Este artículo se publicó hace 3 años.
Albino Prada: "Los valores del hipercapitalismo lo han penetrado todo como nunca antes"
El ensayista y economista gallego anima a construir una "sociedad decente", pero reconoce que la sociedad actual ha cogido otros caminos: "Las generaciones de hoy se enfrentan la una guerra ideológica y a la intoxicación de la publicidad masiva y reiterativa. La tienen encima desde que nacen".
Luzes-Público
Madrid-
Albino Prada (O Bolo, Ourense, 1955) publicó a finales del 2020 Caminos de incertidumbre (Libros de la Catarata), ensayo que cierra una trilogía iniciada en 2017 con El despilfarro de las naciones y que continuó en 2019 con Crítica del hipercapitalismo digital. El economista entra en el taller de los sociólogos, utiliza herramientas de antropólogos, psicólogos, filósofos, historiadores y lingüistas, escala la torre de Montaigne y regresa con un mapa para entender y gobernar el mundo. Prada está de vuelta de muchas cosas, del reconocimiento académico y de los cargos institucionales, de cierta celebridad mediática en la prensa mainstream de Galicia. No parece aún desencantado y anima a construir una "sociedad decente", pero reconoce que la sociedad actual ha cogido otros caminos: "Desde su nacimiento, las generaciones de hoy se enfrentan la una guerra ideológica y a la intoxicación de la publicidad masiva y reiterativa. La tienen encima desde que nacen".
En la sala de conferencias de la Biblioteca Pública de Tui (Pontevedra) las sillas respetan a la ya conocida distancia social. En la enorme caja vacía, bien iluminada de mañana, la voz de Prada resuena imponente cuando habla de cómo gobernar el mundo: "Para razonar sobre esto no vale el economicismo. Se precisa mucho de la historia, de la ciencia política y del derecho. Solo así podemos mejorar a coro la producción de riqueza y la distribución y uso de la misma. Mientras el economicismo lleva a una sociedad de mercado, mi enfoque conduce hacia una sociedad decente".
Comienza la entrevista anotando que a él la pandemia le pilló "bien armado intelectualmente", gracias al trabajo para redactar este último libro sobre el giro de la sociedad del riesgo en sociedad de la incertidumbre.
¿No estaba pensando en un ensayo sobre el tiempo de la covid?
No, el libro es anterior. La pandemia me sorprendió justo terminándolo. Digamos que es fruto de un proceso de veinte años ordenando ideas y rastreando problemas contemporáneos.
¿Cuáles son las incertidumbres que puso de manifiesto a pandemia?
Pues algunas de las que hablo en el libro. Especialmente las incertidumbres alimentarias. Por ejemplo las superbacterias, que derivan de un uso excesivo de antibióticos en opciones de alimentación cárnica. Hasta donde sabemos, la covid-19 viene de una imprudencia alimentaria. En el mercado de Wuhan se vende y se compra de todo sin pasar controles, y eso se hace en muchas otras partes del mundo. Si no hay controles es porque la codicia y el negocio priman sobre cualquier cuestión. Otro problema que se trata en el libro es lo de las supermalezas, provocado por el uso de pesticidas y organismos genéticamente modificados (OGM) y que pueden producir especies fuera de control.
Sigue leyendo este artículo en gallego pinchando aquí
Ese fue el origen, el descontrol alimentario, pero, ¿no hubo también descontrol institucional que facilitó la expansión del virus?
Wuhan es una de las factorías globales de la economía china y por eso, durante tres semanas, las autoridades se pusieron a temblar y no confinaron la ciudad. Eso está documentado. Sucedió lo mismo en el resto de países. Esa mano de los gobiernos que tiembla, que duda a la hora de tomar decisiones, revela la contradicción entre la salud pública y el capitalismo. La máquina de producción capitalista lleva muy mal eso de parar. Los propios protocolos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre pandemias advierten de que las decisiones se tomarán intentado perjudicar el mínimo a actividad económica. La OMS no toma decisiones drásticas porque los intereses económicos se lo impiden. En el libro hablo de cómo delante de situaciones de incertidumbre se impone el principio de precaución. Aplicado a este caso, el principio consistiría en que no te tiemble a mano.
¿En qué otros ámbitos hace falta tener mano firme?
En la energía nuclear. Salvo el caso excepcional de Alemania, no hay precaución ninguna. El principio de precaución aconseja no prender algo que no estés seguro de poder apagar. Dicho de otra manera, no hay ninguna compañía aseguradora que se meta en las centrales nucleares. Después de Chernobil y Fukushima, no. Es la diferencia entre la sociedad de riesgo y la sociedad de la incertidumbre. La única decisión posible es abstenerse de esa tecnología.
¿Qué implicaciones tiene una decisión diera tipo?
