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Los mitos de Freud sobre el orgasmo femenino
Las teorías del padre del Psicoanálisis cambiaron la forma que tenemos de ver el placer de la mujer y contribuyeron a que el clítoris, el gran olvidado de la anatomía sexual, siguiera excluido de nuestras relaciones.
Irene González Rodríguez
Madrid-
Sigmund Freud, el mayor representante del Psicoanálisis y una de las figuras más influyentes del siglo XX, no solo cambió la forma en la que concebimos la psique, sino también la forma en la que tenemos sexo —y no para bien—.
Las teorías del padre del Psicoanálisis recogidas en Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad (1905) y Sobre la sexualidad femenina (1931) sentenciaron el comportamiento sexual que debía tener una mujer, hasta el punto de establecer la única forma en la que podría recibir estimulación durante sus relaciones: a través de la vagina.
La mujer "frígida" y la patologización del orgasmo
Freud era consciente de la existencia del clítoris, y de su papel como zona erógena. Él señalaba que en la infancia y adolescencia de las mujeres "lo esencial de la genitalidad gira alrededor del clítoris", que consideraba de carácter masculino por su similitud anatómica con el pene. El placer obtenido de estos orgasmos eran, para el teórico, inmaduros, y podían inducir a trastornos psicológicos. "En este cambio de la zona erótica [...] residen las principales condiciones de la proclividad de la mujer a las neurosis, en particular a la histeria", postulaba.
Freud decía que la mujer madura que no alcanzaba el orgasmo a través de la vagina era una "frígida"
En sus escritos, el teórico estableció que los orgasmos a través de la estimulación clitoriana debían de ser abandonados por la mujer en el momento en el que empezara a tener relaciones con hombres. "Ella debe de renunciar a la zona genital originalmente dominante, el clítoris, a favor de una nueva zona, la vagina", estableció. Si la mujer madura no lograba alcanzar el orgasmo a través del coito con su pareja heterosexual, Freud le imponía el diagnóstico de ser "frígida" ya que era incapaz de cumplir su rol "natural" como mujer.
La patologización de la mujer y su condena al diagnóstico psiquiátrico impregnan el trabajo de Freud, quien además ignoraba premeditadamente el conocimiento disponible sobre la anatomía femenina. Como ya indicaba Anne Koedt en su escrito de 1968 El mito del orgasmo vaginal, "es importante enfatizar que Freud no basó su teoría en el estudio de la anatomía femenina, sino más bien en sus ideas sobre la mujer como un apéndice del hombre, y su consecuente rol social y psicológico".
La bisnieta de Napoleón, Marie Bonaparte, era una gran discípula freudiana, y la influencia del psicoanalista tuvieron tal impacto en ella que llegó a operarse en tres ocasiones para acercarse el clítoris a la vagina. De esta forma pretendía remediar su incapacidad de tener un orgasmo por estimulación únicamente vaginal. En su escrito La sexualidad de la mujer sugirió a las mujeres someterse a cirugías para "beneficiar la función erótica normal" y evitar la frigidez.
Un legado difícil de superar
El movimiento feminista luchó por derribar los mitos y patologías que Freud impuso a las mujeres a través de su influencia en la medicina y la psicología, señalando su misoginia y homofobia. Sin embargo, el impacto de sus escritos han causado que el camino hacia la educación y la puesta en valor del placer femenino se entorpezca. El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (MDE) todavía identificaba en su tercera edición en 1980 la incapacidad de alcanzar el orgasmo a través del coito en el sexo heterosexual como una condición diagnosticable.
7 de cada 10 mujeres que tienen un coito necesitan estimular el clítoris para llegar al orgasmo o para mejorarlo, según un estudio de EEUU
La investigación sexológica alberga polémicas sobre los tipos de clímax femenino, y si el orgasmo vaginal como tal existe o es la estimulación a través de la vagina del punto G o el clítoris de forma indirecta lo que permite llegar al clímax. Para muchas mujeres, sea un tipo de orgasmo o una forma de estimulación, la vagina es solo una de las zonas que les ayuda a tener un orgasmo. En un estudio de 2017 en el que participaron más de mil mujeres de los EEUU, 7 de cada 10 personas que tuvieron coito heterosexual explicaron que tuvieron la necesidad de estimular el clítoris para llegar al orgasmo en dicha relación sexual, o que la estimulación del clítoris mejoró dicho orgasmo.
Actualmente las representaciones del sexo —cisheterosexual— en productos culturales como películas, libros o canciones y en la pornografía siguen centrándose en la penetración y en la estimulación vaginal, y la existencia del clítoris, su anatomía y sus funciones siguen siendo un misterio para parte de la sociedad.
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