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Francisco Rodriguez: "¿Que yo tenía poder en el BNG? Yo aceptaba los platos que no quería nadie"

El exsecretario general de la UPG, el principal partido del Bloque, repasa su trayectoria política.

Francisco Rodriguez, en Ferrol.
Francisco Rodriguez, en Ferrol. Patricia Hermida

En la apasionante política gallega de los años 90, Francisco Rodríguez despertaba tantos amores como odios. Para sus alumnos, era el cultísimo y amable profesor. Para el BNG, parte de la Santísima Trinidad junto a Xosé Manuel Beiras y Bautista Álvarez. Y para los más conservadores, Satanás.

Entre los años 2000 y 2012 ostentó el liderazgo de la Unión del Povo Galego (UPG), lo que le concedió cierta aura de todopoderoso. Y en las distancias cortas mantiene esa figura poliédrica: educación exquisita, el misterio de los que tocaron el poder y un humor diabólico siempre listo para la polémica. Fascinante.

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¿La política es su modo imprescindible de ver la vida?

Todos empleamos la política para ver el mundo, aunque sea de un modo inconsciente. La política puede ser una forma de ganarse la vida, pero relativamente, porque primero hay que tener capacidad de combatir y estar del lado de los que tienen el poder, aunque sea relativo. También es una fuente de preocupaciones y peligros. Pero no tengo una especial hostilidad por la clase política.

¿Se considera ahora más filólogo que político?

Fui filólogo porque estudié una carrera, pero me considero más un historiador que se dedicó a aspectos relevantes de la literatura gallega o a la situación sociopolítica del gallego.

¡Por que decidió estudiar Filología Románica?

Porque esas decisiones se toman la una edad muy temprana. Con 13 años, ya tuve que optar entre Ciencias y Letras. Siempre estudié en el Instituto Masculino (actual Concepción Arenal). Allí ya fui encarrilado a Letras, quería ser profesor de Bachillerato. Geografía y Historia me parecía excesivamente diversificada, en Filosofía veía mucha metafísica barata. Lo más asumible era Filología Románica, que tenía algo de portugués y de Literatura. Fui profesor de Lengua y Literatura Española y no médico, por condicionantes de la enseñanza y porque no se podía ser profesor de Gallego. Hasta los 14 años no tenía preocupación por el gallego.

En la Facultad de Filosofía y Letras de la USC (curso 1962-1963) con Xosé Carlos Ruíz Silva y José Torregrosa (archivo Francisco Rodríguez).
En la Facultad de Filosofía y Letras de la USC (curso 1962-1963) con Xosé Carlos Ruíz Silva y José Torregrosa. Achivo Francisco Rodríguez

¿A que edad empezó a hablar en gallego?

A los 16. Vivía en Serantes: un híbrido de gente que trabajaba en la Pysbe, la Madereira, la Constructora Naval, Astano. Había explotaciones agrarias de autoconsumo, pesca de bajura, una sociedad muy diversa, también lingüísticamente. Mi abuela era una tendera que hablaba en gallego con los clientes que le hablaban gallego, en español con los que le hablaban en español, y si se enfadaba con la familia usaba el gallego. Sus hermanas de Ferrol eran unas señoras que no soltaban una palabra en gallego aunque las mataran, del más refinado, de la calle Real.

¿Y sus padres?

En casa mis padres hablaban en castellano entre ellos. Pero cuando yo cambié al gallego, empezaron a hablar en gallego con sus hijos. Y descubrí que mi padre estaba filosóficamente indignado con la situación de Galicia. Él era militar y mi madre ama de la casa. Ella tenía autoridad para tomar decisiones, como tener una casa en Serantes y sacar ingresos de la tierra para autoconsumo. Ferrol tenía una corteza, pero la realidad lingüística estaba debajo a pesar de la españolización por la Armada. Lo que más me costó fue entrar en un comercio hablando en gallego.

¿Cuántos hermanos eran?

