Opinión
Ayuso, mujer bandera... española

Por Anibal Malvar
Periodista
Apareció Isabel Díaz Ayuso a celebrar este Dos de Mayo en plan mujer bandera, como se les llamaba cuando Franco a las tías macizas (perdón por la machirulez). Vestida de bandera española -falda lápiz color granate, quizá de tafetán, y blusa mostaza de gasa y manga capa- parecía nuestra enseña rojigualda ondeando en los vientos de la libertad y las cañitas. Ay, si la hubieran podido ver tan mona los 7.291.
La querencia de Ayuso por enviar mensajes al pueblo a través de su siempre elegante vestimenta nos hace comprender por qué reside sin mucho pudor en el doble apartamento de 350 metros cuadrados de Alberto Gonzalover Amador, presunto, además de confeso, defraudador y falsificador. Es que en casa de un tío honrado no hay espacio para guardar tanto fondo de armario como el que necesita Ayuso. La gente critica sin cabeza.
Hace dos días, sin ir más lejos, celebró el Día del Trabajador con chaqueta militar y una vaca al fondo. Yo creo que sus responsables de imagen deberían haber escogido una cabra para la performance, pues ofrece una imagen mucho más legionaria que la vaca en estos tiempos de adorable belicismo. La cabra, combinada con la chaqueta de camuflaje sargentera, asustaría más al obrero que un bovino en un Primero de Mayo. Es mi modesta opinión de criptomodisto y performancer.
Tampoco hubiera estado mal que, en este Dos de Mayo, mi Ayuso apareciera directamente ataviada con el uniforme alcanforado de Millán-Astray, parche en el ojo incluido. Porque el desplante que le hicieron Pedro Botero Sánchez y Margarita Roblespièrre a la presidenta madrileña es merecedor de goyesco fusilamiento y alzamiento nacional: no le cedieron los ejércitos de tierra y aire para que se unieran a la fiesta con una hermosa parada militar y un espectáculo aéreo, cual se hizo tradicionalmente.
Como todos sabéis, siempre que se celebra el día de cualquier comunidad autónoma hay una gran parada militar en la capital de la región o donde digan los lugareños. Imposible olvidar los rostros emocionados de Josep Tarradellas, Jordi Pujol, Artur Mas o Carles Puigdemont cuando, celebrando La Diada, la Legión desfilaba ante sus ojos por el centro de Barcelona. O los aplausos enfervorecidos de José Antonio Ardanza, Juan José Ibarretxe e Íñigo Urkullu, en los Aberri Eguna, viendo a la aviación española sobrevolar Gernika simulando un bombardeo.
El portavoz del PP en la Asamblea, Carlos Díaz-Pache, resumió las consecuencias del autoritarismo gubernamental con brevedad y sabiduría: “Los madrileños no podrán ver a la Patrulla Águila pintando la bandera en el cielo de Madrid”. Y hay que pensar en los niños. Cómo disfrutan los niños y adolescentes de ahora y siempre con los desfiles militares y las coreografías aéreas bélicas. Y hasta a veces salta un paracaidista y se queda heroicamente colgado de una farola.
La única ventaja que van a gozar ahora estos desalentados chavales es que el dinero que se gastaba la Comunidad de Madrid trayendo al Ejército sin duda alguna se destinará a reformar un poco ese 52% de escuelas infantiles y 49% de institutos con la Inspección Técnica de Edificios desfavorable, que hasta se rumorea que alguno se podría derrumbar. Porque nadie dudará de que los gastos de la parada militar y la aviación corrían a cargo de Ayuso. Es otra tradición irrenunciable.
El año pasado, nuestra presidenta nos hizo gozar el Dos de Mayo incluso a los republicanos más zurdos, pues no solo puso a danzar y cantar al Ejército, sino que además les pasó revista a ritmo de chotis. Vestida de rojo integral (además, de rojo), parecía un Felipe VI transexuado, solemne, con serena autoridad y más capitana general que ninguna.
Quizá sea mi ignorancia, pero creo recordar que el del Dos de Mayo de 1808 fue un levantamiento popular, en absoluto militar, así que también comprendo a las minorías que no quieren soldados celebrando ese día. Pero no se lo digáis a Ayuso, que ya bastante disgusto tiene, la pobre. Que la Historia, la verdad, nunca te estropee el encanto supersticioso de las ignorantes tradiciones.
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