus concejales "ya han retirado el proyecto".
La polémica generada, así pues, ha sido mayor de la esperada, enfureciendo a los sectores más progresistas a las comunidades judías de la capital transalpina. Uno de los riesgos, de hecho, para Raggi es que "se celebren las páginas más tristes de la historia italiana". Y añade: "Hoy más que nunca, donde el coronavirus ha generado más pobreza, los valores antifascistas son más necesarios que nunca frente a aquellos que quieren aprovecharse de la desesperación. Roma es orgullosamente antifascista".
Raggi: "Hoy más que nunca, donde el coronavirus ha generado más pobreza, los valores antifascistas son más necesarios"
En toda la controversia relativa a un hipotético Museo del Fascismo, que por el momento no se realizará, la Ciudad Eterna tiene mucho que decir al respecto. En 1922, la marcha sobre Roma determinó el comienzo de los veinte años del fascismo italiano. En Roma fue donde se firmaron las leyes raciales de 1938 que determinaron la persecución de los judíos en todo el país, siguiendo el modelo de Hitler.
En Roma fue donde los nazis controlaron la Península Italiana tras la caída del régimen de Mussolini en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial. En Roma fue donde, el conocido 16 de octubre de 1943, más de 1.200 judíos, en su mayoría mujeres, fueron sacados de sus casas para luego ser deportados a Auschwitz. La Historia no miente. Y más si tiene, como de costumbre, a Roma por testigo.
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