Este artículo se publicó hace 13 años.
El sur de Sudán decide en las urnas su autodeterminación
Hoy comienza el referéndum para determinar si la región animista, cristiana y llena de reservas de petróleo se independiza del norte musulmán, con el que luchó durante 22 años
En una de las rotondas del centro de Juba, la capital del sur de Sudán, se alza una torre cuadrada con relojes electrónicos en sus cuatro costados que señalan una cuenta atrás en días, horas y minutos. Como tantas cosas en Juba, donde el tendido eléctrico cubre sólo parte de la ciudad y no es nada fiable, los contadores no suelen funcionar. Pero hoy esos marcadores tendrían que quedar a cero, ya que ha llegado el 9 de enero, el día en que los sudaneses del sur iniciarán la votación de un referéndum para decidir si siguen unidos a la parte norte o si se separan y forman un nuevo Estado independiente, del que Juba sería la capital.
"Quiero independencia total, secesión, porque cuando nos separemos del norte nos libraremos por fin de la esclavitud y podremos ser ciudadanos de primera clase y no de segunda, como ahora", dice Santino Riak, de 29 años y que acaba de regresar de la capital sudanesa, Jartum, donde estudiaba en la universidad.
"En Jartum no les gustan los negros, nos maltrataban todo el tiempo"
La respuesta unánime cuando se pregunta a los sudaneses del sur por su voto es: "Separación, por supuesto" y la acompaña una mirada que da a entender que la pregunta no tiene mucho sentido.
Riak cuenta que, en la capital del norte, los sureños sólo pueden estudiar en una universidad que está a tres horas a pie de la ciudad. Además, no tienen permitido comprar casas y, debido a la ley islámica, muchas mujeres acaban en la cárcel cuando intentan vender alcohol casero para poder mantener a sus hijos. "Pero aquí en el sur, aquí puedo decir y hacer lo que quiera, ¡aquí soy libre", insiste Riak.
Dos millones de muertosEl referéndum de autodeterminación forma parte del acuerdo de paz que, en 2005, puso fin a una guerra civil entre el norte y el sur que empezó en 1983 y duró 22 años. Cerca de dos millones de personas murieron y más de cuatro millones resultaron desplazadas, según cifras de la ONU.
Esta guerra fue el último de una serie de enfrentamientos que se remontan a la propia independencia de Sudán en 1956. El norte, de población árabe y musulmana, siempre controló el sur, que tiene tierras más fértiles y ricos recursos petrolíferos y una población negra que mezcla tradiciones como la poligamia con creencias cristianas. El sur se alzó en armas repetidas veces contra lo que consideraba su exclusión política y económica y contra la imposición a su población de la sharia.
Como el joven Riak, 116.000 sureños que residían en el norte han regresado al sur para quedarse, según la Oficina Internacional para la Migración. La ONU espera que en total regresen 150.000 personas hasta marzo.
El referéndum de autodeterminación se pactó en 2005 en el acuerdo de paz
Muchos carecen de medios para llegar a su destino final y se han ido creando campos de personas desplazadas a lo largo de la frontera con el norte e incluso en el puerto de Juba junto al Nilo, adonde algunos llegan en barco desde el norte.
Seberino Massimino, de 55 años, llegó desde Jartum tras 25 días de viaje, primero en un camión y luego en barco. Estuvo 17 días acampado en el puerto junto con sus siete mujeres y nueve hijos, hasta que el Gobierno del sur se los llevó para registrarlos. No tienen medios para viajar a Magwi, en el Estado de Ecuatoria Oriental, de donde proceden y donde quieren instalarse.
"Ahora no tengo tierras, mis familiares murieron durante la guerra, no tengo dinero, el Gobierno no nos da comida ni transporte", se queja Massimino, ex policía y que se trasladó a Jartum con su familia en 1991 para ser operado de una pierna en el hospital. Massimino cuenta que en Jartum les trataban muy mal: "Allí no les gustan los negros, nos maltrataban todo el tiempo, la policía entraba en nuestras casas y se llevaba las cosas que les gustaban".
Elevada mortalidadEl de los que regresan y no tienen hogar es un problema que se añade a la complicada situación del país. Apenas hay carreteras y la mayoría de la población practica agricultura de subsistencia y no se mueve de sus poblados. El sur de Sudán tiene el índice de mortalidad maternal más alto del mundo y una de las tasas más altas de mortalidad infantil, según Naciones Unidas. Cerca del 80% de los sureños no sabe leer ni escribir.
Aunque unida contra el norte como enemigo común, la población del sur está formada por unas 500 tribus que hablan más de 110 idiomas diferentes.
A estos problemas se añade el hecho de que los gobiernos del norte y el sur aún no se han puesto de acuerdo en cuestiones referentes a la nacionalidad de sus ciudadanos tras el referéndum, la demarcación de la frontera o cómo se repartirán los ingresos de la explotación del petróleo. En la actualidad, y de acuerdo con lo estipulado en el acuerdo de paz de 2005, éstos se dividen a partes iguales, a pesar de que el 85% de las reservas están en el sur.
Actualmente, norte y sur se reparten al 50% los ingresos del petróleo
Además, ambas partes reclaman como suya la región fronteriza de Abyei.
Otro de los retos para el sur continúa siendo cómo reintegrar a la vida civil a 90.000 de sus ex combatientes, como se pactó en el tratado de paz.
