Opinión
Sánchez e Illa pasean por la playa

Por Anibal Malvar
Periodista
Este Pedro Sánchez tiene de vez en cuando ocurrencias que me arrebolan y dan ternura, y lo veo pequeño, peludo, suave y tan blando por fuera que se diría todo de algodón. Hoy me pasa.
Acabo de enterarme por la prensa de que nuestro bello presidente ha invitado a su refugio estival de La Mareta, en Lanzarote, ni más ni menos que a Salvador Illa. Esto de llevarse a un president de la Generalitat para disfrutar días de ocio y spleen no parece del todo buena idea, dada la historia reciente de Catalunya, pero allá cada cual con sus gustos, adrenalinas e inclinaciones.
El plan vacacional de Sánchez es de una candidez encantadora: a petarla bajo la luna de agosto con Salvador Illa de DJ. Lo daría todo porque me invitaran a esa fiesta.
Es el segundo año consecutivo que Illa pasa unos días vacacionales en la residencia veraniega del presidente. Resalta la prensa seria que han forjado una amistad fuerte al margen de afinidades y desafinamientos políticos.
Espontánea o no, la imagen en bañador de Sánchez e Illa arreglando España a los pies de un dry-martini piscinero es un prodigio de márquetin, una respuesta sutil y sexy a la estólida ocurrencia de Alberto Núñez Feijóo al bromear con que "las vacaciones están sobrevaloradas" ante un 34% de ciudadanos que no puede malviajar ni una semana al año por falta de dinero (datos del INE). El gallego del PP no se cansa de acertar.
No hay que ser muy nostradamus para adelantar que la prensa del movimiento va a movilizar mucha tinta española con este affaire vacacional de Pedro y Salva. Un okupa catalán en la residencia presidencial, España se rompe por Lanzarote, Los secesionistas se broncean con el sol de todos los españoles, ¡Illa, Illa, Illa, sal de la sombrilla! y ocurrencias ayuseras de parecido jaez.
Tampoco faltarán, en periódicos, panfletos, radios y teles, circunspectas reflexiones escritas y chascarrillos tertulianos sobre lo mal que lo tiene que estar pasando Begoña Gómez con Illa metido todo el día en casa, dejando los calcetines por cualquier parte y los botellines en el fregadero: para unos días que el juez Peinado deja tranquilo el derecho a la intimidad de esta pobre mujer, el marido invita a un amigote a pasar el verano. Es para matarlo, como dicen a menudo prestigiosos coroneles del Ejército español.
No sería de extrañar, tampoco, que la intelectualidad mediática de la una, grande y libre empezara a elucubrar sobre cómo eran los veranos cuando el compañero de surf de Sánchez no era Illa, sino un tal José Luis Ábalos, o un tal Koldo García, con sus amiguitas que practican el helicóptero y otros inconfesables.
Ya en el plano más rastrero, habrá tuiteros, tiktokers y alvises cacareando insinuaciones homófobas sobre las vacaciones privadas de los dos presidentes juntos, fantasías sobre saunas y prostíbulos gais con suegros y Begoños al fondo, y toda esa basura a la que nos tienen tan acostumbrados que ya ni nos escandaliza.
El objetivo es ensuciarlo todo, incluso la imagen daliniana de dos presidentes paseando por la orilla de la mar. Si Feijóo, en las mismas circunstancias, invitara a Carlos Mazón al chalecito ilegal que tiene su esposa en Moaña, estos mismos medios ensalzarían al estadista que renuncia a sus vacaciones en sacro empeño por el bienestar de España y los españoles.
A mí ya digo que me enternece el hecho de que Illa y Sánchez paseen juntos la huella por la orilla del Atlántico. Aunque sea para conspirar, si la conspiración entra dentro de la legalidad vigente. Que compitan a saltar ranas de piedra sobre las olas sin descalabrar a nadie. Pero que cuando vuelvan al tajo no se olviden (que se olvidan, como Feijóo) de ese 34% de españoles que no pudieron salir de vacaciones, muchos a pesar de tener trabajo. Que no todo en la vida es melanina e Íbex-35. Feliz descanso, presidentes.
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