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"Yo pagué un soborno"

ELENA DEL ESTAL

'Estas 500 rupias son los costes de la instalación, y estas otras 500 es para que empiece a tramitar vuestra solicitud', dice el técnico de la compañía telefónica mientras apunta en su cuaderno de registro haber recibido el primer billete, pero se mete el segundo en el bolsillo. Un proceso por el que hay que pasar si se quiere una conexión a internet.

En India, muchos de los trámites de la vida diaria se consiguen previo pago de una pequeña cantidad de dinero al oficial, policía o técnico de turno. 'La llamada corrupción menor se da por parte de los funcionarios, que piden al ciudadano una cantidad de dinero por realizar un servicio que el Gobierno da como gratuito'. Habla Venkatesh Kannaiah, de Janaagraha, la organización de Bangalore que ha creado una iniciativa ciudadana que pretende dar jaque a la corrupción en India.

I Paid a Bribe (Yo Pagué un Soborno) es una plataforma online de participación colectiva donde los ciudadanos pueden redactar informes detallando la situación en la que se vieron obligados a pagar un soborno: cuándo, dónde, por qué y sobre todo, a quién. 'Una vez que nos llega la información, comprobamos los datos y nos ponemos en contacto con las administraciones para empezar un proceso de denuncia'. Para Kannaiah es importante trabajar en conjunto con el Gobierno para que las denuncias no caigan en saco roto y llegue a haber represalias. Porque las ha habido.

Shubham Khandelwal se quedó atónito cuando un funcionario le pedía 2.000 rupias (26 euros) por expedir su número de identificación ciudadana y el de su padre, un servicio que es gratuito. Shubham se negó a pagar durante tres días, pero harto de esperar, acabó pagando 350 rupias (4,60 euros). Cuando fue a recoger los carnets, el oficial le dijo que sólo le daría el de su padre, que se olvidase de recibir el suyo. 'Shubham redactó la denuncia en I Paid a Bribe y meses más tarde ese oficial ha sido suspendido', cuenta Kannaiah, y añade que el éxito depende, sobre todo, de la cantidad de datos y evidencias que se aporten.

Otro avance. 'El Gobierno está estudiando que no haga falta una verificación de la policía para renovar el pasaporte, debido a la gran cantidad de denuncias que tenemos en la web sobre los sobornos que se piden para la tramitación', cuenta Kannaiah.

El Índice de Percepción de la Corrupción de 2014 sitúa a India en el puesto 85 de un total de 175 países, junto a Sri Lanka, Tailandia o Filipinas. Esta encuesta, publicada anualmente por Transparencia Internacional, mide la percepción que la población tiene sobre la corrupción del sector público. España ocupa el puesto 37 en el ránking. Corea del Norte y Somalia son los últimos, considerados los más corruptos, y Dinamarca está a la cabeza.

Según el Barómetro Global de la Corrupción de 2013, la encuesta hasta ahora más amplia sobre el tema, publicada también por Transparencia Internacional, India se encuentra en el grupo de países (junto a Camboya, Camerún, Senegal o Yemen, entre otros) donde entre un 50% y un 75% de la población admite haber pagado sobornos 'en el último año'.  Sólo Libera y Sierra Leona lo superan.

Según éste mismo informe políticos, policías y oficiales públicos son las tres instituciones señaladas como más corruptas por un 86%, 75% y 65% de la población india, respectivamente. '¿Cómo puede ser que una región con un fuerte crecimiento económico aún registre niveles de pobreza tan altos?', se preguntaba Srirak Pilpat, director de Transparencia Internacional para Asia Pacífico durante la presentación de un informe regional. Se contestaba a sí mismo: 'Es la corrupción, que permite a unos pocos beneficiarse sin responder ante sus acciones'.

'Recuerdo un fin de curso en el colegio. El padre de un amigo es un alto funcionario y nos llevó a unos cuantos a pasar unos días de vacaciones en un hotel, con todo pagado. Sé que lo hacía con dinero público,  pero otros hacen cosas peores, así que por una vez que yo puedo beneficiarme...'. La anécdota de este joven de Delhi es una radiografía clara de por qué la corrupción, a gran o pequeña escala, está tan incrustada en la sociedad. Es tan difícil acabar con ella porque la población, en parte, también se beneficia.

'Una conexión de gas debe tardar unas dos semanas. Si te niegas a pagarle la mordida al oficial hará que lo retrasen entre tres o cuatro meses. La gente prefiere pagar al oficial que esperar', cuenta Kannaiah, aunque enfatiza que no hay que señalar a los ciudadanos, sino a esos trabajadores públicos que interfieren en los procesos para ganar dinero en su propio beneficio.

En India existen leyes anticorrupción desde 1947, pero no son tan efectivas como deberían. 'Sobre el papel las leyes están bien, el problema es su implementación: el proceso es largo, y al tratarse de pequeñas cantidades al final la gente acaba desistiendo', afirma Kannaiah. La corrupción fue el tema estrella en las elecciones del año pasado. A la cantidad de casos destapados es a lo que se achacó la derrota en las generales del Partido del Congreso, que ha gobernado el país casi ininterrumpidamente desde la Independencia.

El Partido del Hombre Corriente tenía como símbolo una escoba, para 'barrer' a los políticos corruptos, y consiguió pasar de ser completamente desconocido a ganar la alcaldía de Delhi en un año. El BJP, con Narendra Modi como Primer Ministro, lleva como uno de sus más fuertes compromisos acabar con esta lacra en sus próximos cinco años de Gobierno.

Es en ese malestar acumulado por la población donde radica el éxito de I Paid a Bribe, que en menos de cuatro años ya tiene casi 33.000 quejas registradas. Como la de un chico de Maharastra que cuenta cómo un policía de tráfico le pedía pagar una multa ficticia por un semáforo que no se saltó. O una familia del estado de Andra Pradesh que ha tenido que pagar 20.000 rupias (260 euros) por un registro de propiedad: 'Si te niegas a pagar no lo hacen, dicen que están ocupados con otros trabajos', se puede leer en su queja.

Desde la organización creen ciegamente que iniciativas como la suya (que ya se ha extendido a 15 países) son el principio de una buena solución, y animan al ciudadano a denunciar. 'Tenemos que ser abiertos y claros. Mantener las cosas ocultas debajo de la alfombra no ayudará a acabar con la corrupción', concluye Kannaiah. 

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