Cuatro: el mayor me lleva dos años y medio, después estaba yo, mi hermana, a la que le llevo siete, y el pequeño, Xavier, al que le llevo 15. Vivíamos en una sociedad muy alienada, pero dinámica y sugerente. Con diez años pensaba que uno hablaba en gallego por condición natural. Hasta que sufrí una conmoción de un día del patrón en Bardaos (San Sadurniño), donde todo el mundo hablaba en gallego en dos casas separadas por un río en un paisaje de verde intenso, abelairas alrededor del río, maíz… Nunca lo había vivido tan intensamente.

¿Qué pensó?

Pensé en quien era yo. Hasta me enfadé, tenía 14 años: "¿Cóomo nos pueden engañar tanto? ¿Yo soy de á éstos?". Veía todo tan químicamente puro que me sobrecogía. Fue en 1959 y fue la vacuna total. Había abundancia de comida, el señor de la casa era feriante, la mujer y las hijas excelentes de trato. La naturaleza no estaba alterada por fenómenos de intervención humana. Pensé que de allí veníamos todos. Quedé vacunado y enfadado. El origen de mi discrepancia política está ahí. Yo tuve un referente que era mi padre. Un hombre que leía mucho la Biblia pero con una lectura histórico-filosófica. Leía mucha filosofía con especial predilección por el marxismo. Debatía con los curas y escuchaba mucho la Pirenaica. En el Bachillerato me ayudó con la Filosofía: a mi padre le debo la preocupación y el pensamiento en política.

¿Cómo era ese Ferrol de la dictadura?

No me gusta decir que soy de Ferrol, en todo caso soy hombre de Trasancos y del valle de Serantes (fue municipio independiente hasta ser anexionado a Ferrol en 1940). La ciudad vivía en un contraste entre dos mundos que opacaban otros: la Armada y la clase obrera. En Serantes nunca tuve la distorsión de obreros y militares porque estaba mezclado con las ferias. Pero notaba que existían dos culturas políticas que, aparentando ser muy distintas, no lo eran tanto: la españolización unía al sector militar y a cierta clase obrera que se consideraba más culta en el naval. No acababa de ser mi ciudad. Y cuando llegué al Santiago de la época lo encontré tan ruralizado, con vacas y la feria de por medio de la ciudad, que pensé: "Vengo de la modernidad total". Santiago me parecía una ciudad más real y más antigua. Empecé a tener la idea de una Galicia más compleja y mejor.

Con Pilar García Negro en la primera mitad de los 80.
Con Pilar García Negro en la primera mitad de los 80. Archivo Francisco Rodríguez

Desde niño es usted un gran cinéfilo.

Con 13 años era un cinéfilo terrible porque había cines en todas las partes. En Ferrol, sólo entrabas en las películas de mayores a partir de los 16 o 18 años y con carné. Pero en los "indianos" o cines del entorno, podías ver lo que quisieras. ¡Vi Arroz amargo con nueve años porque me llevaron mis padres!; Gilda a las cinco de la tarde en sesión infantil, en un cine lleno de niños; El lobo de la Sila, de Silvana Mangano! Con 13 años llegabas a la casa a las once y media de la noche de estar en el cine con los amigos. Había cine hasta en San Xurxo, donde la última película que vie
fue La bella del Pacífico, de Rita Hayworth. El mundo de la infancia era fantástico porque lo dirigía yo con cuatro pesetas, que recibía de propinas por ayudar a mi abuela a poner los callos en los días de la feria. En el Bachillerato tenía una enseñanza excelente, pero me llevé un susto cuando llegué a Santiago. Era un retroceso total, sobre todo en los profesores. En Santiago, en algunas clases los hombres estábamos obligados a permanecer en la primera fila y las mujeres en el fondo. Era menos libre que la enseñanza secundaria. En Ferrol tuve profesores con un trato admirable, como Claudio Infanzón en Historia (que hasta que no sabías bien la Revolución Francesa no seguía adelante).