Pues es una decisión de muy difícil gestión, dado el dispendio energético del mundo. En Alemania lo han intentado.
En el libro recupera el momento en el que China, a la altura del siglo XV, tomó una decisión sorprendente y decidió parar, decidió no continuar la navegación de los mares. ¿Qué camino eligieron ellos que se pueda tomar hoy?
Nuestros sistemas económicos y sociales deben estar diseñados para recuperarse de un shock imprevisto. Resiliencia es precaución. La resiliencia como precaución delante de las incertidumbres merma con la búsqueda del máximo lucro y de la opción siempre mega del xigantismo. Al meimo tiempo, la sociedad decente también merma y la exclusión se acelera. Una sociedad más resiliente frente a las incertidumbres, y más decente frente a la exclusión, debe ir de la mano del Estado, de lo colaborativo y de los mercados (competitivos). De los tres. Conjugar cercanía y escala local y no sólo actuar con ánimo de lucro individual. La sociedad de mercado no es resiliente frente a las incertidumbres ni decente frente a la exclusión.
¿Cómo se construye esa sociedad decente?
De eso traté en el primer ensayo de la serie, de cómo esas tres patas, las actividades económicas que dependen de la pata del Estado, de lo colaborativo y de los mercados, deben estar ajustadas y equilibradas. Lo que no puede ser es que el mercado ocupe todo, y más si se trata de mercados no competitivos.
Volviendo a los caminos de la incertidumbre. ¿Se pueden determinar los momentos históricos en los que se tomaron malas decisiones?
Más que un punto temporal o un momento se trata de quien está al mando. En este último ensayo de la trilogía se comprueba que las tecnologías (energéticas, informativas, alimentarias, transportes, etc.) son moduladas y conformadas a la medida de las finanzas y de los inversores con ánimo de lucro. Su economicismo pasa por encima de todo: de la escala y tamaño de las sociedades e incluso de las cosas que las ciencias ignoran. El Foro Económico Mundial ( FEM), en su último informe Global Risks Report 2020 concreta estos errores, y cito: "Fenómenos meteorológicos extremos y colapso de ecosistemas en relación al fracaso en la mitigación y adaptación al cambio climático; ciberataques a gran escala con ruptura de infraestructuras y redes de información críticas; alto desempleo estructural o subempleo versus consecuencias adversas de los avances tecnológicos; crisis alimentarias asociadas a fenómenos meteorológicos extremos".
- ¿Cómo nos ayuda eso a dibujar un mapa para reducir la incertidumbre en el futuro inmediato?
Pues eso mismo: considerándolas incertidumbres y no riesgos muy graves, como hace el FEM, pues no sabemos calcular los daños que están en juego, ni las probabilidades de los mismos. No son riesgos que una compañía de seguros pueda asegurar. Así que sólo queda actuar con el principio de precaución: con una cultura colectiva para evitar campos minados. Como dice el premio Nobel de economía Daniel Khaneman, quien, por cierto, no es economista, debemos reconocer las dimensiones de nuestra ignorancia y las incertidumbres del mundo en el que vivimos.
Dice que la clave es quien está al mando. ¿Quién está hoy al mando?
Últimamente escuchamos hablar mucho de BlackRock, un grupo de inversión global que está al mando de bastantes cosas. Hay otro del que se habla mucho menos que es Vanguard Group. Estos fondos tienen posiciones tomadas en los principales grupos bancarios del mundo, desde China a los Estados Unidos, lo que yo denomino Chimerica. Cuando Microsoft, Google o Apple necesitaron financiación, aparecieron los que mandan, y los que mandan siempre van a modular el uso de la tecnología de acuerdo con esa lógica del lucro, que no tiene nada que ver con la precaución ni con la resiliencia.
Un inciso, hablando de resiliencia, ¿qué habría pasado si el virus llega a ser informático?
Todas las redes están centralizadas. En estos momentos un colapso puede ser simultáneo y a escala global. La resiliencia ahí es cero. Nula. China llegó a la conclusión de que precisa una tecnología 5G propia para que no se ponga en peligro su soberanía nacional. Pueden estar dándonos otra lección de resiliencia, de autonomía y de soberanía.
El colapso informático es una posibilidad, pero el cambio climático y el capitalismo están ahí… ¿Fuera de control?
Yo hablaría ya de colapso climático. Llamarle cambio climático parece que es un riesgo que podemos manejar. Pero es una de las incertidumbres más graves que tenemos que parar. El optimismo y la arrogancia temeraria de los que confían en la tecnología por creer que el mundo (hoy China, Rusia o India) puede replicar el modelo de vida norteamericano, como había hecho en su momento Japón, hace que, por ejemplo, consideren 'limpia' la opción nuclear porque no genera emisiones de CO2, siendo como es otra de nuestras mayores incertidumbres catastróficas. Y huirán hacia adelante con cualquier otra pretendida solución que alimente el consumismo y el dispendio energético. Ahora están en eso, con el negocio de los automóviles que van con electricidad o híbridos, que no se dice de donde viene. También acaso son 'limpios'.
