Opinión
Matar a los padres

Escritor. Autor de 'Quercus', 'Enjambre' y 'Valhondo'.
-Actualizado a
Este escrito va dirigido, por suerte, exclusivamente a una minoría de jóvenes. Una minoría, pero con un altavoz muy potente y nocivo. Contagioso. El resto de jóvenes, en cambio, son la esperanza y están llamados a salvar el planeta. A salvar la civilización en peligro de extinción. Vamos con ello.
Para convertirse en el dios del tiempo y del universo, Cronos tuvo que cargarse primero a Urano (el Cielo), su propio padre. Cortándole los genitales con una hoz, mientras intentaba hacer el amor con su madre, Gea (la Tierra), arrojándolos al mar, de cuya espuma nacería la bella Afrodita. Lo mismo que hizo posteriormente su hijo Zeus destronando a Cronos y encadenándolo sine die en el inframundo del Tártaro, para llegar a ser el todopoderoso dios de dioses del Olimpo. Una lección ejemplarizante de la mitología griega que viene a decir que para sacar adelante tu vida y alcanzar la madurez y el poder, no queda más remedio que aniquilar a los progenitores.
Tres mil años después, el capitalismo salvaje, inmoral y sin escrúpulos, plagia a los crueles dioses griegos instando a que los hijos maten a sus padres. En una nueva vuelta de tuerca de la infamia. De este universo distópico, cuyo único dios verdadero es el dinero - ¡mira quiénes son los que gobiernan el mundo! -, que nos ha tocado vivir.
Desde hace un tiempo, anda circulando por ahí una corriente de opinión pestífera, dirigida especialmente a los jóvenes, que les dice que los culpables de sus problemas son sus padres. Que si no tienen vivienda ni trabajo, o el que tienen es muy precario, que si recortan sus derechos laborales, es por culpa de la generación anterior que se lo ha llevado todo por delante. Que se lo han comido crudo. Una generación que arruina las arcas públicas para pagar sus pensiones. Una generación que hipoteca su futuro, con demasiados derechos y excesivo nivel de vida, que habría que limitar o anular.
Una doctrina muy miserable, basada en excitar los peores y más bajos instintos intergeneracionales, que inocula en los jóvenes la culpabilización y envidia hacia sus mayores. Sin darse cuenta de que el sistema los está utilizando, manipulando, manejando como a ventrílocuos, para conseguir su objetivo final y único: aniquilar las pensiones como parte del desmantelamiento del estado de bienestar. Cargarse las pensiones públicas para liquidar los derechos sociales. Después, ya vendrán ellos ofreciendo sus planes de pensiones bancarios, sus residencias de ancianos privadas, sus pólizas de salud que nunca cubren el cáncer y, para sus nietos, sus colegios de pago.
Quizás esos jóvenes "revolucionarios" que ya van vendiendo por ahí - influencers, youtubers, redes sociales y hasta en algún libro, aunque lo suyo no sea leer - esa pócima venenosa, llamando a "no pagar impuestos porque Hacienda es una ladrona", desconozcan que en España sigue habiendo pensiones de miseria. Que las pensiones no contributivas rondan los 500 € mes y las contributivas los 800. Lo que nos obliga a preguntarnos: Si estas personas no tienen vivienda propia, con esa pensión ¿qué comen? ¿Cómo se calientan en invierno? ¿Qué ropa se ponen?
Es posible que ignoren también que el mayor número de desahucios de España se produce en la franja de mayores de 70 años. Es decir, abuelos expulsados de sus casas por orden de un fondo de inversión que se ha quedado con todo el inmueble por no poder pagar la hipoteca o el alquiler. Ancianas y ancianos tirados a la calle.
Igual que deben ignorar que es esa misma franja la que sufre los mayores índices de vulnerabilidad, degradación de su salud física y mental, abandono y aislamiento social. Por lo que diréis: Normal, para eso son viejos, no como nosotros, mira qué músculos.