Dibuja un Ferrol sorprendente

En el instituto incluso los profesores de ideología conservadora eran humanamente espectaculares, como José Bravo. Por mí vivió una situación peligrosa cuando era director de instituto en 1969 y yo estaba de profesor. Yo había ganado la oposición de profesor numerario en Lengua y Literatura Española en Albacete, pero al hacer el servicio militar, de pernocta en Ferrol también daba clases en mi ciudad. Hicieron un apaño para un relevo a Manuel Masdías: él seguía dando clases de día y yo de noche. Pero yo ya estaba perseguido y la policía fue a hablar con Bravo para echarme.

Alberte Ansede, Pilar Pallarés y Francisco Rodríguez en la librería Couceiro de A Coruña en 1990.
Alberte Ansede, Pilar Pallarés y Francisco Rodríguez en la librería Couceiro de A Coruña en 1990. Archivo Francisco Rodríguez

¿Usted ya estaba fichado?

Ya estaba fichado, tenía una actividad política muy grande por la etapa universitaria en Madrid donde estudié entre 1964 y 1967. Hubo el fenómeno de tomar el sindicato de estudiantes del régimen. Previamente, en Filosofía hicimos un proceso electoral interno entre dos corrientes: los comunistas y los anti PCE. El sector anti PCE me propuso de candidato, y todos me votaron. El Opus también movía su candidatura con Tussell. Ganamos nosotros y tomamos el sindicato franquista para reventarlo desde dentro. Pero el único representante de los alumnos no expedientado fui yo, porque el claustro y el decano se echaban las responsabilidades entre ellos. Además, yo era nacionalista pero no militaba en nada.

¿Fue la clave para no ser expedientado, que no militaba en nada?

"En algunas clases los hombres estábamos obligados a permanecer en la primera fila y las mujeres en el fondo"

No, ellos pensaban que era pro-chino. Pasé por el Tribunal de Orden Público, el juez me dijo: "Hijo mío, ¡qué disgustos les das a tus padres! Sí en dos meses no recibe carta del tribunal, quedas libre". Pasé 48 horas en la Dirección General de Seguridad. Marché de Madrid con el deseo de no volver más.

En Ferrol continuó la persecución.

Cuando ya era profesor en el nocturno en Ferrol, el director José Bravo me cogió de las manos: "Dime lo que hiciste, hijo mío, que también los comunistas son hijos de dios. Vino la policía y me dijo que tenía que echarte. Pero como no traían papeles les dije que no". Bravo me defendió, pero nadie habla de él. En el nocturno di clases a gente que después me ayudó a tirar folletos en el Día de la Patria Gallega en 1968, como Roberto Casteleiro y un clarinetista de Bazán. Yo era nacionalista con contactos con la UPG, pero no formalizado como militante.

Hábleme del 10 de marzo de 1972.

Cuando hice el servicio militar en el campamento de Parga (Lugo) ya comprobé que tenía una ficha policial espectacular. En la Jorge Juan di clases a alumnos que después entraron en el PCE. A uno de ellos lo cogieron en el 72 y en la cárcel le pegaron hasta que firmó que yo lo había metido en el partido. Soy totalmente opuesto al PCE, pero fueron buscarme a Ourense, donde daba clases. Esa noche habíamos llenado la ciudad de pintadas en solidaridad con Ferrol, y me llevó la Guardia Civil para la ciudad naval. En el juicio dijeron que me soltarían porque ni estaba en Ferrol, pero pedían una multa administrativa (150.000 o 200.000 pesetas). Yo ganaba al mes 23.000 pesetas. No la pagué y fui al trullo dos meses.

¿Cómo le trataron? No sufrió torturas, como otros.

