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Palestina le mete un gol a Israel

Hebrón celebra la final de la Copa Palestina de fútbol en una jornada festiva que estuvo a punto de suspenderse por la negativa israelí a permitir el paso de varios jugadores de un equipo de Gaza. La presión de la FIFA logra por una vez que el conjunto de Shuyaiya, el barrio arrasado de la Franja, juegue en Cisjordania.

Aficionados palestinos celebran la victoria del Ahly de Hebrón. - AFP

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

HEBRÓN – El estadio Hussein ben Ali ha vivido este viernes una noche memorable que se ha saldado con la victoria del Ahly de Hebrón sobre el Ittihad de Shuyaiya por 2 a 1. Un coqueto estadio de césped artificial repleto con más de 5.000 aficionados, muchos de ellos niños y casi ninguna mujer, ha presenciado un insólito acontecimiento que no tenía lugar desde el inicio de la segunda intifada, hace 15 años: el enfrentamiento en Hebrón de un equipo de Cisjordania con otro de Gaza.

Por un momento se temió que la final no se celebrara. Para el partido de ida, que se jugó el 6 de agosto en Gaza, no hubo problemas: el ejército permitió la entrada del equipo de Hebrón, pero cuando esta semana el Shuyaiya trató de entrar en Cisjordania, el ejército decidió que no permitiría la entrada de cuatro jugadores. La Federación de Fútbol Palestina que preside Yibril Rayub rechazó esta condición, apeló a la FIFA, y por una vez el ejército ha permitido la circulación de todos los jugadores de Gaza.

Nada más cruzar el paso de Erez el miércoles, los jugadores del Shuyaiya se dirigieron a Jerusalén, fueron a rezar a la Mezquita al Aqsa, y se pasearon libremente por la calles de la antigua ciudad que en árabe llaman Al Quds, la Santa, como unos turistas más, algo que está vedado a los residentes de la Franja de Gaza. Los asombrados turistas provenían del barrio de Gaza más castigado durante la guerra del verano pasado, donde hubo cientos de muertos y cientos de viviendas resultaron completamente arrasadas.

Un jugador del Ahly de Hebrón trata de arrebatar el balón a un rival del conjunto de Shuyaiya. - REUTERS

Un jugador del Ahly de Hebrón trata de arrebatar el balón a un rival del conjunto de Shuyaiya. - REUTERS

El trasfondo del conflicto deportivo está directamente relacionado con lo ocurrido en mayo en Zúrich, donde estuvo a punto de votarse una petición de la Federación Palestina contra Israel justamente por restringir el movimiento de sus jugadores, una política que Israel ha endurecido desde el inicio de la segunda intifada en septiembre de 2000, y aún más desde que Hamás se hizo con el control de la Franja en 2007.

Dramático congreso de la FIFA

El estadio Hussein ben Ali tiene gradas de cemento en el lateral oeste y en el fondo sur. Frente a la tribuna destacaban tres grandes fotografías, la del difunto Yaser Arafat, la del actual presidente Mahmud Abás y la de Rayub. En un extremo de la lateral había cientos de hinchas llegados de Shuyaiya a los que Israel permitió la entrada. Una gran pantalla lanzaba continuos mensajes publicitarios de Jawal, la compañía de telefonía móvil que patrocinaba el evento. Otra gran pancarta tenía la siguiente leyenda: “El ayuntamiento de Hebrón da la bienvenida a nuestros invitados”.

Antes de comenzar el partido, Rayub dijo: “No tenemos ninguna ambición política. Estamos ante un acontecimiento histórico pero de índole exclusivamente deportiva, en el que vamos a conocer a nuestro campeón que competirá en el campeonato de la Confederación Asiática. Los israelíes tienen que entender que no les queda otra opción que permitirnos a los palestinos trabajar por el futuro de nuestro deporte. El 28 de agosto se celebrará una reunión con el fin de aplicar las decisiones de la FIFA”.

Una de las gradas durante el partido. - AFP

Una de las gradas durante el partido. - AFP

En el dramático congreso de la FIFA, Rayub retiró en el último minuto una demanda que exigía la suspensión de Israel del máximo órgano del fútbol mundial. Esta decisión causó una profunda decepción en Palestina, pero la presión de Estados Unidos y otros países europeos fue tan grande que los mismos palestinos no sabían si su demanda se iba a aprobar. Hubo incluso varios países árabes que les pidieron que la retiraran y temiendo una derrota así lo hicieron. No obstante, lograron que se aprobara una petición alternativa que equivalía a enseñar la tarjeta amarilla a Israel, que se comprometió a facilitar la libertad de movimiento de los jugadores palestinos.

Rezos al descanso

En la primera parte, el Hebrón jugó más abierto y creó más ocasiones de peligro. Jugaba en casa alentado por una afición entregada que coreaba sus mejores jugadas. Mediada la primera parte, poco después de que cayera la noche y las cuatro torres del estadio encendieran los focos, Wail, con el dorsal 99, marcó el ansiado gol tras una rápida jugada por la banda izquierda que descolocó completamente a la defensa y al guardameta rivales. Las banderas rojas ondearon libremente en las gradas.

El partido de ida había concluido con empate a cero. El Shuyaiya estaba obligado a marcar. Cualquier empate le daba la victoria puesto que los goles en campo contrario se contabilizan como dobles en caso de empate. Necesitó abrir sus líneas y esto le permitió crear algunas ocasiones de peligro pero también lo convirtió en más vulnerable. La primera parte concluyó con ventaja de los locales y algunos jugadores visitantes protestaron al árbitro antes de retirarse al vestuario.

Los dos equipos posan antes del encuentro. - AFP

Los dos equipos posan antes del encuentro. - AFP

Hubo aficionados que aprovecharon el descanso para rezar. Se vieron algunas bengalas. Otros bajaron hasta los puestos ambulantes para tomar refrescos. Muchos que no habían conseguido entrada se agolpaban a las puertas del estadio y grupos de policías les impedían el acceso. Sobre el césped artificial más de un centenar de periodistas palestinos y extranjeros comentaban el partido.

La segunda parte fue más intrépida, de poder a poder, hasta que el Shuyaiya consiguió empatar. Durante unos minutos fue el campeón. Sin embargo, los delanteros del Hebrón se emplearon a fondo y volvieron a ponerse por delante causando la euforia de sus seguidores. El 2 a 1 se mantuvo hasta el pitido final, lo que dio el campeonato a los locales. En términos políticos el resultado podría traducirse como una victoria de Fatah (Cisjordania) sobre Hamás (Gaza).

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