Cuando señala amenazas y precauciones, parece que todas las soluciones (precauciones) se articulan alrededor de la política (Federación Cosmopolita, control público de la tecnología, gobierno mundial). ¿No es esperar demasiado de la política?
Yo lo digo así: no nos va a liberar de las incertidumbres que nos amenazan la inteligencia artificial, como venden ahora otros tecnopolitas, necesitamos mucha más inteligencia social, colectiva. Nuestra capacidad para organizarnos para un objetivo común a veces da sorpresas. Pues mientras los Gates, Bezos, Zuckerberg, Jobs, manejan las TIC para forrarse, la Fundación Wikipedia levantó una enciclopedia digital hoy de referencia mundial con trabajo colaborativo, sin publicidad y sin ánimo de lucro. Y no es un caso único. Pero donde los grupos financieros globales llevan el mando, siempre corrompen nuestra inteligencia social. Se llame Comisión Europea u Organización Mundial de la Salud.
Aplicar el principio de precaución, ¿no supone renunciar a las expectativas de todas las utopías de los últimos siglos, ese principio de esperanza?
Sólo tendremos esperanza colectiva y futuro si mantenemos a raya las incertidumbres más graves que nos amenazan. Yo lo veo al revés: sólo la precaución nos permitirá evitar que pretendidas utopías se conviertan en distopías. Son las incertidumbres que rastreo en mi libro: es el caso de la inteligencia artificial sobrehumana, de las superbacterias o las supermalezas, del colapso climático, de la automatización excluyente, de lo nuclear, de la manipulación genética. Como dejó escrito el economista Alfred Marshall hace ya décadas: "El progreso puede ser apresurado, pero con todo debe ser lento en relación con el dominio creciente del hombre sobre la técnica y sobre las fuerzas de la naturaleza; dominio que requiere cada día más energía y precaución, más recursos y firmeza, más perspicacia y amplitud de miras".
También reclama humildad, no somos los protagonistas de ningún film intergaláctico, dice. Pero, también, somos una plaga... ¿Cómo ayuda eso a disipar incertidumbres?
Como recomienda Marshall. Evitando el sesgo de la no precaución, el optimismo tecnófilo y la arrogancia. Reconociendo la magnitud de nuestras ignorancias y sin subestimar las probabilidades de que lo peor pueda suceder. Porque ya muchas sociedades antes que la nuestra fueron barridas del mapa por mucho menos. No poner en marcha nada que no estemos seguros de poder parar. Acordando en algunos casos moratorias (OGM) o abandonos tecnológicos, como Alemania con las nucleares.
En el libro recomienda "aprender a anticipar problemas, detectar amenazas, actuar para atajarlas y aprender de los errores del pasado". ¿Quién debe asumir todas esas responsabilidades?
Las responsabilidades son colectivas, y no lo veníamos haciendo bien. El reloj del Apocalipsis es un buen indicador. Los a cada paso más graves síntomas de colapso climático, otro. Ahora mismo, la actual pandemia de la covid-19 nos dejó con el culo al aire: capitalismo o salud pública global. No tenemos inteligencia colectiva operativa y activada a la altura de los retos del mundo actual. Y la inteligencia artificial y el big data está en manos de feriantes sin escrúpulos.
Parte de esa inteligencia colectiva son los intelectuales, científicos duros y científicos sociales que alertan de los problemas y no son siempre escuchados. ¿Cuál es su experiencia personal cuando topa con la política?
Las relaciones entre conocimiento científico e intereses económicos son turbias. Mientras trabajas en una línea parcial con expectativas de producir rendimiento económico, no hay problema: tendrás financiación. Pero cuando tomas un camino transversal que pueda poner en cuestión la agenda de esos intereses, te encuentras con que no existes. Ya que me pide un ejemplo personal, se lo daré. Hace poco estuve investigando sobre el gasto en obra social de diferentes instituciones de crédito en relación a sus beneficios. Llegué a la conclusión de que Abanca gasta en obra social un 2% de los beneficios, mientras Kutxabank gasta un 68%. Pero en Galicia eso es mejor que no lo airees por ningún lado. Y no hace falta que se lo explique. Como dice Baltar el viejo [José Luis Baltar Pumar, ex presidente de la Diputación de Ourense y del PP Ourensano, cuyo hijo Manuel ocupa hoy ambos cargos] «a todo cerdo le gusta el pienso, solo hay que saber cómo dárselo». Yo solo conseguí publicar eso en una publicación digital. Pasa cuando te metes en asuntos de los que mandan.
