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Líbano sufre una epidemia de agentes del Mosad israelí

La Policía ha detenido a más de 30 personas sospechosas de espiar para Israel

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Un ambiente de extrema paranoia recorre las calles de Beirut y los pueblos del sur de Líbano, donde en los últimos días la Policía ha detenido por lo menos a 34 personas sospechosas de trabajar para el Mosad, el servicio secreto israelí. Entre las personas detenidas hay gente corriente, como amas de casa, pero también un general, un coronel y un subcomisario de policía jubilado.

Los medios de comunicación libaneses no paran de dar cuenta de nuevas detenciones que sorprenden a los familiares y a los vecinos de los implicados. La gente admite que ha crecido su nivel de desconfianza y todos miran con precaución a las personas de su entorno. Cualquiera puede ser un espía al servicio de Israel.

En algunos domicilios se han hallado sistemas de transmisión muy sofisticados que permitían a los espías establecer contacto con los agentes del Mosad en Israel sin levantar sospechas. Según la Policía libanesa, los espías también se comunicaban a través de ordenadores.

Robert Kafouri, de la localidad sureña de Marjayun donde prestan servicio los militares españoles, fue detenido en abril. Su familia asegura que no es un espía, pero los vecinos piensan de otro modo, pues recuerdan que, durante la guerra de Líbano del verano de 2006, el Ejército israelí destruyó todas las casas del barrio menos la suya.

Como en el juego del dominó, unas piezas han ido tirando a otras y nadie sabe cuándo terminará la cadena, y si afectará a más militares de alto rango o incluso a políticos. Algunos se han escapado sin rendir cuentas a nadie. Es el caso del profesor de matemáticas Elie al Hayak, de 51 años, que hace unos días huyó con toda su familia y buscó refugio en Israel.

Los espías fueron moneda corriente durante la invasión israelí de Líbano, entre 1978 y 2000, especialmente en el sur del país, pero cuando Israel se retiró, hace nueve años, las aguas parecieron tranquilizarse. Lo ocurrido en los últimos días indica que la situación dista de ser normal.

Según la Policía, las pesquisas determinan que la mayoría de los detenidos informaban a Israel acerca de los movimientos de dirigentes de Hizbolá, el Partido de Dios, la formación chií aliada de Siria e Irán que está fuertemente armada y que en 2006 plantó cara al Ejército israelí durante varias semanas seguidas.

No es ningún secreto que Israel quiere acabar con el líder de Hizbolá, Hasan Nasrala, quien se oculta continuamente y sólo aparece en público en contadas ocasiones y durante unos minutos.

Pero los informadores no se contentaban con seguir de cerca a los dirigentes chiíes sino que también espíaban en Siria. De hecho, algunos de los detenidos podrían ser sirios. En los últimos años, Israel ha llevado a cabo varias operaciones en Siria, como el asesinato en Damasco de Imad Mugniya, uno de los principales líderes de las milicias de Hizbolá.

Entre los datos más sorprendentes que ha revelado la prensa libanesa figura el sistema que utilizaba Israel para reclutar a sus informadores. No es muy sofisticado pero ha sido muy efectivo.

Varios agentes veteranos del Mosad establecieron una especie de oficina de empleo en Beirut, llamada Oficina de Servicios Públicos. Muchos libaneses desocupados enviaron su currículo de buena fe y los agentes libaneses lo enviaron a su vez por ordenador a Israel, donde se examinaron con cuidado antes de seleccionar al personal más apto para una ocupación que los israelíes remuneraban generosamente.

A continuación se creaban células integradas por tres o cuatro espías que salían a la calle a cumplir las órdenes del Mosad. Los espías sacaban fotos y vídeos de los lugares frecuentados por hombres de Hizbolá y por sirios y reunían información sobre edificios militares y civiles.

 

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