Opinión
La prolífica y duradera relación entre aranceles y fanáticos del copyright

En su reciente ofensiva comercial, la Administración Trump ha señalado las políticas audiovisuales de España como una de las principales barreras no arancelarias que afectan a las exportaciones estadounidenses. Hemos de tener en cuenta que las exportaciones de su industria audiovisual son la séptima principal fuente de riqueza de los EEUU (+10 mil millones USD/año, principalmente en propiedad intelectual), siendo la tecnología la primera que también está relacionada con las restricciones de acceso por copyright al código.
Según el informe del Departamento de Comercio de EEUU, las regulaciones españolas que promueven las cuotas de contenido europeo limitan el acceso del cine estadounidense al mercado español. El informe destaca que, en los cines españoles, por cada tres días que se proyecta una película de un país no perteneciente a la UE, debe exhibirse una película europea. Esta proporción se ajusta si la película se proyecta en una lengua oficial de España distinta del castellano. En cuanto a los servicios de streaming, se exige que al menos el 30% del catálogo sea contenido europeo, con una parte en lenguas cooficiales, y que las plataformas con ingresos superiores a 50 millones de euros inviertan el 5% de sus ingresos en producciones europeas y españolas.
Estamos hablando de que en España se intenta llegar a un magro 25-30% que no sea yankee, pero, igualmente, estas medidas han sido interpretadas por Washington como obstáculos que perjudican a la industria estadounidense, justificando así la imposición de nuevos aranceles a otros productos europeos, con especial atención a España.
Os quiero contar cómo esta historia viene de lejos y cómo ha conseguido que más del 70% (estadístico, no metafórico) de lo que vemos en cine, televisión y plataformas sean bodrios que modelan nuestros cerebros con estereotipos que nos llevan de cabeza a un mundo digno de la película Idiocracy (muy recomendable bodrio de culto yankee).
Formatean nuestros amores a lo Isla de las Tentaciones, nuestros look a lo Belén Esteban, nuestro trabajo a lo Master Chef, nuestras aspiraciones a lo Tamara Falcó, todo regado de ultra violencia splater. De lo más inspirador, vamos.
En la prática, el 70% de lo que importamos en entretenimiento y "cultura" de EEUU son productos construidos a través de algoritmos (guiones sobre plantilla, lo que se llama "fórmula") de corporaciones que priman la cantidad y la relación esfuerzo/forrarse-brutalmente sobre la calidad.
La pregunta que siempre me he hecho es por qué con todo el buen cine que hay —incluso americano, solo faltaría—, no hay manera de revertir este porcentaje en lo que vemos, por ejemplo, en la tele, todo lo contrario: si hay cine lo hay de barrio, bien franquista (le pongas carteles de aviso o no); Technicolor americano de la época moralista macartista; o, más actual, guiones manidos en el que el público tiene que echarle una gran dosis de fe para creer todos los saltos lógicos bajo la capa de efectos especiales.
Y eso, ¿por qué es? Por la pasta. Ya no nos podemos pagar los derechos de autor para ver buen cine en la tele por nuestras propias leyes de copyright y de distribución. ¿Listos, verdad Es decir, como país no nos podemos permitir cultura y espectáculo de calidad por años de genuflexión de Gobiernos y partidos políticos al chantaje del colonialismo de copyright de los EEUU.
Veamos.
Ya en 2009 denunciábamos las presiones recibidas desde EEUU a Zapatero y Rajoy, para la creación de la infame Ley Sinde, la misma que sirve ahora a Tebas para arrasar con Internet bloqueando todo lo que se mueve. Las presiones tomaban forma de inclusión en el famoso 301 Report del Departamento de Comercio de EEUU.
Sí, el mismo Departamento que ahora diseña los aranceles. El Report, que se originó en 1989, es un amenazante listado anual de países con un copyright no suficientemente favorable para los EEUU. Se confecciona a partir de las recomendaciones de las multinacionales privadas del entretenimiento EEUU, es decir, nada más si nada menos que una agrupación de la Association of American Publishers (AAP), la Business Software Alliance (BSA), la Entertainment Software Association (ESA), la Independent Film & Television Alliance (IFTA), la Motion Picture Association of America (MPAA), la National Music Publishers’ Association (NMPA) y la Recording Industry Association of America (RIAA). Los países listados en el 301 Report eran (y son) tildados de piratas y amenazados con ¡aranceles! a otros productos; los lobbies de interés locales, como la Coalición de Creadores española —una coalición sin ni un solo creador, únicamente industria—, entrenados al filibusterismo legal. De aquellos barros, estos Tebas, entre otros muchos daños.
España fue incluida de 2009 a 2016, con la única excepción del año 2010, año en el que se ocultó a la población el embrión de la Ley Sinde con nocturnidad y alevosía en la extensa Ley de Economía Sostenible.
Para el sector cultural que se tiró a los brazos de esta barbarie, y lo vuelve a hacer obligando el Ministerio de Cultura a retirar el único intento para poner algo de cordura al tema IA/copyright, para ese mismo sector que es aplastado a diario por la supremacía de la industria estadunidense sin entender el por qué, ojo al dato importante. Como explicábamos entonces:
"La política estadounidense en materia de protección de la 'propiedad intelectual' mantiene una doble moral: el rigor que exigen a sus 'aliados' no es el mismo que practican en su propio país ya que la aplicación del 'fair use', vigente en su legislación, permite muchas más excepciones al copyright de las que exigen en nuestras legislaciones".
Nos basábamos en el único informe comparativo existente [2], el de Consumers International, que lo demostraba. El gráfico mostraba la relación entre el acceso a la "cultura" y al conocimiento gratuito para los consumidores y la de pago según las legislaciones de cada país.
