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"Tarde o temprano forzaremos la caída de la Junta Militar"

Buzaina Kamel denuncia que la situación de las egipcias ha empeorado

RICARD GONZÁLEZ

Decenas de tiendas de campaña ocupan el corazón de la plaza Tahrir desde el pasado miércoles, primer aniversario de la revolución egipcia. Gracias al éxito de la multitudinaria convocatoria del día 25, la mayoría de los grupos de jóvenes revolucionarios ha decidido lanzar una nueva campaña de movilizaciones para pedir la dimisión de la Junta Militar que administra el país. Sin embargo, esta demanda no cuenta con el apoyo de la mayoría islamista en el Parlamento, y en los últimos dos días se han vivido escenas de tensión en la plaza entre militantes de los Hermanos Musulmanes y activistas laicos.

Buzaina Kamel (El Cairo, 1962) es uno de los iconos de los jóvenes revolucionarios de Tahrir. Idealista y valiente, Kamel no dudó en ponerse del lado de la revolución desde el primer día, tanto en las calles como en las ondas, lo que provocó que le quitaran su programa televisivo. En mayo, fue sometida a un juicio militar por haber criticado a la Junta, pues fue una de las primeras personalidades en mostrar sus recelos respecto a la promesa de la cúpula castrense de hacer realidad las demandas revolucionarias.

'Los generales se han dedicado a arrestar, torturar e incluso matar'

Perteneciente a una generación de egipcias a las que no da miedo romper barreras y tabúes, se ha convertido en la primera mujer en la historia de Egipto en presentarse como candidata a unas elecciones presidenciales. Tras la reciente renuncia de Mohamed el Baradei a la carrera presidencial, muchos creen que es la aspirante favorita de la plaza Tahrir.

¿Qué balance hace usted de este primer año de la revolución egipcia?

Para empezar, hay que decir que fue una proeza conseguir deshacerse de [Hosni] Mubarak de forma pacífica en sólo 18 días. Hace un año ni tan siquiera podíamos imaginarnos un éxito tan grande de un pueblo pobre y torturado. Nuestro error fue confiar en las promesas de la Junta Militar de llevar a cabo los objetivos de la revolución y pilotar la transición. Fuimos demasiado inocentes. Los generales nos mintieron. Se han dedicado a hacer la contrarrevolución, a arrestar, torturar e incluso matar a los activistas que se han manifestado pidiendo sus derechos.

'La presencia de la mujer en las instituciones es casi inexistente'

¿Qué espera de esta nueva fase de movilizaciones?

No quiero hacerme ilusiones, porque luego la decepción puede ser grande. De todas formas, estoy convencida de que tarde o temprano forzaremos la caída de la Junta Militar. No si se será esta semana, o el mes que viene, pero habrá una nueva ola revolucionaria. Y lo creo porque el futuro de este país son los jóvenes. Ellos representan el 70% de la población, una fuerza imparable.

¿Cuál es el significado de su candidatura?

'Este Parlamento no es del todo legítimo; en las elecciones hubo fraude'

Tiene un valor simbólico, ya que muchos jóvenes me consideran uno de los iconos de la revolución. Además, es importante el hecho de que yo sea la primera mujer en la historia del país en presentar candidatura a las elecciones presidenciales, y eso en un país tan conservador como este no es nada fácil.

¿Cómo ve la situación de la mujer en el Egipto pos-revolucionario? ¿Es ahora peor que hace un año?

Sí, por supuesto. La Junta Militar ha demostrado en numerosas ocasiones que no respeta a las mujeres. Nuestra presencia en las instituciones antes de la revolución distaba de ser ideal, pero es que ahora somos casi inexistentes. En el Gobierno militar que administra el país no hay ni una sola mujer. Y en la actualidad, en el Parlamento hay solamente diez diputadas, menos del 2% de la Cámara.

¿Cree que fue un error eliminar la cuota femenina en el Parlamento?

Sí, totalmente. La cuota es necesaria para compensar una situación manifiesta de desigualdad, y avanzar hacia un equilibrio. En el anterior Parlamento había 64 mujeres. Los sectores conservadores de esta sociedad, y no sólo los islamistas sino también los propios militares, están intentando revertir los avances de los últimos años, intentando vincularlos a Suzanne Mubarak, que quiso legitimar el régimen de su marido patrocinando la ampliación de algunos derechos. Una lección que debemos extraer de esta situación es que no debemos dejar que las mejoras sean fruto de la actuación de una sola persona, sino trabajar para un cambio cultural en toda la sociedad.

¿Es entonces pesimista de cara al futuro?

Sólo a corto plazo. Los próximos meses la situación no será fácil y habrá que luchar para conseguir que la Constitución no institucionalice la desigualdad. Las mujeres deberemos hacernos ver y oír, ser tenaces. Pero a largo plazo, ganaremos la batalla. Confío en Egipto y en su gente. Este siempre ha sido un país abierto y tolerante, con una interpretación del Islam moderado, como lo demuestra la Universidad de Al Azhar en sus posicionamientos.

¿Considera legítimo el nuevo Parlamento?

No del todo, ya que no representa realmente a la sociedad egipcia. Además de las mujeres, los jóvenes y las fuerzas revolucionarias apenas están representados. En las elecciones hubo mucho fraude. Ahora bien, debemos trabajar con el Parlamento para avanzar en la causa de la revolución. Las movilizaciones en las calles y el trabajo en las instituciones no son incompatibles.

¿Qué piensa de los Hermanos Musulmanes?

Es un movimiento muy conservador, que no tiene respuestas a los problemas de Egipto. Por ejemplo, su concepción de la economía es profundamente capitalista, y sólo creen en la caridad como medio para atajar la pobreza. Y no hay que olvidar que una de las demandas revolucionarias es la justicia social. En sus estrategias y pactos, son muy cortoplacistas, por eso siempre acaban perdiendo.

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