Opinión
Espiando a Esther en la ducha

Por Anibal Malvar
Periodista
-Actualizado a
Disculpa, Esther, el tufillo machista que pueda eviscerar mi título, pero es que ya me he metido en la turbia mente y en la encallecida piel de los personajes sobre los que voy a escribir: los espías. Gente que no se anda con finezas idiomáticas, como sabes.
Nos hemos enterado estos días, no sin leve desazón, de que los espías de EEUU interceptaron 60 millones de llamadas en España este pasado invierno, y de que los espías catalanes husmearon también la privacidad de nuestra Esther, de Esther Vivas: columnista de este periódico, escritora y revolucionaria de Bastilla incruenta. En un mundo tan viril como el del espionaje, lo corriente es espiar a las naciones y a las chicas, como en estos respectivos casos ha ocurrido.
De la Agencia de Seguridad Norteamericana (NSA), la que espía a las naciones, poco se puede decir que el lector no sepa: son como Jason Bourne pero en borrico. Del Centre de Seguretat de la Informació de Catalunya (Cesicat), los espías catalanes, los que espían a las chicas como Esther, se sabe sin embargo muy poco. Deben de ser más discretos, lo que no supone tacha si uno se dedica a espía.
El Cesicat se creó en 2009 por mandato del tripartito catalán (PSC, ERC, ICV) para proteger a la administración de ataques informáticos. Pues mira tú por dónde se han despistado y han metido a un espía en la ducha de Esther Vivas. Y de otros muchos activistas de los movimientos sociales, de parlamentarios, de periodistas. Se conoce que a los lujosos búnkeres en los que vive esta caterva solo se puede acceder por las tuberías de la ducha para espiar.
Yo no sé a Esther, pero a mí personalmente no me incomoda demasiado que los espías me espíen en la ducha. Lo considero hasta vagamente romántico, dependiendo del espía y de sus intenciones. Todo sea por la seguridad nacional. Otra cosa sería, por ejemplo, que me espiara un banco. Si te espía un banco, el banquero puede inferir que te estás duchando por encima de tus posibilidades, en agua tibia, y exigirte un rescate bajo mandato gubernamental. Suena a ridiculez, pero no es la primera vez que sucede. Al menos en algunos remotos países. Como, por ejemplo, España.
Pues hete aquí, estupefacto lector, que en su denuncia de estos hechos nos recuerda Anonymous que La Caixa forma parte del patronato del Cesicat. Que el patrón de los espías que hay en la ducha de Esther es un banco, La Caixa. Que un banco sea el dueño de unos servicios de inteligencia estatales o autonómicos, significa que asumimos que la autoridad del banco está por encima del Estado o de la autonomía. Podríais habérnoslo dicho antes, discretos oligarquitas. Aunque algunos ya lo maliciábamos.
Ayer mismo la Fiscalía española -no la argentina- decidió abrir diligencias informativas sobre el supuesto espionaje masivo de los servicios de inteligencia estadounidenses en España. Barak Obama ha sufrido un vahído en cuanto se ha enterado, pero nos informan desde la Casa Blanca de que ya se encuentra mejor.
Mañana, sin duda, la Fiscalía española -no la argentina- abrirá también diligencias informativas contra el Cesicat y La Caixa por meter a un espía en las tuberías de la ducha de Esther Vivas, pues se trata del mismo presunto delito, de la misma violación de la intimidad, ejecutado con rudimentos distintos, pero la misma cosa. Estoy seguro, Esther. La justicia es igual para todos. Ya verás. En todo caso, mañana por la mañana, cuando te vayas a duchar, abre el grifo de agua helada. Y que se joda el espía en su tubería.




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