Opinión
El anarquista borbónico

Por Anibal Malvar
Periodista
Arde París y nosotros nos enamoramos. De la Familia Real. No estoy de coña. Como anarquista consecuentemente antimonárquico y rabiosamente antiborbónico, debería estar poniendo bombas en el Palacio de la Zarzuela. Pero siempre envuelvo los explosivos en papel couché, que aísla mejor de la humedad, y al final me acabo fijando sin querer en los titulares de la prensa rosa. Y desenvuelvo el titadine con cuidado y me pongo a leer.
Las historias de borbones siempre me han fascinado. Los Borgia se han llevado toda la fama y el glamour, con méritos incontestables (hasta tuvieron un Papa de Roma), pero yo creo que la dinastía borbónica española no tiene nada que envidiarles en abyección, codicia, crueldad, ineptitud, deslealtad y otras lindezas. Ahora que los borbones de Felipe VI han querido parecer listos, honrados, modositos, poco campechanos, castos, abstemios e institucionales, es cuando empieza su decadencia y su impopularidad. Ya ni los de Vox los quieren.
Empecemos por la princesa Leonor, el mirlo blanco que trina desde las más jóvenes ramas de la vetusta genealogía borbonesca. Las noticias sobre ella son inquietantes incluso para un anarquista. Se dice que lleva una vida disipada y que no está en forma, que no aprobaría las pruebas físicas de la academia militar si no fuera por ser vos quien sois.
Trascendió que alquiló un yate por 4.000 euros al día para hacerse un macrobotellón oceánico con sus amigos, como es costumbre entre los jóvenes de clase media en esta moderna España. Supongo que el barco sería de esos no contaminantes, y que en el Mediterráneo solo dejaron una tenue estela espumosa de moët-chandon que persiguieron, alegres, los delfines.
También se la ha visto en grandes fiestas ibicencas. "Según fuentes cercanas, Leonor alternaba bebidas energéticas con alcohol. Algunos testigos incluso afirman que acabó muy perjudicada", relata elnacional.cat. Vamos, que la futura reina nos ha salido froilana a tope, de hacer caso a los patios interiores mediáticos.
Lo de los dientes de Juancar ya me tiene en un sin vivir. Parece que nuestro viejo y adorado rey hispano-abudabiano está perdiendo sin remisión la dentadura, leo en distintos couchés. ¿De qué va a vivir sin dentadura un profesional de las mordidas? Es un drácula con periodontitis. Me desconsuela el deshonroso declinar de nuestro rey sol.
Felipe y Letizia son el corazón partío de esta España anarcorrosa. Desde que hace un par (o algo más) de años Jaime del Burgo difundiera un fotomensaje enviado por Letizia desde un urinario, en el que la reina no escatimaba cariño y hablaba dulcemente de un pashima que Jaime le había regalado, no paro de leer desasosegantes libelos sobre el distanciamiento de nuestra pareja real. (Como anarquista no te puedo perdonar, Letizia, que mandes un selfie blandierótico desde un váter. Un poquito de estilo, chica, que vienes de la clase obrera).
Ahora también murmullan que la estrategia de Zarzuela de mantener en secreto absoluto los destinos reales durante estas vacaciones, era para que Felipe y Letizia pudieran irse cada uno por su lado. Y que duermen separados desde lo de Jaime del Burgo, o antes.
Ya sé que todo suena a rumor. Pero España vivió 40 años bajo el rumor de que Juan Carlos I era necesario y honrado. Y quizá sea hora de un poquito de karma.
PS: Y de la bomba en la Zarzuela paso, camaradas. Bastantes desgracias tiene ya esta familia, coño. Antes que anarquistas, somos personas.
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