¡Que va! En la declaración policial me trataron despóticamente, pero ya sabían que no estaba metido en las protestas del 72. Fueron a por mí para fastidiarme. Los últimos años del franquismo fueron terribles, pero el régimen estaba descomponiéndose porque todo el mundo sabía que no podía continuar. Era represión mezclada con una burocracia que funcionaba fatal. El mismo régimen que me llevaba dos meses a la cárcel toleraba que mis compañeros me conservaran la plaza, dando ellos las clases. La inspección en 1974 me abrió un expediente para mandarme fuera de Galicia, pero gane la oposición a cátedras y ya no puediron hacerlo. Llego a Cangas de catedrático donde voy a una huelga, me expedientan y me expulsan a Andalucía en 1975. Yo era el único catedrático obligado a irse a otro sitio, mientras Alonso Montero se mantenía en el puesto con un pacto con el Ministerio del Interior. Regreso a Galicia en 1976, ya muerto Franco. Pero ese año las televisiones aún decían que todos los expedientados estaban en sus puestos, mientras yo seguía exiliado en Cádiz.

¿Cómo era el ambiente de la cárcel de A Coruña en el 72 entre distintas corrientes políticas?

Alguien me dijo: "Tú no te des por aludido, pero te harán un vacío espectacular". Siempre viví al margen de eso, paseaba con Alfonso Tellado y con otra gente de la órbita de CCOO que no era sectaria como Rafael Bárez. Toda la comida que entraba se mancomunaba. Algunos del PCE podían hacer el vacío a los que no consideraban aceptables, pero era más frialdad que otra cosa. Éramos casi 150 personas metidas en la cárcel de A Coruña por un régimen que reconocía la existencia de presos políticos. Esa discriminación suponía que tenías una vida mejor: recibías un trato diferente al de los presos comunes. Hubo maltratados en las comisarías o en la Dirección General. Lo de los asesinados fue terrible, pero en el 72 había tal solidaridad fuéra que hasta María Victoria Fernández-España fue a visitar a Torregrosa. Estaba claro que estabas en una cárcel franquista, pero fue peor la cárcel de A Coruña que viví en la democracia.

¿Como fue la estancia en esa cárcel ya en la democracia?

Estuve un mes en 1989 por quemar supuestamente una bandera española. Eras un preso común que estabas con presos comunes. Putrefacción, corrupción… Esa cárcel era de exterminio: con enfermedades como la tuberculosis, la droga metiéndose desde fuera descaradamente. Los funcionarios entraban con guantes para tocar las mantas. El Constitucional me soltó 72 horas antes del Día de la Patria Gallega. La cárcel era jodida, gente inyectándose alcohol en las venas y de ahí para arriba. En el circuito interno se metían películas pornográficas. Un funcionario dijo: "Aquí solo entran los pobres". El franquismo era peor, por supuesto, pero lo deterioro social no era tan grande como en los 80 a nivel de drogas. Y no se reconocían los presos políticos.

Ferrol, 1975. Asesinato de Moncho Reboiras.

Yo estaba de profesor en Cangas, ya expedientado para ser expulsado a Puerto Real. Soy de la UPG desde 1968, pero orgánicamente desde 1971. Desconocíamos la extensión de la redada, nos llamó un cura y tuvimos que ir a rescatar a Elvira Souto de Ferrol para llevarla hasta Valdoviño. Desde allí la trasladaron a Viveiro, mientras otros marchaban para el sur. Después me fui forzosamente a Andalucía. Recuerdo el asesinato de Reboiras en relación con un acto franquista terrible en unas instalaciones deportivas de A Coruña esos días. Siempre relacioné eso con que querían dar un último golpe. Barrié tenía mucha influencia y se preparaba una nueva fase de Galicia en la producción de energía eléctrica con una central nuclear. Pienso que el asesinato de Reboiras fue a quemarropa porque querían dar un escarmiento ejemplar al nacionalismo y al sindicalismo gallegos. Pienso que el secuestro de la condesa de Fenosa estaba planificado si hubiera seguido adelante lo de la central nuclear. La paradoja fue que Reboiras fue cogido porque había un infiltrado de ETA.

Homenaje a Moncho Reboiras en Ferrol, en 2007.
Homenaje a Moncho Reboiras en Ferrol, en 2007. Archivo Francisco Rodríguez

¿Infiltrado en la policía?