En el libro propone limitar el número de nacimientos en un país (Galicia) donde hay desasosiego por el envejecimiento y la pérdida de población. ¿Como explicar esa norma a un gallego?
Lo propongo la escala mundial, como mucha otra gente bien documentada que recojo en mis ensayos. En Galicia creo que deberíamos cambiar de perspectiva en este asunto. La regresión demográfica de la población nacida en Galicia es una oportunidad para la inclusión de población inmigrante en ocupaciones que lo demanden, y había debido ser desactivadora –bien sé que no lo es por ahora– de una emigración de nuestros jóvenes en ocupaciones aquí infradotadas (enseñanza, sanidad, investigación, ...). Alemania esto lo tiene más claro. Ese desasosiego tiene no poco de campaña natalista –«Creced y multiplicaos»– alimentada por reacciones xenófobas por el mundo adelante.
- Propone "desear poco", "negarse a crear necesidades", en un país donde la preocupación es el desempleo, tener que emigrar... Ya nos vamos acostumbrando a no desear. ¿Cómo explicar esa norma a un gallego?
¿Acostumbrados? Algunos más que otros... Las pausas publicitarias de los medios de masas siguen siendo una bomba consumista que se vive como fracaso por aquellos que no pueden participar de la tómbola del último modelo de cada marca y aparato. Frente a eso, una creciente exclusión social y una imparable insostenibilidad ambiental como dos bombas de incertidumbre. Los gallegos de mi generación venimos de un mundo de hace 50 años en el que con menos consumismo las expectativas de empleo y bienestar social fueron mejorando. Ese debe ser el punto: menos crecimiento del PIB y del consumismo con más desarrollo social. Debemos reequilibrar esa ecuación. En Galicia y en la China. Y no digamos en los Estados Unidos.
También propuso una renta básica universal mientras apuesta por el decrecimiento. ¿Es posible combinar las dos políticas a coro?
Vivimos en países que cada año que pasa generan más PIB con menos horas de trabajo directo. Pero tenemos, al tiempo, emigración, desempleo, precariedad, exclusión, pobreza, etc. También aquí el uno por ciento no hace más que engordar. No se entiende que se haya detenido la reducción de la jornada laboral... O incluso aumentado. O que se considere inevitable trabajar más años. Con el mismo PIB podemos tener renta básica, solo hace falta que las rentas y bases no salariales (de particulares, de las empresas) se acerquen, como poco, al mismo porcentaje que ya entregan hoy las rentas salariales a los impuestos y cotizaciones. También se habría debido contar con una aportación creciente de obra social de fundaciones privadas sin ánimo de lucro para dinamizar actividades colaborativas y del bien común.
¿Para cuando la reforma fiscal en España?
No les interesa a los que mandan. Esos grandes fondos que lo controlan todo y de los que hablábamos al principio, cada año envían una circular a todas sus empresas en la que les dicen que tienen que reducir costes fiscales, y a todos los gobiernos les tiembla a mano… A nadie se le pasa por la cabeza en estos momentos recuperar la tasa del 70% que se aplicó a las rentas en los Estados Unidos y en otros países en los años sesenta, como recuerda Piketty. Recuperar la cuota de esfuerzo que hacían las rentas altas y las rentas no salariales es casi imposible, porque los que mandan están crecidos. Saben que cualquier gobierno que se salga del paradigma de la rebaja fiscal va a ser penalizado con deslocalizaciones. Escapar de ese paradigma requiere de un agente institucional muy poderoso que aquí solo podría ser la Unión Europea.
¿Por qué Bezos, de Amazon, y otros empresarios millonarios son partidarios de la renta básica?
Morozov ha advertido sobre esto. Dice que estos empresarios lo que necesitan son consumidores. La renta básica, sí, financiada por el Estado; pero sin que ellos tengan que financiar el Estado. Es decir, renta básica para que la gente se conecte, consuma y pague.
La pandemia aceleró procesos, esa digitalización, por ejemplo. Pero también volvemos a ganar tiempo, paramos…
Cierto, comprobamos que el consumismo físico es en buena medida una adicción. Que hay cosas que el dinero no puede comprar. Que hay servicios (sanitarios, geriátricos, salud pública) que no se pueden gestionar con el economicismo austericida de la rentabilidad monetaria. Que asimismo se ahogan. Pero la pandemia también está siendo aprovechada por las GAFAM (Google, Amanzon, Facebook, Apple, Microsoft) globales, y sus plataformas y apps, para penetrar mucho más aún en nuestras sociedades y deslocalizarlo todo. Son una trampa mortal de resiliencia. Los distribuidores locales, transportes, comercio, finanzas, turismo, servicios geriátricos, medios de comunicación... habían debido contar con plataformas digitales propias. Y la UE con su 5G y sus big data.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.