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Netanyahu quiere una campaña electoral corta

El primer ministro israelí se cree fuerte y los sondeos apuntan que este invierno podrá obtener un resultado más satisfactorio

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Exactamente un año antes del final de la legislatura en Israel, el primer ministro Benjamín Netanyahu dio ayer un golpe en la mesa para anunciar un anticipo electoral sin fijar ninguna fecha, aunque con toda probabilidad los comicios tendrán lugar en febrero próximo, o tal vez incluso en enero.

Netanyahu quiere una campaña lo más corta posible debido a cuestiones internas y externas. Se cree fuerte y los sondeos que se han publicado recientemente muestran, efectivamente, que el Likud, que ahora cuenta con 27 de los 120 escaños que hay en la Kneset, obtendrá este invierno un resultado más satisfactorio, aunque el sistema electoral estrictamente proporcional vigente en Israel permite que en la cámara se sienten diputados de un gran número de partidos políticos.

La atomización parlamentaria constituye un mal endémico en este país, si bien nadie cuenta con la fuerza necesaria para llevar adelante una reforma de la ley electoral. El motivo que anoche alegó el líder israelí para el adelanto de los comicios, es decir la imposibilidad de lograr un consenso entre los numerosos partidos que integran la coalición gubernamental para aprobar la ley de presupuestos, está bien fundamentado y es razonable, pero también muestra claramente esta deficiencia.

Netanyahu habría tenido por delante un año entero de campañaDe no anticipar las elecciones, Netanyahu habría tenido por delante un año entero de campaña, que en Israel es muy feroz y sin la aplicación de anestesia, con el consiguiente riesgo de desgaste, y con el deterioro añadido e imprevisible de la situación política y económica debido a la imposibilidad de un consenso en torno a los presupuestos y de que cada partido de la coalición tira del carro en direcciones distintas y hasta opuestas conforme más cerca está la fecha electoral.

Un año después del periodo más caliente de las protestas sociales en Tel Aviv y en otras ciudades, la situación macroeconómica anuncia la llegada de una crisis que hasta ahora ha conseguido evitarse mediante una administración muy estricta. En el horizonte, sin embargo, ya se atisban recortes importantes que sin duda recalentarán el tejido social en el próximo año, una situación que Netanyahu pretende eludir con el anuncio de ayer.

No debe extrañar que nada más conocerse la noticia, anoche mismo, los líderes de los partidos de centro y liberales denunciaran al unísono que el motivo central de sus inminentes campañas lo constituirá la fractura social que se vislumbra en un país donde las diferencias de renta entre los más ricos y los más pobres crecen sin descanso.

También existen razones externas para el anticipo electoral. La principal tiene que ver con las malas relaciones personales que hay entre Netanyahu y el presidente Barack Obama. El primer ministro israelí no ha ocultado sus preferencias por el candidato republicano Mitt Romney, a quien incluso invitó a visitar Israel este verano y a quien ha apoyado personalmente y a través de sus ricos amigos judíos de Estados Unidos.

Netanyahu teme una posible victoria de Obama en noviembre, lo que liberaría las manos del presidente americano para maniobrar contra Netanyahu. Las tensas relaciones entre estos dos políticos entrarían en juego durante todo el año que faltaba para los comicios israelíes, y esto es algo que Netanyahu también quiere eludir anticipando los comicios.

Otra consideración que sin duda ha sopesado Netanyahu es el programa nuclear iraní, y este asunto constituirá con toda seguridad un pivote central en la campaña. No está claro cual será la actitud de Teherán, pero los iraníes muy bien podrían jugar sus bazas para entorpecer lo que ahora mismo parece una carrera imparable de Netanyahu para ganar a lo grande las elecciones.

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