Opinión
TelePedro

Periodista
-Actualizado a
No he podido evitar acordarme de Aló Presidente, aquel programa de televisión presentado por Hugo Chávez que nuestros medios de comunicación señalaban como epítome de la propaganda. Todo empezó en 1999 con el programa De frente con el Presidente. En su primera emisión, el jefe de Estado de Venezuela prometía atender personalmente las reclamaciones ciudadanas. Chávez no solo explicaba los pormenores del proceso constituyente o la nueva red de escuelas bolivarianas sino que además escuchaba y resolvía peticiones de los televidentes.
Si uno atendía a la prensa española, deducía de inmediato que la libertad de prensa corría peligro en Venezuela. Una mirada sobre el terreno, sin embargo, arrojaba un paisaje completamente inverso: la oposición pastoreaba la mayoría de los medios de comunicación y el Gobierno debía conformarse con difundir su mensaje a través de una exigua red de medios estatales. A menudo, las cabeceras privadas llamaban a la subversión del orden constitucional y alentaban la deposición violenta de Chávez. “Tenemos un arma mortífera: la prensa”, diría el vicealmirante Víctor Ramírez tras el golpe de Estado que durante dos días mantuvo en el poder al presidente de la patronal, Pedro Carmona.
Unos días antes del Carmonazo, el diario El Nacional había acusado a Chávez de “ser la cabeza de una red criminal” a raíz de una noticia falsa que circulaba aquellos días por internet. Desde el abismo del tiempo y la distancia, la extrema derecha española acusa ahora a Sánchez de liderar una “red criminal” y Peinado quiere juzgar a Begoña Gómez a partir de una querella fundadada sobre ocho recortes de prensa con un bulo. Vox llama a “derrocar a un dictador como Pedro Sánchez” y Ayuso sostiene que el proyecto del Gobierno no es legítimo. Mientras los próceres conservadores denuncian recortes en la libertad de expresión, Nacho Cano pide en El Hormiguero la intercesión de la Guardia Civil.
Las apariciones públicas de Pedro Sánchez suelen venir acompañadas de paralelismos ramplones con el legado de Hugo Chávez. El año pasado, el PP llamó a la apertura del curso político “el Aló Presidente de hoy”. Tras la última entrevista de Pepa Bueno con Sánchez, la Fundación FAES no solamente trajo a colación el programa de Chávez sino que además llamó a TVE “Servicio Plurinacional de Prensa y Propaganda”. No queda libelo derechista que no haya exprimido la gracieta. “Sánchez monta un Aló Presidente”, dice el blog de Eduardo Inda. “El Aló Presidente de Pedro Sánchez”, dice el canal de YouTube de Javier Negre.
El ABC, que también ha incurrido alguna vez en el mismo pecadillo, nos deleitaba el otro día con un reportaje contra TVE: “Lo llaman TelePedro”. El diario de Vocento lamenta el reciente “tono extremo” de la radiotelevisión pública y dibuja una sombra de sospecha sobre programas como Directo al grano o Malas lenguas. Según la pieza de Clara Molla, tertulianos cada vez más jóvenes y exaltados están acaparando la pantalla en detrimento de la reflexión sosegada y el debate de ideas. Cualquiera diría que las tertulias de Antena 3 o Telecinco tienen la profundidad y el saber estar de una cátedra de Epistemología.
La pieza del ABC viene acompañada de una ilustración. Creo reconocer la caricatura de comentaristas como Sarah Santaolalla o Laura Arroyo, que han sido blanco reciente del hostigamiento derechista y que han merecido un comunicado de apoyo del Consejo de Administración de RTVE. Más allá de las descalificaciones personales, la campaña tiene el objetivo de impugnar la línea editorial de la casa. Lo llaman TelePedro igual que Mariló Montero lo ha llamado TeleSánchez después de haber pasado por La Revuelta. Javier Ruiz despachaba la crítica explicando “la paradoja de la mordaza”: dicen en TVE que no se puede hablar en TVE.
¿Tiene la cadena pública una nueva línea editorial más roja e incendiaria como sugieren los conservadores? En 2021, TVE disolvió el programa Las cosas claras de Jesús Cintora bajo un aparente descontento con los datos de audiencia. El presentador y los colaboradores exponían otras razones. “¿Igual la culpa está en lo que contamos?”. Unos meses después, Sánchez ofrecía una entrevista de tintes oficiales con Antonio García Ferreras en el Palacio de la Moncloa. ¿Será que hubo órdenes de suprimir un programa como el de Cintora porque competía en la misma franja horaria con Al rojo vivo? ¿Será que los enjuagues de García Ferreras con Inda y Villarejo han seguido dando frutos?
En noviembre de 2024, el Congreso de los Diputados renovó el Consejo de Administración de RTVE y la presidencia de José Pablo López ha traído algunos cambios. Se reestructuraron los informativos. Cintora regresó con Malas lenguas. Por primera vez hay un acuerdo expreso para abandonar Eurovisión en el caso de que participe Israel. En la práctica, PP y Vox han perdido el derecho a veto sobre la gestión de la cadena pública y están dando zarpazos de alimaña herida. No lo hacen desde la marginalidad mediática sino desde el escaparate multitudinario que les brinda la inmensa mayoría de las corporaciones de información.
¿Era legítimo que Hugo Chávez dispusiera de recursos públicos para presentar su propio programa en Venezolana de Televisión? Desde luego, en España nadie nunca lamentó que Otto Pérez presentara en Guatemala un programa semejante también llamado De frente con el Presidente. La diferencia es que Chávez amenazaba las inversiones españolas en Venezuela mientras que Pérez tendía la alfombra roja ante grandes empresarios como Florentino Pérez. Los indicios ya confirmados de corrupción en el país centroamericano nunca fueron un gran obstáculo.
La pregunta, en consecuencia, debe ser otra. ¿Era legítimo que la oposición venezolana controlara la mayoría de las terminales mediáticas cuando representaba la minoría de la Asamblea Nacional? Podemos formularlo con otras palabras. ¿Es legítimo que la derecha española, desde su minoría parlamentaria, esté sobrerrepresentada en el espectro mediático? ¿Era razonable que el PP controlara las más altas instancias de la Justicia cuando ni siquiera tenía los votos necesarios para gobernar? ¿Es tranquilizador que el PP, Vox y SALF sean de calle las fuerzas preferidas entre los cuerpos policiales y militares?
Nos han enseñado que el voto es la esencia misma de la democracia y que la voluntad popular encuentra su más fiel reflejo en la composición de los parlamentos. Después uno entiende que la gobernanza está atada de pies y manos por instancias que actúan contra los designios de las mayorías. Ya que a Sánchez lo han llamado “el Lenin de Tetuán”, vendría bien traer aquí una idea que suele atribuirse al Lenin original: para enderezar un bastón torcido hay que tirar hacia el otro lado. En un mundo ideal, el panorama informativo sería plural y colorido. Pero ese mundo ideal no existe y los poderes regresistas no están dispuestos a dar el bastón a torcer.
Comentarios de nuestros socias/os
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros socias y socios, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.