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La ocupación de los teatros en Francia se erige en símbolo de indignación contra Macron y más posibles recortes

Trabajadores del sector cultural ocupan unas 90 salas cerradas por la pandemia. Se oponen a la retirada de ayudas y una polémica reforma que recorta las indemnizaciones de desempleo.

Imagen de una ocupación de un teatro como rechazo a Macron, en Francia.
Imagen de una ocupación de un teatro como rechazo a Macron, en Francia. AFP

"Viva la Comuna", "Cultura sacrificada" o "Liberad a los artistas". La memoria del pasado revolucionario francés —este año se cumplen 150 años de la Revolución de 1871— cohabita con la urgencia de un sector cultural agonizante. En el frontón del Odéon, estas gigantescas pancartas evidencian la reconversión en un espacio de lucha de este monumental teatro parisino. Desde principios de marzo, más de 40 trabajadores precarios del sector cultural ocupan la emblemática sala del Barrio Latino. Una singular movilización imitada en el resto de Francia.

Casi un mes después, unos 90 teatros han sido ocupados para protestar contra la precarización de la cultura —y el conjunto de la sociedad— y la retirada de ayudas aprobadas el año pasado para hacer frente a la crisis de la covid-19.

"Cuando llegamos el 4 de marzo, en ningún caso pensábamos que estaríamos más de tres semanas y que se producirían un centenar de ocupaciones", asegura Lana, de 23 años, una actriz presente en el Odéon desde que empezó la movilización. En estos tiempos de pandemia, en que el distanciamiento social dificulta las protestas, la ocupación de teatros se ha erigido en un símbolo de la indignación contra la voluntad del ejecutivo macronista de volver a la senda de los recortes y las reformas neoliberales. "Decidimos ocupar el Odéon tras varios meses de movilizaciones de los profesionales culturales", explica Flo, de 38 años, actriz y música, sobre la decisión de reapropiarse políticamente de un teatro público que ya había sido ocupado en el Mayo del 68, en 1992 y durante la Nuit Débout en 2016. Desde que el presidente Emmanuel Macron anunció a finales de octubre el segundo confinamiento nacional, los teatros, cines y museos siguen cerrados en Francia. Las butacas acumulan polvo y los focos languidecen en la oscuridad, mientras que los transportes públicos están arrebozados de gente y los centros comerciales volvieron a abrir para la campaña de Navidad.

La apertura de centros culturales no es una prioridad

"Deseamos una reapertura de los espacios culturales. Pero evidentemente no queremos que sea una reapertura a cualquier precio, sino con estrictos protocolos sanitarios y que tenga en cuenta las circunstancias actuales de la covid-19", afirma Nathalie Sérane, secretaria general adjunta del Sindicato Nacional de Profesionales de Teatro y Actividades Culturales (Synptac), asociado a la CGT, uno de los principales sindicatos franceses. Una reapertura de los teatros y cines, "si no viene acompañada por un plan de ayudas del gobierno, dejará a muchos trabajadores del sector por el camino", reconoce Flo.

Conscientes del deterioro de la situación epidémica en Francia —el número de casos diarios vuelve a superar los 40.000 y París y otros departamentos están de nuevo confinados—, los ocupantes pusieron el foco en las medidas de apoyo al sector y a otros trabajadores precarios. Sus principales reivindicaciones consisten en pedir una retirada de la polémica reforma del sistema de desempleo y una renovación del "año en blanco" del estatuto que regula las cotizaciones de los trabajadores intermitentes del mundo del espectáculo.
En Francia, los artistas y empleados del sector necesitan cotizar 507 horas al año para percibir un seguro de desempleo que complete su sueldo. Tras el inicio de la pandemia, el gobierno decidió el año pasado ampliar de manera automática esta ayuda. Pero esta prórroga se termina a finales de agosto. Si el ejecutivo no decreta otro "año blanco", "perderé mis indemnizaciones como artista intermitente y me quedaré prácticamente sin ingresos. No podré pagar el alquiler", lamenta Lana. Unos 120.000 empleados culturales franceses se benefician de la condición del artista intermitente, un avance social que no solo dignifica profesiones intrínsecamente precarias, sino que facilita el funcionamiento de pequeñas compañías de teatro y estructuras culturales.
Sin embargo, este año "la mayoría de ellos no alcanzarán las 507 horas necesarias para prorrogar sus indemnizaciones", advierte Angelique Orbain, de 33 años, una actriz y directora de teatro que participa en la ocupación del teatro Graslin de Nantes. Por este motivo, "muchos músicos, actores o artista callejeros ya están pensando en dedicarse a otras profesiones para llegar a final de mes", añade Clara Díaz, una joven música española, de 31 años, que forma parte del grupo de manifestantes concentrados desde hace más de diez días en el Gran Teatro de Lorient, en la región de Bretaña.

Siguiendo la estela de la Nuit Debout y los chalecos amarillos

Un horizonte de gran precariedad que ya asecha a muchos trabajadores culturales en el presente. "Entre las personas que participan en la ocupación, hay adultos de 45 años que se quedaron sin dinero para pagar el alquiler y tuvieron que volver a la casa de sus padres", asegura Flo desde la majestuosa cafetería del Odéon. Allí una estatua femenina decorada con un chaleco amarillo y una gran pancarta con el mensaje "Reapropiémonos de nuestro futuro" recuerdan su nueva función de sala de máquinas de los manifestantes. Mientras los ocupantes reflexionan sobre el futuro de la movilización, los actores del emblemático teatro siguen ensayando en su interior la obra que estrenarán el año que viene.

"No queremos que sea solo una movilización de artistas intermitentes, sino también de otras profesiones precarizadas por la crisis, como guías turísticos o empleado de hoteles", asegura Lana. Para lograr esta "convergencia de luchas", exigen la retirada de la última reforma neoliberal que Macron se obceca en sacar adelante: la del sistema de desempleo. Esta medida, elaborada antes de la pandemia y que entrará en vigor durante el verano y otoño, endurece los requisitos para cobrar el paro —se pasará de 4 a 6 meses cotizados en los dos últimos años— y reducirá en un 20% las indemnizaciones de aquellos precarios que alternan meses de trabajo con otros de desempleo.

También celebran cada mediodía en la explanada del Odéon breves espectáculos musicales o teatrales y un ágora accesible a todos los ciudadanos con el objetivo de establecer un espacio de luchas compartidas. Después de que en 2016 la Nuit Debout apostara por la ocupación de plazas, siguiendo el ejemplo de los indignados españoles, y los chalecos amarillos empezaran sus protestas con la ocupación de rotondas, "seguimos el ejemplo de estos movimientos y pedimos la ocupación de muchos otros espacios", sostiene Lana.

La ocupación de teatros ha llegado para quedarse durante esta primavera en Francia. Y si el ejecutivo macronista sigue desatendiendo sus reivindicaciones, esta movilización hasta ahora pacífica y festiva podría endurecerse.

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