También estos vocingleros afiladores de hoces, algunos con domicilio fiscal en Andorra, no saben que, según los datos estadísticos del 2021, en España había 10 millones de personas mayores de 65 años, el 20% de la población, y, sin embargo, el índice de suicidios en esa edad es del 30,85% del total. ¿Por qué será, si viven tan de puta madre? ¿Por qué lo hacen? Arrojados por la ventana de sus viviendas antes de que se la quiten, ahorcados en la soledad de un parque, abandonados en sus miserias, ocultas y silenciosas, con sus pensiones de mierda, su deterioro mental, muertos de frío y de ignominia.
Es decir, que todavía, queridos muchachos, falta mucho por hacer. Por completar. Es decir, que todavía con nuestros mayores no hemos llegado al equilibrio de la decencia, la justicia reparadora y el bienestar. Sin embargo, vosotros, sus hijos y nietos, los pequeños Cronos del siglo XXI, los niños bien criados en mantillas, andáis reclamando su envío al Tártaro para ajustar las cuentas, las amortizaciones y los intereses, los nuevos y humillantes aranceles, los valores añadidos y los déficits.
Me río yo cuando se dice tan alegremente: "La generación que vive peor que sus padres." Me río porque no tienen ni idea, ni una remota idea, de cómo fue la infancia y la juventud de sus progenitores. Porque no pueden ni imaginarse el mundo de pobreza y privaciones, de dureza y sacrificios, en el que se criaron esos hombres y esas mujeres.
Dale el látigo al esclavo y verás lo que es el verdadero terror, decían los romanos. Y es que ese esclavo, que fue capturado con redes en África o en Hispania, transportado en una jaula, azotado y encadenado al remo de una galera, vendido en una lonja y, después, ya en una villa romana a las orillas del Tíber, maltratado, humillado, tratado peor que un perro... Este mismo esclavo que, por un azar del tiempo y de los dioses, consiguió liberarse y poseer cierta riqueza y posición social, cuando se hizo con el látigo, en vez de atacar a los que le habían esclavizado y maltratado, se lió contra sus inferiores, los más débiles, azotándolos hasta arrancarles la piel a tiras, hasta matarlos, con una rabia y un terror inusitado.
Algo de esto debe estar ocurriendo con esos jóvenes a los que me dirijo. Esa minoría de jóvenes hipnotizados. Abducidos por ese populismo analfabeto de chichinabo. Jóvenes que están desviando la dirección del foco, el punto de la mira telescópica, la espalda del látigo. Jóvenes que nacieron ya con todos los derechos, arregladitos y dispuestos, y que, quizás por eso, nunca los valoraron suficientemente. Pensando, incluso, que esos derechos fueron un regalo divino, que no costó conseguirlos, que siempre estuvieron ahí y nunca podrán perderlos.
Yerran el tiro hacia sus mayores, en vez de ir, contrariamente a ese esclavo, hacia sus verdaderos opresores. Porque la culpa de sus bajos salarios, que son fundamentalmente los que les impiden acceder a una vivienda y llevar una vida digna, no es de sus padres. Sino del modelo económico depredador que obtiene grandes beneficios a costa de salarios de miseria. Grandes beneficios a costa de pagar a los jóvenes mejor formados de nuestra historia unos sueldos de risa. Y a los que no están formados, salarios esclavistas. Sin horarios de descanso y con más de 3 millones de horas extras sin pagar. La España desigual. Unos forrándose, otros matándose a trabajar para que se lo lleve todo el alquiler mensual. En España se paga tan mal… que los mejores jóvenes se van. Especulación y usura. Españistán.
