Opinión
Caballo de Troya en Ferraz, gritos de "¡Numancia!" en Moncloa

Por Sato Díaz
Coordinador de Política.
"¡Numancia! ¡Numancia!". Los gritos de resistencia suenan desesperados en Moncloa y en Ferraz. Mientras, en el festival teatral Clásicos de Alcalá, organizado por la Comunidad de Madrid en Alcalá de Henares, se representa, como una premonición, la tragedia cervantina. Una semana fatídica para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, también secretario general del PSOE. El informe hecho público este jueves por la UCO, que señala directamente a Santos Cerdán como "la persona encargada de gestionar" supuestas comisiones al exministro de Transportes José Luis Ábalos y al que fuera su asesor, Koldo García, deja a Sánchez muy tocado, y tendrá que afrontar el camino hacia la convocatoria electoral (él asegura que en 2027) con una carga muy pesada a hombros: según las apariencias, quien llegó a la Presidencia del Ejecutivo agitando la bandera de contra la corrupción no ha sido capaz de frenarla en su propia casa. Planea sobre él una duda ética de la que tendrá muy difícil desprenderse.
El lunes, el juez del Tribunal Supremo Ángel Hurtado procesaba al fiscal general del Estado, Álvaro Ortiz, que se sentará en el banquillo por un presunto delito de revelación de secretos en el caso que afecta al novio de Isabel Díaz Ayuso, quien, a través de su abogado, había reconocido que su cliente cometió dos delitos fiscales por un valor de 350.000 euros. El auto del magistrado del alto tribunal no muestra ninguna prueba consistente y se atreve a sugerir que la Presidencia del Gobierno estuvo relacionada con la filtración.
"Entre un delincuente y un fiscal que lo investiga, este Gobierno está con el fiscal". El Gobierno cerró filas con Ortiz, como quien grita "Numancia", y sus integrantes enmarcaron el procesamiento en la campaña político-jurídico-mediática que las derechas desarrollan contra el Gobierno de coalición desde hace años y que se ha endurecido en los últimos meses, con la aprobación de la ley de amnistía como telón de fondo. Asumir el procesamiento de quien está al frente de la Fiscalía General como injusto y que este se mantenga en el cargo es asumir, por parte del Gobierno, que esa injusticia ha de ser cuanto menos resistida, si no confrontada y combatida. La resistencia tiene que ser numantina para asumir a un fiscal general sentado en el banquillo de los acusados.
En definitiva, el martes, desde Moncloa se daba un paso importante al poner pie en pared contra la decisión del Supremo y defender al fiscal general en lo que, a todas luces, parece una operación orquestada y enmarcada para desgastar al Gobierno. Una asunción que necesitará, conforme la causa vaya avanzando, de una ofensiva pedagógica para explicar y convencer a la ciudadanía de que el poder político se ejerce desde distintas instancias del Estado y no solo desde el Ejecutivo y el Legislativo, como es el caso del Poder Judicial, los medios de comunicación y, por supuesto, el Ibex 35.
"¡Numancia!", gritan los personajes de Miguel de Cervantes en la obra, representada hasta este domingo en el Teatro Salón Cervantes de Alcalá. El autor del Siglo del Oro recrea el asedio al que, durante años, las tropas romanas, bajo la orden del general Escipión, sometieron a la ciudad de ese nombre, en las afueras de Soria. Los romanos sitiaron el enclave durante más de un año, evitando la entrada de alimentos y demás víveres a la ciudad. Cuando la población ya no aguantó más, en el año 133 a.C., asumió la derrota. Algunos numantinos se entregaron a las tropas romanas como esclavos, pero la mayor parte optó por el suicidio para evitar ser exhibidos como trofeos por las calles de Roma.
La defensa numantina que parecía plantear el Ejecutivo de Sánchez el martes, tras el procesamiento de Ortiz, necesitaba ser acompasada de una estrategia también de ofensiva. El Gobierno, en situación de bloqueo por la parálisis legislativa en el Congreso, donde a duras penas cuenta con una mayoría para sacar adelante medidas progresistas, parecía asumir un punto de inflexión ante lo que parecen ataques externos. Pero entonces, llegaron los audios de Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García.
Los tintes trágicos, cervantinos, que vierte el informe de la UCO envenenan a varios niveles la política española. Los próximos meses pueden ser un goteo de informaciones sobre Santos Cerdán si, como todo parece indicar, es imputado por el Tribunal Supremo. Un goteo que puede desgastar al PSOE sobremanera. Durante el primer trimestre del año que viene se prevé la celebración del juicio del caso Kitchen. En él se investiga a los comisarios José Villarejo y Eugenio Pino y al chófer de Luis Bárcenas, Sergio Ríos, por una supuesta trama orquestada desde el Ministerio del Interior en la época de Mariano Rajoy para sustraer al extesorero del PP información sensible que pudiera implicar a dirigentes de Génova en el cobro de comisiones. Buena parte de los telediarios del momento estarán dedicados a la corrupción nacida en el seno de los dos grandes partidos del país, en la calle Génova y en la calle Ferraz. El bipartidismo vuelve a las andadas y pilla a la izquierda alternativa sin un proyecto sólido que pueda ejercer, precisamente de eso, de alternativa a un PSOE tocado, con apariencia de casi hundido. La extrema derecha, en plena expansión internacional, se frota las manos. Santiago Abascal, sin hacer nada, estará muy feliz estos días.
Más allá del desgaste que sufre la propia democracia cuando se evidencian casos de corrupción política, el asunto de Cerdán acorrala a un Gobierno ya de por sí débil. Pese a que Sánchez parece dispuesto a aguantar hasta 2027 (ahora parece el peor momento para convocar elecciones para sus intereses), la mancha ética que ha generado Cerdán sobre el PSOE y el propio Sánchez (el primero fue el hombre de confianza del presidente hasta este mismo jueves) le dificulta mucho tirar del argumento de que la derecha usa el lawfare para hacer caer el Ejecutivo. Aunque hay varios casos que apuntan a ello, que los dos secretarios de Organización de Sánchez estén envueltos en la corrupción envuelve al líder socialista en una duda razonable y le esquilma su autoridad moral.
"¡Numancia!", gritan en Ferraz y Moncloa, conjurándose para resistir a los ataques que llegan de fuera de la ciudad. Sin embargo, lo sucedido esta semana recuerda más al mito griego del caballo de Troya. Ese que cuenta que los griegos construyeron un caballo de madera hueco para que, ofreciéndolo como un obsequio a la ciudad de Troya, sirviera como medio de transporte secreto de las tropas, las cuales, una vez dentro de la ciudad, desarrollaron una trágica conquista de la misma. Sánchez tenía el enemigo dentro y no lo vio (el caballo de Troya), pero también está sometido a un asedio total por parte de la derecha, como en Numancia. El PSOE tiene la difícil tarea por delante de recuperar la credibilidad si quiere tener alguna oportunidad de no entregar el Gobierno a la derecha y ultraderecha.
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