Coleta Albino tiene 40 años y se unió al ejército en 1992 porque la mayoría de sus familiares habían muerto en la guerra. No manejó un arma pero llegó al rango de segunda teniente como enfermera. Fue desmovilizada en 2008, lleva más de un año viviendo de vender carbón en la calle y sólo ahora acaba de empezar las clases que el Gobierno, con apoyo de la comunidad internacional, ofrece a los ex combatientes para su reintegración. El programa lleva años de retraso y muchos ex combatientes se encuentran en un limbo en el que, como Albino, ya han sido desmovilizados, pero aún no se han reintegrado legalmente a la vida civil.
"La verdad es que me esperaba más del Gobierno", cuenta ella en árabe a través de un traductor. "Necesito más apoyo, más educación y más entrenamiento para poder vivir como una civil", explica Albino, que querría abrir una pequeña tienda de frutas y verduras al acabar estas clases.
Quien ha conseguido mantener su pequeño negocio desde 1976 es Hilary Logoro, el propietario de la librería más antigua de Juba. "Yo estaba aquí durante la guerra y abrí la librería cada día", cuenta hoy Logoro en su establecimiento, rodeado de viejos ejemplares llenos de polvo. "Hubo bombas que cayeron aquí mismo, en esta calle, entonces yo cerraba y me iba corriendo, pero milagrosamente no nos pasó nada ni a mí ni a los libros".
Sushi y chabolasAl acabar la guerra, Juba era un lugar destrozado y vacío. Cinco años después y tras un rápido desarrollo, es una ciudad de contrastes. Modernos edificios que alojan a bancos y hoteles con televisión por satélite se alzan junto a casas en ruinas y chabolas. Es posible comer sushi en uno de los restaurantes, pero la ciudad carece de sistema de agua corriente. Entre la población urbana de Juba, las expectativas sí son muy altas, muchos ven la votación como un mero trámite y ya piensan en la independencia como la solución a todos sus problemas.
El entusiasmo y la confianza están presentes incluso en la prisión
"Ahora mismo no tengo trabajo pero estoy contento y soy feliz porque tras el referéndum todo irá bien en Sudán del sur, habrá trabajos y habrá de todo y cada uno de nosotros será feliz", relata confiado Johnson Chok en la mezquita.
Chok cuenta que es católico pero ha venido a la mezquita a ver a un amigo suyo que es musulmán. "En el norte no me dejarían entrar en la mezquita, pero aquí en el sur no pasa nada, todos rezamos al mismo dios y todos queremos separación porque es lo que nos traerá la libertad", dice Chok.
El entusiasmo y la confianza están presentes incluso en la prisión. "Voy a votar por la separación, será mejor para Sudán del sur cuando sea un país libre y también debería ser mejor para mí cuando salga de aquí", dice Chol Gai, un ex soldado condenado a 10 años de cárcel en Juba por matar en una pelea a otro hombre.
Si el referéndum tiene lugar de forma pacífica, todo el mundo da por hecho que Sudán del sur obtendrá su independencia. Sería el fin de un agitado capítulo en la historia de esta parte de África y el inicio de un nueva etapa que se presume complicada.
El largo camino hasta el referéndum¿Quién vota?
Sólo los habitantes del sur pueden participar. Casi cuatro millones de personas se han registrado para tomar parte en el referéndum, que se desarrollará del 9 al 15 de enero, para permitir que se desplacen votantes que viven en áreas remotas.
¿Qué dicen los sondeos?
Según un sondeo de una agencia semioficial, el 96% se muestra a favor de la secesión y el 4% de la unidad.
¿Está el sur preparado para la independencia?
No. Tras décadas de guerra y marginación, el sur, que ocupa una superficie mayor que Francia y Alemania juntas, es una zona absolutamente subdesarrollada, sin apenas carreteras, escuelas o centros de salud. Desde el acuerdo de paz de 2005, el Gobierno del sur ha tratado de subsanar estas deficiencias y, con ayuda de los donantes, ha construido 6.000 kilómetros de carreteras y cuadruplicado la asistencia a las escuelas.
¿Por qué empezó la guerra?
Desde que se independizó del Reino Unido en 1956, Sudán ha estado en situación de guerra civil casi permanentemente. El sur, formado por más de 500 tribus y de religión animista o cristiana, se enfrentó al norte musulmán y rechazaba la imposición de la ley islámica. Al enfrentamiento religioso se unía la abismal desigualdad entre las dos mitades del país, con el poder político y sobre los recursos concentrados en el norte. Sólo durante 11 años pararon los combates, gracias a un acuerdo en 1972 dio al sur cierta autonomía, pero cuando esta fue suprimida en 1983, el Ejército Popular de Liberación de Sudán (EPLS) volvió a las armas.
¿Cuándo se firmó la paz?
Presionado por la comunidad internacional e incapaz de explotar el petróleo debido al conflicto, el norte se avino a negociar en 2002. El acuerdo de paz se firmó en 2005. Establecía el referéndum, un gobierno autónomo temporal en el sur y dividía al 50% los beneficios del petróleo entre norte y sur.
¿Qué pasará con el petróleo?
El 70% de las reservas petrolíferas, estimadas hoy en 6.000 millones de barriles, se halla en el sur, pero la infraestructura y los oleoductos dependen del norte. En caso de que el sur se independice, se negociará un nuevo acuerdo en el que el norte espera retener parte de los beneficios.
¿Y el norte?
El presidente sudanés, Omar al Bashir, ha anunciado que, si el sur se separa, impondrá una versión más estricta de la sharia en el resto del país. Ello hace prever una radicalización del régimen y mayor aislamiento, también debido a que Bashir está imputado por el Tribunal Penal Internacional por presunto genocidio en Darfur.
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