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Mugabe se agarra al poder pese al colapso económico de Zimbabue

La oposición denuncia un plan para robar las elecciones de hoy, que pocos consideran libres

ISABEL COELLO

Desafiando su cada vez mayor aislamiento internacional, una economía en ruinas, una población exhausta con enormes deseos de cambio y crecientes fracturas internas dentro de su propio partido, el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, de 84 años, vuelve a presentarse a las elecciones que hoy se celebran en el país. Quiere revalidar su mandato por otros cinco años, que se suman a los 28 que ya lleva en el poder. Nadie duda de que lo logrará. Pero pocos creen que lo haga de modo legítimo.

Nacido en el pueblo de Matibiri, en el noreste de Zimbabue, Mugabe fue formado por maristas y jesuitas y se convirtió en profesor, antes de hacerse líder de la oposición, lo que le forzaría a vivir en el exilio. De religión católica, tiene un peculiar acento británico y siete títulos universitarios, tres de los cuales se sacó en los diez años que pasó en la cárcel -desde 1964- por oponerse al apartheid de su país, la antigua Rhodesia. Llegó al poder cuando la firma de la paz entre la guerrilla y el Gobierno de Ian Smith facilitó la entrega del poder a la mayoría negra en 1980.

Refugio antiapartheid

Solidario con la lucha contra el régimen segregacionista blanco de la vecina Suráfrica, Mugabe albergó a muchos activistas antiapartheid surafricanos. También amplió la educación a la mayoría negra en su país. Por ello, para muchos africanos, Mugabe sigue siendo un referente en la lucha contra la opresión blanca, hoy redenominada neoimperialismo. Poco importa que el líder zimbabuense torture a la oposición, amañe elecciones o haya hundido la economía del país, que tiene la inflación más alta del mundo, el 100.000%, y una tasa de desempleo del 80%. Muchos africanos siguen viéndole como el héroe de independencia que fue y no como el tirano en el que se ha convertido.

Mugabe lo sabe y aprovecha cualquier oportunidad para vilipendiar a Occidente, especialmente al Reino Unido, antigua potencia colonial, a quien ve como líder de una conspiración contra él. 'Éste es un voto contra los británicos. No es una lucha contra el MDC [el principal partido opositor], que es sólo una marioneta de los británicos', dijo ayer Mugabe en un mitin a las afueras de la capital, Harare.

En otro discurso reciente, Mugabe acusó al Reino Unido y a EEUU de estar detrás de las alegaciones de posible manipulación de votos de la oposición. 'Sus amos les están diciendo [a los opositores] que las elecciones no serán libres ni justas. Son unos malditos y diabólicos mentirosos', dijo el presidente, que tiene un tono de voz agudo, gusta de hablar despacio y gesticula mucho con la cara y con las manos.

Durante años, el crecimiento económico de Zimbabue fue alto. El país era considerado el granero de África y Mugabe recibía elogios. Hoy, a la inflación astronómica se une la escasez de carburante, medicinas y comida. Más de cuatro millones de personas, un tercio de la población, depende de la ayuda alimentaria, principalmente del exterior. Mugabe lo atribuye a las sanciones internacionales.

El aislamiento de Mugabe se precipitó a raíz de una controvertida reforma agraria en 2000, cuando decretó la expropiación de granjas a los blancos y autorizó a antiguosveteranos de guerra a invadirlas. La producción se derrumbó.

Posible segunda vuelta

Pero quizá haya un leve margen para la sorpresa en estas elecciones. Así lo ve la activista de derechos humanos Mary Ndvolu. 'Hace seis semanas todo parecía cerrado y sellado. Nuestra espiral hacia el desastre continuaría', escribe en un boletín electrónico. 'Pero entró en escena Simba Makoni y todo parece diferente', dice en referencia al ex ministro de Finanzas de Mugabe que decidió el pasado 5 de febrero presentarse a la presidencia.

Es cierto que Mugabe nunca ha hecho frente a un opositor surgido de su propio partido. La candidatura de Makoni es el hecho que más puede marcar estos comicios. Porque al dividirse el voto entre tres candidatos, es más fácil que ninguno logre el 51% necesario para evitar una segunda vuelta entre los dos más votados. Ante ese escenario, la oposición podría unirse.

'Por primera vez, la tan cacareada fractura dentro del partido en el poder podría cambiar las cosas', señala Ndvoulu. Mugabe parece haber olido el peligro y le ha dedicado dulces palabras a su antiguo ministro. Ha dicho que es un 'sapo que está intentando inflarse hasta lograr el tamaño de un buey'. Y, por lanzarse a la carrera presidencial sin un partido, le ha llamado 'prostituta'. 

Enlace de interés: Informe sobre la situación de derechos humanos en Zimbabue de la Federación Internacional de Derechos Humanos

Morgan Tsvangirai

De 52 años, el líder del Movimiento por el Cambio Democrático (MCD) fue minero y sindicalista antes de hacerse opositor. Perdió frente a Mugabe en las presidenciales de 2002.

Detenido en múltiples ocasiones, en marzo de 2007 compareció mostrando todavía las magulladuras de la última paliza policial. Las divisiones internas dentro del MCD han hecho que muchos se pregunten si sigue siendo una alternativa viable a Mugabe.

Simba Makoni

El ex ministro de Finanzas de Mugabe –dimitió en 2002– se presenta como independiente. La candidatura de este funcionario de 58 años –que sólo ha podido hacer campaña unas semanas– tiene sobre todo el valor de haber evidenciado que hay fracturas en el partido en el poder. Makoni no tiene la trayectoria opositora de Tsvangirai, pero es visto como un tecnócrata reformista no tocado por la corrupción y con experiencia de gestión.

  

La oposición de Zimbabue ha acusado al presidente Mugabe de planear la manipulación de las elecciones. Entre otras irregularidades denuncia que se han impreso millones de papeletas no necesarias que temen se usen para rellenar urnas con votos para Mugabe.

“Creemos que hay un plan premeditado y sofisticado para robar estas elecciones” dijo el jueves el candidato Simba Makoni. “La credibilidad del voto está seriamente en duda”, añadió.

 “Los zimbabuenses no son libres para elegir al candidato de su elección”, opina Georgette Gagnon, directora para África de Human Rights Watch. “Las defectos electorales y los abusos contra los derechos humanos del Gobierno socavan cualquier posibilidad de unas elecciones justas”, añade.

La organización de análisis en zonas de conflicto International Crisis Group no es menos pesimista: “No hay ninguna posibilidad de unas elecciones libres”, señala en su último informe. A pesar de las enmiendas electorales, la oposición es sistemáticamente intimidada, la Comisión Electoral no es neutral y la prensa no es libre.

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