Opinión
Un detallito tonto

Por Israel Merino
Reportero y columnista en Cultura, Política, Nacional y Opinión.
-Actualizado a
Otra vez bailamos al son de Balzac por esa vez que dijo en El tío Goriot que París era el centro de un mundo disonante con siete bautizos, siete muertes y siete apocalipsis diarios; y yo cada vez tengo más claro que el francés tenía una bola de bruja blanca para leer la futura mente de un tal Feijóo.
En Madrid, que no París, este domingo se ha puesto punto y final por séptima vez al sanchismo. En el templo de Debod, donde los emos y otras subespecies urbanas tristes van los sábados a chupar pollos de eme y beber Monster blanco, el Partido Popular metió a cuarenta mil simpatizantes para bailar sobre la tumba sin gloria de un pajarillo al que llaman autócrata por planear de Ferraz a Moncloa sin entender todavía – igual es que no se lo ha dicho nadie – que está muerto. Séptima vez, repito, que el Partido Popular convoca a su gente en la capital de España para recordarle a ese pajarillo autócrata con mayoría en la Cámara que debe dimitir porque así lo mandan sus tremendas gónadas cuales bujías.
Como parece que Sánchez no les va a hacer mucho caso por las buenas, los del Partido Popular se guardan un arma secretísima llamada moción de censura que no activan por un detalle tonto al que solo los subnormales pueblerinos como yo le damos un poco de injustificada importancia: los números no les dan.
Es que pensad fríamente qué ridículos sonamos los del equipo de la sincronizada – un abrazo, Cristian Campos – cuando comentamos con acrítica felonía que está muy bien que Feijóo quiera hacer caer a Sánchez o comprarse un garaje en El Soto mostoleño, pero igual para lo segundo necesita algo de dinero y para lo primero, qué payasadas decimos – Óscar Puente, quiero ya mi Bizum –, tener mayoría en el parlamento: menudo sociópata engreído aquel al que se le ocurrió que en una democracia parlamentaria se necesitara una mayoría parlamentaria para echar a un presidente.
Ahora un poquito en serio, me ha hecho genuina gracia leer las columnas y crónicas políticas de algunos medios de derechas que han elogiado la movida de Feijóo y Ayuso de este domingo en Debod y apenas han dedicado media línea – o ninguna – a matizar que la lideresa de la oposición y el maniquí del outlet de Massimo Dutti de El Bercial podrán calentar Madrid cada fin de semana pero no echar a Sánchez mientras Dios o Junts no quieran darles una mayoría; qué risa cuando cogen carrerilla en sus párrafos y braguetas al imaginarse ya de ya el fin político de Sánchez, pero a las dos líneas les da tremendo gatillazo al recordar cómo funciona un puto parlamento.
Mientras esa mayoría no llegue, Ayuso podrá fantasear todo lo que quiera con la vuelta de ETA – qué señora tan sin vergüenza – o con que esa causa judicial definitiva pulverice el sanchismo, pero de momento han convocado ya siete funerales para implorar el requiem eterno dona eis Domine de este Gobierno sin lograr aún que el pajarillo se meta en la dichosa caja.
A la octava vendrá la vencida, va.
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