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Túnez camina hacia la ruina

Las campañas contra el gobierno y contra los islamistas moderados tunecinos apuntan a que el país se dirige hacia una fase de inestabilidad que podría terminar en un golpe de estado. 

El presidente de Túnez, Kais Saied. - REUTERS
El presidente de Túnez, Kais Saied. - REUTERS

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Este fin de semana el Pentágono ha confirmado que va a enviar tropas a Túnez. Aunque matizó que no serán tropas de combate, es evidente que la presencia de soldados estadounidenses en ese país no es un buen augurio. Baste recordar los experimentos de Siria, Irak y Afganistán para ver que las fuerzas extranjeras solo consiguen empeorar la situación, algo que probablemente ocurrirá en el único país de las llamadas primaveras árabes que los ingenuos todavía siguen defendiendo como un ejemplo de éxito.

Pero esta no es la única preocupación que rodea a Túnez. Tampoco es la más pequeña. Algunos medios de Oriente Próximo vienen publicando desde la semana pasada informaciones mucho más alarmantes, algunas de las cuales están relacionadas con la neutralización in extremis de un golpe de estado en cuya preparación han estado implicados distintos países, principalmente los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Arabia Saudí y Egipto, que con el apoyo y el silencio oficial de las potencias occidentales están poniendo la región manga por hombro.

La agencia oficial turca Anadolu, enemiga de los EAU, Arabia Saudí y Egipto, ha sido la que más detalles ha aportado sobre el abortado golpe de estado que preparaban esos tres países. Según su versión, el presidente Recep Tayyip Erdogan se puso en contacto telefónico hace solo unos días con su contraparte tunecino para darle cuenta de que los EAU estaban preparando una campaña para desestabilizar y sembrar el caos en el país.

Los objetivos de los EAU consistían en repetir el escenario de Egipto, con un militar al mando que desbarate la influencia de los partidos islamistas que cuentan con el apoyo de Turquía, y demonizar el movimiento islamista Al Nahda organizando protestas artificiales de manera que la gente saliera a las calles pidiendo un cambio de régimen que se aprovecharía para disolver el parlamento y acabar con la actual constitución.

Como sea que inicialmente los interesados desmintieron las noticias procedentes de Turquía, el diario conservador Yenisafak, aliado de Erdogan, proporcionó el viernes detalles más específicos, atribuyéndolos a expertos turcos en materia de seguridad. El diario reveló que los servicios de inteligencia turcos habían encontrado documentos en una base recientemente abandonada por los rebeldes libios que daban cuenta de la conspiración del príncipe emiratí Mohammed bin Zayed (MBZ) contra Túnez.

El plan emiratí-saudí-egipcio incluía la organización de protestas impulsadas a través de las redes sociales con el fin de crear un "levantamiento callejero", un caos que forzara la dimisión del gobierno tunecino y la convocatoria de nuevas elecciones parlamentarias y presidenciales. La intención de los promotores del golpe era así mismo presionar al ejército tunecino para que interviniera, tratando de crear una situación similar a la de Egipto.

La conexión israelí no podía faltar. Hace solo unas semanas Facebook denunció que una compañía de Tel Aviv estaba sospechosamente implicada en la creación de opiniones y debates en una decena de países africanos incluido Túnez. La administración de Facebook suprimió las páginas dedicadas a este menester y a la persona indicada se la tragó la tierra a pesar de que algunos periodistas quisieron entrevistarla. El personal de estas empresas tan abundantes en Tel Aviv, que se crean y se cierran con enorme facilidad, suele proceder de los servicios de inteligencia y del ejército.

El uso de las redes sociales para desestabilizar países está proliferando. Las redes se han convertido en herramientas valiosas para países que buscan crear problemas en otros países persiguiendo intereses estratégicos. Otro ejemplo: hace un año, a mediados de mayo de 2019, otra empresa israelí del ramo, Archimedes Group, también dedicada a la desestabilización en el extranjero, vio como Facebook le suprimía decenas de páginas destinadas a "diseminar desinformación" y a "interferir en los procesos electorales de varios países" de tres continentes, según publicó la agencia de noticias estadounidense AP, muy poco sospechosa de ser antiisraelí.

Otros funcionarios de la inteligencia turca han confirmado, a través de medios de comunicación o de las redes sociales, que el "golpe de estado" que se preparaba en Túnez contaba con la financiación de los EAU y con la "implicación" de Arabia Saudí y Egipto, países que persiguen el aplastamiento, por todos los medios a su alcance, de cualquier manifestación del islam político en Oriente Próximo por moderado que sea.

El mismo director de la Agencia Nacional de Inteligencia de Turquía, Hakan Fidan, confirmó los detalles de la preparación del "inminente golpe de estado en Túnez", y reveló que la documentación que prueba la existencia del golpe se halló en la base militar de al Watiya, en el oeste de Libia, de la que recientemente fueron expulsadas las milicias de Khalifa Haftar, un veterano colaborador de la CIA que está siendo financiado por los EAU, Arabia Saudí y Egipto.

Es interesante cómo el príncipe MBZ ha conseguido meter a los EAU en todas las trifulcas. Los EAU son un país pequeño pero el príncipe posee una capacidad extraordinaria para conseguir aliados. En el caso de la Unión Europea, no parece claro si algunos países europeos están metidos en el ajo de todo lo que está ocurriendo en Túnez, que podría ser, o permanecen en la inopia más absoluta, algo que también podría ser si nos atenemos a la desastrosa política europea en la región.

En relación con el líder tunecino Rachid Ghannouchi, fundador del movimiento islamista moderado Al Nahda, los medios emiratíes han desatado una campaña de desprestigio que le atribuye haberse enriquecido desmesuradamente en los últimos años, desde que llegó del exilio. Con esta campaña se pretende desestabilizar a Túnez.

Paralelamente, los medios de comunicación emiratíes llevan semanas denunciando lo que denominan una política errónea del gobierno de Rabat en lo relativo a la lucha contra el coronavirus diseñando y apoyando campañas contra el gobierno de Rabat a través de las redes sociales, según informan medios turcos y árabes.

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