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Los lapsus y un informe sobre su edad ponen a Biden contra las cuerdas mientras los republicanos plantean incapacitarlo

El presidente de Estados Unidos, muy enfadado, asegura que su memoria "está bien" después de que un fiscal especial asegurase que es "limitada". Cada vez son más los que cuestionan la capacidad física y cognitiva de Biden para el cargo.

Joe Biden
Joe Biden, presidente de Estados Unidos, este viernes en la Casa Blanca. Samuel Corum / EFE/EPA

Desde hace un par de años se ha instalado en la política estadounidense un debate recurrente: el de si Joe Biden es a sus 81 años -cumplirá 82 en noviembre- demasiado mayor para ser presidente de Estados Unidos y para presentarse a la reelección en las elecciones que se celebrarán a finales de este año. 

Esta semana ese debate sobre la capacidad física y cognitiva de Biden para ocupar el cargo de presidente de Estados Unidos ha vuelto a resurgir con fuerza tras un informe del fiscal especial Robert Hur, que investiga si el mandatario retuvo de forma intencionada documentos clasificados cuando fue vicepresidente con Barack Obama entre 2008 y 2016. En ese informe, Hur describe a Biden como un anciano con una "memoria significativamente limitada". De hecho, el fiscal Hur ha descartado presentar cargos contra Biden debido a su avanzada edad y por su colaboración durante todo el proceso.

El informe del fiscal ha levantado mucha polvareda, sobre todo porque en él se asegura que durante el interrogatorio Biden incluso tuvo dificultades para recordar la fecha de la muerte por cáncer de su hijo Beau en 2015 o la fecha en que fue vicepresidente, lo que deja en una posición muy comprometida al actual presidente.

Además, el informe de Hur ha coincidido con dos nuevos lapsus de Biden esta misma semana, los últimos de una lista que ya empieza a hacerse demasiado larga: el martes confundió a Emmanuel Macron, presidente de Francia, con François Mitterand, presidente francés muerto en 1996, y el jueves le pasó lo mismo con Abdelfatah El-Sisi, presidente de Egipto, al que se refirió como "presidente de México".

Dos nuevos deslices del presidente estadounidense que le ponen de nuevo en la picota. Como suele hacer siempre que el asunto de su salud copa la agenda política, Biden se ha defendido como gato panza arriba. En la misma rueda de prensa en la que confundió al presidente egipcio con el mexicano, Biden se mostró muy enfadado con el fiscal Hur: "Mi memoria está bien. ¿Cómo diablos se atreve? Francamente, cuando me hicieron la pregunta, pensé para mis adentros que no era de su maldita incumbencia (...) No necesito que nadie me recuerde cuándo murió mi hijo".

"No, mira, mi memoria está bien. Echa un vistazo a lo que he hecho desde que soy presidente. Ninguno de ustedes pensó que podría superar ninguna de las cosas que conseguí sacar adelante", añadió Biden, visiblemente molesto.

La contundencia de Biden no ha convencido a todos. Amparados en el informe del fiscal Hur, un grupo de congresistas republicanos planteó este mismo viernes la posibilidad de aplicar la 25ª enmienda, prevista para incapacitar al presidente si no está en condiciones de ejercer el cargo. Esta enmienda es un procedimiento para sustituir al mandatario del país en caso de muerte, destitución, dimisión o incapacidad. 

Biden, sin embargo, tiene un factor que juega a su favor: Donald Trump, quien se perfila como su rival en las elecciones presidenciales de noviembre, tiene 77 años y también ha protagonizado lapsus en los últimos meses, como en un mitin en noviembre en el que confundió al primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.

Los medios de Estados Unidos no dejan de recordar que Biden es el presidente más viejo de toda la historia del país y lo comparan frecuentemente con Ronald Reagan, el segundo más viejo en el puesto y que en los últimos meses de su mandato empezó a mostrar los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer.

El asunto de su edad se ha convertido en un tema incómodo para Biden y para el propio Partido Demócrata: pese a su optimismo, el presidente estadounidense está jugando un partido contra el tiempo que no puede ganar. O sí: si obtuviese un segundo mandato teóricamente estaría en la Casa Blanca hasta los 86.

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