Un infiltrado al servicio de la policía dentro de ETA, pues había muchos contactos con los vascos. ETA estaba muy infiltrada e instrumentalizada por los servicios secretos de la CIA. Es claro en el asesinato de Carrero Blanco. Cuando estos mundos tienen un impacto grande, los servicios estatales no quedan quietos.

Cuando usted lideró la UPG decían que tenía muchísimo poder.

El nacionalismo en Galicia molesta mucho, no tenemos unas mínimas coberturas como en Euskadi o Cataluña. Yo fui demonizado y tratado como un monstruo por los que atacaban al nacionalismo gallego. Siempre tuve cargos derivados de lo que no querían otros, por necesidades del guión. En 1985 estábamos expulsados del Parlamento gallego. El País publicó en el dominical un reportaje avisando de que si nos votaban en las próximas elecciones no acudiríamos al Parlamento. Y dijo que el BNG era una organización política dirigida por un exseminarista, un loco y un homosexual… Fue terrible. Eso está escrito, y de ahí para arriba. Hablar en esos términos es terrible para una organización que aún hoy no tiene poder político. Por muy pacífico que seas, eres la peste y más.

"'Él País' publicó que el BNG era una organización dirigida por un exseminarista, un loco y un homosexual… Fue terrible"

¿No tenía entonces el poder que parecía en el BNG?

Mire, al final vemos dónde acaban todos. ¿Que yo tenía poder en el BNG? Yo aceptaba los platos que no quería nadie. Nunca tuve un conflicto personal con el señor Beiras, y él hacía lo que le petaba, hasta abrazarse con Fraga. Si se abrazó con Fraga yo no soy responsable ni le mandé, y tuve que aguantar eso con secuelas. Nunca llegué a un cargo no avalado, al revés de otros que hicieron lo que les dio la gana.Incluso Beiras cuando reconoció que se reunió con Anguita. Como consideran que el nacionalismo es malo, hubo que representarlo en alguien.

¿A usted le pintaron como Satanás?

¡Claro! Con el concepto de que el nacionalismo es malo por definición, si alguien lo simboliza, pues mejor. Y si encima puedes decir que es maricón, mucho mejor.

¿Puede ser homofobia?

Qué va, pienso que no. El problema de Galicia es que ser gallego consciente es muy duro. No me diga que por quedarme aquí soy algo, cuando usted se fue y se abrazó con (Pablo) Iglesias. Yo seguiré siendo gallego, es la única condición que tengo clara. No estoy para pensar por Sevilla, para eso que piensen los que bailan sevillanas. Yo no tengo el deber de bailar sevillanas.

Pero sí que le gusta el pasodoble.

¡Ay!, muchísimo, pero no obligo a nadie. El pasodoble es universal, y en Sevilla me visto de lo que haga falta. Mi nacionalismo no me obnubila. Pero si es fanatismo decir que eres gallego, pues estupendo.

Se prometió no volver a Madrid, pero volvió como diputado en el Congreso.

Fue poco productivo para el trabajo que se hizo. Por la estructura tan controlada mediáticamente o porque cada vez las instituciones representan menos frente a los poder fácticos. Después del Congreso no volví más a Madrid. Puede ser autodefensivo o prejuicioso. Nuestro papel tuvo prestigio, pero se evidenciaron los límites para solucionar los problemas gallegos.

Xosé Manuel Rodríguez (candidato por Lugo), Ángel Quintana, Francisco Rodríguez (candidato por Pontevedra), Pepe Ferrin (ilustrador y responsable de campaña), Encarna Otero (candidata por A Coruña) y Paco García (candidato por Ourense) en la presentación
Xosé Manuel Rodríguez (candidato por Lugo), Ángel Quintana, Francisco Rodríguez (candidato por Pontevedra), Pepe Ferrin (ilustrador y responsable de campaña), Encarna Otero (candidata por A Coruña) y Paco García (candidato por Ourense) en la presentación de la lista del BNG a las elecciones generales de 1993. Archivo Francisco Rodríguez

Cuando Luzes le propuso esta entrevista dejó claro que no quería hablar del BNG actual. ¿Por que?

