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Estas son las víctimas de la represión y las ejecuciones en Irán

Amnistía Internacional publica un listado con los nombres de todos los condenados a muerte por las autoridades del país.

Varios de los iraníes condenados a muerte por participar en las protestas que sacuden el país.
Varios de los iraníes condenados a muerte por participar en las protestas que sacuden el país. Amnistía Internacional

En las últimas semanas, Irán ha ejecutado a dos víctimas inocentes por su participación en las protestas que sacuden el país. Con estas manifestaciones, la población denuncia la falta de derechos y libertades sociales, gratuitamente amputados por las autoridades patrias. La situación es de suma gravedad: el poder judicial utiliza la pena de muerte para sembrar el miedo y ejercer venganza contra quienes rehúyen de las pautas consignadas.

Las movilizaciones comenzaron en septiembre, cuando la joven Masha Amini perdió la vida en una comisaría policial, tras ser detenida por llevar mal puesto el velo islámico. El despotismo gubernamental, en cambio, viene de atrás. A raíz de las críticas, se han intensificado las persecuciones y se han endurecido las torturas. A los pesos pesados de Irán les molestan las voces discordantes y, con estas medidas, tratan de amordazar el levantamiento popular.

Actualmente, 28 personas han sido condenadas con la pena capital por su implicación en las protestas. Dos de ellas ya han sido asesinadas. Las otras 26 esperan, injustamente, la notificación de una fecha. Amnistía Internacional es quien detalla estas cifras, en una campaña en la que pone nombre y apellidos a los casi 30 acusados, con el objetivo de hacer ruido y detener el "baño de sangre" perpetrado. 

Mohsen Shekari, el primero de muchos

El joven Mohsen Shekari, de 23 años, ha sido la primera víctima mortal de las ejecuciones anunciadas por el Gobierno iraní contra los asistentes a las manifestaciones. Shekari fue asesinado a principios de diciembre, acusado de herir a un miliciano islámico con un cuchillo y de "crear terror" en Teherán. Estos delitos implican, para el poder judicial del país, "hacer guerra contra dios". Y este combate, en Irán, está castigado con la pena capital.

Majid Reza, ahorcado en tierra santa

Majid Reza es el nombre del segundo de los mártires. Tenía 24 años y fue ahorcado en la ciudad santa de Mashad. En la sentencia, se le culpa de haber agredido y matado a dos agentes de seguridad. El joven fue arrestado en noviembre y ejecutado públicamente la semana pasada. Varios organismos y colectivos internacionales han mostrado su disconformidad con los crímenes. Aun así, las autoridades iraníes siguen adelante con los homicidios.

Akbar Ghafari y su "enemistad con dios"

De los 26 manifestantes cuyo expediente permanece todavía en un limbo procesal, a medio camino entre la cárcel y la muerte, nueve tienen ya un dictamen asignado. Akbar Ghafari está acusado de "enemistad con dios" por, supuestamente, haber asesinado a un guardia policial. El hombre fue detenido por acoger en casa de su hermana a varias de las personas que secundaban las movilizaciones. Cualquier día puede ser llamado al cadalso. 

El caso del futbolista Amir Nasr

La condena a muerte de Amir Nasr, futbolista iraní, se está haciendo viral en las redes sociales. Al deportista, de 26 años, se le persigue por haber participado en las revueltas que piden derechos y garantías para las mujeres de su país. El caso del jugador ha dado la vuelta al mundo, sobre todo porque ha coincidido con la celebración del Mundial de Catar y con todo el alcance mediático que este evento conlleva. Desde Irán, aseguran que las informaciones son erróneas y que todavía no se sabe si habrá ejecución porque el reo está a la espera de juicio. 

Ebrahim Rigi, detenido desde octubre

El iraní Ebrahim Rigi, que lleva detenido desde octubre, también avista de forma inicua la guillotina. Según han publicado varias organizaciones humanitarias, las autoridades lo acusan de "corrupción en la tierra" y/o "enemistad con dios". Realmente, su fechoría es haber liderado las protestas en Zahedan, una ciudad al sudeste del país. 

Hamid Ghare-Hasalou, médico señalado

Tiene 53 años y es médico de profesión. Hamid Ghare-Hasalou, que ha participado repetidas veces en acciones a favor de los más vulnerables, también está condenado a pena de muerte. Fue arrestado junto a su esposa cuando ambos se dirigían al funeral de un manifestante en Karaj, núcleo urbano muy próximo a la capital. Se le acusa de haber organizado el asesinato de un miliciano islámico. Según Amnistía Internacional, fue torturado y extorsionado. Se le juzga, nuevamente, por "corrupción en la tierra". 

Hossein Mohammadi, el actor revolucionario

El actor de teatro Hossein Mohammadi, de 26 años, fue arrestado a principios de diciembre en la provincia iraní de Alborz por defender y asistir a las manifestaciones contra el régimen. Según fuentes de la BBC, su ejecución es inminente.

El camino de Mahan Sadrat Madani

Las autoridades iraníes se disponen a ejecutar al joven Mahan Sadrat Madani, de 22 años de edad. Lleva un mes en prisión y su estancia tiene fecha de caducidad. Se le acusa de haber participado en las protestas y fue condenado por un Tribunal Revolucionario de Teherán

Un simulacro para Manouchehr Mehman-Navaz

Manouchehr Mehman-Navaz fue uno de los primeros detenidos en tener una sentencia en firme. Lleva encarcelado desde septiembre, supuestamente por haber incendiado una sede gubernamental durante las primeras semanas de movilizaciones. El tribunal resolvió su caso en un simulacro de juicio, que distaba bastante de un procedimiento al uso. El fallo: la pena capital.

El más joven: Mohammad Boroughani

Es el más joven de los manifestantes condenados a muerte y fue conocedor de su paradero pocas semanas después del arresto. Tiene 19 años y se llama Mohammad Boroughani. Tal y como sucede con otros compañeros, fue condenado en un juicio simulado y espera en la prisión de Karaj por su inminente ejecución

Mohammad Ghobadlou, último de la lista

Mohammad Ghobadlou, de 22 años, fue llamado a la horca tras un juicio acelerado que lo imputa por "corrupción en la tierra". Para tomarle declaración, las autoridades se basaron en "confesiones" obtenidas por tortura, en las que decía haber herido y matado a otras personas. 

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