Así se puede ver como en EEUU el fair use que permite una gran cantidad de excepciones legales para poder acceder a contenido sin pasar por caja, produce un equilibrio sano entre pagar y acceder a la cultura. Se puede ver también como India, con una histórica lucha por el acceso abierto —suyo es el desafío ganador contra la ley de patente con el que consiguió el primer genérico contra el SIDA— tiene una legislación extremadamente favorable para el consumidor.
Para dar solo un ejemplo de las exigencias de copyright fanático que los EEUU imponen pero no se aplican, el ámbito educativo: en EEUU es libre y gratuito mientras las destartaladas universidades españolas deben pagar cada año entre tres y cinco millones de tarifa plana obligatoria en derechos de autores, que luego solo van a los autores de las industrias y no a una gran mayoría de los reales [3].
En 2010, solo un año más tarde, las revelaciones de Wikileaks nos daban la razón.
En ese portal se puede leer esta preciosa acta de 2008 (en plena devastadora crisis económica) redactada por el representante estadounidense tras una reunión con el secretario de estado español.
Este último acataba las órdenes y prometía una ley de copyright bien fanática "as soon as possible", con presencia EEUU en su redacción. Lo que renegaba sin resistir era una circular de 2006 de la Fiscalía española que defendía la legalidad del intercambio de cultura entre pares sin ánimo de lucro y la copia privada. Efectivamente, estos son los únicos mecanismos que teníamos equiparables al fair use anglosajón. Esta circular se consideró un obstáculo a "los intereses estadounidenses". Algunos pasajes del acta revelada por Wikileaks durante el Cablegate no tiene desperdicio[en [4] abajo, un extracto de lo más jugoso].
O sea que haber aceptado el chantaje EEUU, dejarnos tratar como una colonia extractiva, haber renunciado a los derechos de acceso a la cultura, la información y el conocimiento que teníamos en 2009, haber permitido la llegada de un 70% de bodrios a nuestros cerebros, no poder pagar los derechos de autor para poder ver productos de calidad y no haber distribuido las ganancias a las y los autores y productores de cultura de verdad en lugar que a productores de bodrios y grandes corporaciones, no nos ha servido de nada. Estamos a la casilla de partida: aranceles si no aplanamos el terreno a más basura y menos derechos.
En 2009 decíamos que "los intereses de la industria cultural española son justamente que disminuya el monopolio de la industria americana y que se equilibren las cuotas de mercado. Es un despilfarro dejar que la industria americana fagocite todo el mercado y luego tener que hormonar doblemente el cine europeo". Naturalmente, defendemos los derechos de autor y los derechos de los artistas a vivir de su trabajo. De todos los artistas, no solo los de las multinacionales y de los lobbies.
Se han perdido 15 años. Quizás sea el momento de dejarnos de pamplinas con la piratería y revertir la infausta reforma del copyright que machaca los derechos básicos a disfrutar sin enriquecerse y a no sorber idiotez pagadas con el dinero que no tenemos.
Porque esto no va solo de derechos de autor. Hemos necesitado un Trump para que esto quede universalmente claro. El copyright fanático significa control sobre el pensamiento y sobre los medios de producción de cultura, información y conocimiento.
No por nada el mismo informe 301 dice también otras burradas como que hay que vigilar a Tailandia por promover programas de código abierto. No por nada la primera presidenta del grupo de expertos sobre desinformación de la UE era también la director de los lobbies del copyright.
La lucha para un copyright distributivo y no monopolístico y extractivo es el mismo camino que el de una digitalización democrática y una democracia real a largo plazo. A corto, un camino que nos hace menos vulnerable a los aranceles.
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Fuentes consultadas:
[1] La distribución va por packs: si quieres una película, estás obligada a llevarte también los bodrios del mismo pack. Por esto en la tele (y en el tren) hay una peli buena y 10 malas).
[2] IP Watchlist 2009
https://web.archive.org/web/20160306213038/https://a2knetwork.org/sites/default/files/ip-watchlist09-es.pdf
IP Watchlist 2010
https://web.archive.org/web/20140817115145/https://a2knetwork.org/sites/default/files/IPWatchList-2010-ENG.pdf
IP Watchlist 2011
https://web.archive.org/web/20110428103027/https://www.consumersinternational.org/media/694498/ipwatchlist2011-engrvsd.pdf
[3] «Se considera que solamente el «autor», a saber, el creador, ya sea hombre o mujer, como individuo o como grupo de personas, de producciones científicas, literarias o artísticas(…), pueden ser los beneficiarios de la protección de los «intereses materiales» (Art. 15, párrafo 1 (c),). Bajo los regímenes de protección de los tratados internacionales existentes, las personas jurídicas también están incluidas entre los ostentadores de derechos de propiedad intelectual. Sin embargo, como se puede ver arriba, sus derechos, al ser de diferente naturaleza, no pueden protegerse al nivel de los derechos humanos».
Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU [GE.06-40060 (E) 020206)
[4] El español intenta defenderse diciendo que "algunos mecanismos de la ley americana no pueden transferirse directamente a la española" por lo que se debería buscar otro camino para defender la propiedad de los EEUU. El representante estadunidense le exige que encuentre el camino ya. Además, parece que la Motion Picture Association se ha quejado de no tener suficiente acceso al Gobierno de España y el representante español promete cambiar la situación lo antes posible. El representante de EEUU acaba el acta diciendo que "a pesar de que España divaga en tema filosóficos y no esenciales (sic: "filosóficos y no esencial" serían los derechos humanos a la cultura y el conocimiento), estamos convencidos de su determinación en progresar".
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