Cuando una organización política tiene su dirección y una estrategia no viene a cuento que nadie de dentro, con una trayectoria de muchos años, establezca un análisis. No estoy para hacer ditirambos ni críticas cuando ya no soy responsable, los organismos responsables deben ser respetados por mi parte. Estoy afiliado al BNG y creo en la política que defienden, no me dedico a controlar a nadie y tampoco nadie se dejaría controlar. Además, Galicia ya va por un camino muy preocupante.

¿Es una sociedad apática?

Se defiende en conflictos puntuales, pero no tiene confianza en sí misma. Si estamos siempre pendientes de Madrid no vamos a ninguna parte. Nos comparamos con Andalucía, pero ellos tienen una base demográfica que aumenta y representan lo que es España. Nosotros somos diferentes y estamos a punto de desaparecer.

Su postura sobre la guerra de Ucrania despierta polémicas.

No pretendo que el nacionalismo se haga dogmáticamente confesional de una potencia determinada. Pero cualquier demócrata sabe que un conflicto así solo tiene la solución de la negociación.

¿Es posible una negociación con el régimen de Putin?

El régimen de Putin es mucho mejor que el de Ucrania. ¿Qué es Rusia? Una democracia parlamentaria como la nuestra, si no vemos el problema es por la propaganda. Puestos a simpatizar, me cae mejor Putin que Aznar. Y no diré nada de la monarquía. Rusia estuvo a punto de la desaparición con la descomposición social en el período de Yeltsin. Yo no puedo darles lecciones de moral.

¿Y qué me dice de las matanzas?

"El régimen de Putin es mucho mejor que el de Ucrania"

Las matanzas ya las había antes. Cuando estás dispuesto a una guerra tienes que aceptar las consecuencias. Zelenski dice "armas, armas, armas". ¿No pide más madera? Pues los demás también tienen madera. Las guerras no son juegos entre hermanas de la caridad. ¿No encubre esto una guerra entre los Estados Unidos y Rusia con un intermediario? El problema es que los golpes no se los dan a los EUA, sino al intermediario. Analistas muy ecuánimes dicen que es para preparar la confrontación con China, donde los EUA quieren ampliar su corral. Nunca vi a Rusia ir fuera de sus zonas de influencia, los EUA se meten en todas partes. Van de listos y modernos, pero me parece un país horrible con un problema racial interno brutal. La entrevista de Oliver Stone a Putin es espectacular porque le pregunta de todo: homosexualidad, lesbianismo… Putin tolera cosas para no enfrentarse a la iglesia ortodoxa, pero deja caer que cada uno haga lo que quiera.

Pero en Rusia no hay derechos como el matrimonio homosexual.

No se puede, pero no van contra la homosexualidad. Aquí tenemos derechos, pero se va contra la homosexualidad. No hace tanto en España no había matrimonio homosexual. Parece que por ser homosexual tienes que ser favorable al rock y a los Estados Unidos. Pues mire, yo no lo soy. Eso tampoco lo hay en Ucrania y no pasa nada, en Polonia menos. ¿Qué le voy a hacer si en Crimea y en el Dombás el 90% quieren ser rusos? ¿Se imagina que llega un gobernante español y mete El Bierzo en Galicia? Galicia decide ser independiente, pero el 80% del Bierzo no quiere: un político demócrata no se metería en una guerra.

Además de político, usted es un gran estudioso de Rosalía de Castro. ¿Su figura está siendo muy manipulada?

Su imagen no cayó del cielo, acabó aceptándose tras 40 años de defensa. Trabajo costó, la oposición de instituciones oficiales y académicas fue brutal. Ahora todo el mundo se apunta a Rosalía de Castro, y se instrumentaliza para un uso banal. Dicen que era feminista, "pero no tanto", ¡y después dicen que Pardo Bazán sí era feminista! Y nunca se hace hincapié en el aspecto central de la obra rosaliana: su identificación con el derecho gallego a decidir. No se acaba de asumir la trascendencia universal gallega de Rosalía.

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