Ahora bien, los logros y avances que consiguieron las dos generaciones anteriores, padres y abuelos, no cayeron como el maná del cielo. ¡Qué va! Se consiguieron a base de lucha. A base de protesta y reivindicación. Luchas que a muchos los llevó a la cárcel y a otros les costó la vida. En unos tiempos de represión y explotación inimaginables. Dicho esto, la pregunta que toca hacer ahora a esos jóvenes es: ¿qué has hecho tú para revertir esta situación? ¿Qué tipo de lucha has entablado para combatir la precariedad laboral, los bajos salarios? ¿Cómo te has rebelado contra la escasez y los precios abusivos de la vivienda? ¿Hasta cuando vas a seguir con tu silencio y docilidad, agachando la cabeza? ¿Pensáis alzar la voz algún día desde vuestras universidades – universidades privadas donde se venden los títulos y se lobotomizan las consciencias - o seguiréis estando eternamente callados? ¿Has visto a los jóvenes de Marruecos y Nepal? ¿Cuándo piensas arremangarte, mojarte el culo, pringarte las manos, para acabar con tantos desmanes? ¿Cuándo acabes el botellón o cuando salgas del gimnasio?
Fíjate que entendería que dijeras: He dejado de creer en la humanidad. La sociedad que nos habéis legado es una... Lo entendería, para explicarte luego que a lo largo de la historia los tiranos autócratas siempre han intentado dominar el mundo en beneficio propio, subyugando al pueblo. Las oligarquías dominantes usurpando la riqueza. Y que ha sido la gente, la sociedad civil que se ha organizado, la que ha conseguido derrocar a los sátrapas para poder vivir en libertad y con dignidad. La historia de la humanidad, que ha sido una defensa constante del hombre y la mujer contra los abusos de los déspotas, se repite y sigue igual, aunque el dominio y el esclavismo – Trump, Netanyahu, Elon Musk, las tecnológicas, la banca, la industria del petróleo y de las armas – tengan otra cara. Quizás más peligrosa que nunca, pues resulta complicado reconocer dónde está el enemigo. O te engañan poniendo en la diana a los falsos adversarios: los inmigrantes, las feministas, los musulmanes, los diferentes, los pobres, los negros, los hispanos.
Pero tú no estás afiliado a un sindicato porque te has tragado la milonga de que son unos aprovechados que quieren vivir del cuento, no confías en los partidos políticos porque todos son iguales y unos corruptos, las asociaciones vecinales no te sirven, las de consumidores tampoco, las manifestaciones son cosa de viejos, yayo flautas los llamas, las palabras huelga o encierro te provocan un salpullido y estás tan cabreado que ni siquiera vas a votar el domingo. Así, mal andamos, amigo.
En las imágenes del boicot a La Vuelta ciclista, que ha sido el acto más valiente y esperanzador de nuestra historia reciente y de unas consecuencias extraordinarias, los vergonzosos porrazos de los policías antidisturbios eran principalmente a personas mayores, a mujeres mayores, esas, que según vosotros, están arruinando vuestro futuro. Pobrecitos. ¿Y tú dónde estabas ese día? Porque, para que te enteres, si el mundo cambia a mejor es gracias a esa gente comprometida que la policía corría a estacazos y a esos otros que les van a caer 5.000 euros de multa por cortar el paso de unos ciclistas. Tanto o más como los que se levantaron hace unas semanas en la ONU para no escuchar al exterminador Netanyahu. O los que inundaron las calles manifestándose contra el genocidio y esa "paz" injusta que imponen hoy los asesinos mataniños. "Dame un punto de apoyo y moveré la tierra", dijo Arquímedes. Por pequeño y humilde que sea.
Si pasas de política, si, en esta involución que nos acosa y destruye, defender la democracia, los derechos humanos, la igualdad y el estado de bienestar te la suda, si lo que ocurre en el mundo a ti no te afecta, si no escuchas ni las noticias porque ya te informa TikTok e Instagram, y el resto te da lo mismo... Chico ¿qué hacemos contigo? ¿Seguir echando la culpa de todo lo que te pasa a tus padres y a tus abuelos?
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