El Gobierno ruso redujo de 2.000 a 1.600 el número de víctimas mortales durante los combates en la región de Osetia del Sur. Así lo comunicó el portavoz ruso de Exteriores, Boris Malakhov, quién sumó a esta nueva cifra 15 miembros de las fuerzas de paz rusas asesinados y 70 heridos.

Sin embargo, el pasado domingo, el viceministro de Exteriores ruso, Gueorgui Karasin, aseguró que las consecuencias de la ofensiva del Ejército georgiano en Osetia del Sur eran 'catastróficas' y que habían causado más de 2.000 muertos y 30.000 refugiados.

Por su parte, el Presidente de Georgia, Mijaíl Saakashvili, aseguró que el 90% de las víctimas mortales eran civiles aunque previamente aseguró que el 80% de las bajas se atribuían a militares.

Frente a la ambigüedad de estas cifras, Amnistía Internacional (AI) pidió en un comunicado de prensa que todos los bandos del conflicto en la región suroseta 'respeten plenamente el derecho internacional humanitario para que la población civil quede protegida de las hostilidades'.

La organización dedicada a la protección de los derechos humanos, Human Rights Watch, manifestó su desacuerdo con la falta de rigor que ambos bandos emplean en la información que divulgan sobre los daños civiles y aseguró que 'los informes presentan diferencias demasiado drásticas sobre el número de civiles asesinados o heridos y el número de desplazados'.

Por su parte, Amnistía Internacional explicó que la prioridad ahora es la protección de la población civil y que ninguno de los dos bandos ataque a ciudadanos ya que ello podría considerarse como 'crímenes de guerra'.