Opinión
Sin unión, no os voto
Escritor. Autor de 'Quercus', 'Enjambre' y 'Valhondo'.
-Actualizado a
"Ahora no somos socialistas, ni anarquistas, ni comunistas, ni republicanos. Somos todos antifascistas."
Federica Montseny
No hay corrupción buena o mala. Ni desaparece con el "y tú más". Hay una constatación de que el poder corrompe. Aunque según John Steinbeck, con sus Uvas de la ira, "El poder no corrompe. El miedo corrompe. Tal vez el miedo a perder el poder". Cuanto más poder y más años se tiene, sin oxigenarlo, mayor corrupción. Porque, desgraciadamente, es inherente al ser humano, y para impedirlo hay que establecer normas y controles rigurosos y castigar, respetando la presunción de inocencia, a los culpables. Que, afortunadamente, son una minoría. Trabajo que no se ha hecho, poniendo el foco exclusivamente en el ámbito político y nunca en los corruptores. Que no están en las Cortes, pero sí donde se manda de verdad: el IBEX 35.
Cambian los gobiernos, pero las empresas que compran medios de comunicación, jueces, políticos, equipos de fútbol, voluntades y policías, siguen siendo las mismas. ¿Qué pinta el exjefe de la UCO trabajando para Acciona? Por eso, en la reciente historia de España, la corrupción está íntimamente ligada al bipartidismo. Analicen el final de los últimos gobernantes, largándose acosados por la corrupción y la mentira: Felipe González, Aznar, Rajoy. La excepción, y es bueno reseñarla, la de Zapatero. La de Pedro Sánchez... no lo sabemos. ¡Ojalá no!
Causa estupor escuchar hoy al desmemoriado Felipe González, largando desde un yate con un puro en la boca. Pero mucho más a Aznar, rodeado de corruptos en la boda de su hija en El Escorial, al estilo Felipe II, y con el Gobierno con más ministros presos o imputados de la historia. Faltaba Montoro. ¿Y te atreves a hablar de "cárcel"? Es nauseabundo. De M. Rajoy, sus sobres, su "Luis, sé fuerte" y su Policía patriótica/cloaquera, mejor ni hablamos. Esperpéntico. Tampoco de Feijóo y su narco, que accede al poder porque Casado se atrevió a denunciar la corrupción y fue fulminado de inmediato. Por lo que podemos aseverar que en el PP la corrupción es sistémica: Si denuncias... te echan. Esa sí que es la mafia ajustando cuentas. A Abascal… ni una palabra de publicidad.
Por eso los españoles no quieren que gobierne el PP con Vox. Causan pánico. Escalofríos. Pues dan por hecho que, más allá de su ideología ultramontana siempre en defensa de los ricos y en contra del avance de los derechos sociales, su Gobierno será la cueva de Alí Babá. Siempre lo han hecho, ahora, crecidos, mucho más. Es genético. Los sobresueldos en sobres, apuntados en una libretilla, vienen desde Fraga Iribarne, imagínate. Y cuando uno llega a secretario general del PP, lo primero que pregunta es: ¿Cuánto, además de mi sueldo de diputado y jefe de la oposición, me vais a pagar?
Solo con imaginar a Tellado de vicepresidente 1° y Abascal de 2°, Ortega Smith de ministro del Interior o Mazón de Obras Públicas, Catástrofes y Emergencias, se te pone el vello de punta.
Pero, aceptar el mal menor para que no lleguen esos individuos, es desalentador. Porque estamos cansados y el tiempo pasa muy rápido. ¡Y mira que hacemos un esfuerzo ímprobo de confianza los ciudadanos progresistas! Un esfuerzo porque en el PSOE son cicateros y les tiemblan las piernas cuando gobiernan. Contrariamente a sus bases, sus humildes alcaldes y concejales, que, mayoritariamente, piensan como nosotros y sufren similar decepción. Me explico:
El PSOE es republicano, pero apoya a la monarquía corrupta de Juan Carlos, salvando a Felipe, metiendo a Leonor hasta en la sopa, para que todo siga igual. Gobiernan un Estado aconfesional, pero paga a la Iglesia católica y no cambia ni una coma del concordato, permite las inmatriculaciones de bienes que no les pertenecen (un robo), perdona el IBI de inmuebles y colegios, mientras algunos obispos tapan o minimizan la abominable pederastia y su portavoz, muy cercano a Vox, pide elecciones anticipadas. El PSOE cree en la escuela pública y gratuita, pero apoya y subvenciona los conciertos con la privada/concertada, donde se segrega y adoctrina a los chavales. Igual que deriva recursos y pacientes a la sanidad privada o les regala la gestión de hospitales. "Cogestión" lo llaman. El PSOE dice que la vivienda es un derecho constitucional, pero a la hora de legislar, incluso en esta situación de emergencia habitacional que tiene a nuestros jóvenes hundidos en la desesperanza y la miseria, prevalece el dios mercado y la especulación. Reconoce al Estado Palestino, pero vende balas a Israel para matar niños. Se enfrenta a la OTAN y al disparate de subida del gasto militar del 5%, pero acaba firmando el acuerdo. Son muy feministas, pero tránsfobos también, y tienen amigos que "se sienten incómodos con algunos discursos feministas" ¿Quizás Ábalos y Koldo? Claman, con razón, contra los jueces prevaricadores, pero, cuando prevaricaban con otros, se tapaban los ojos. Están contra las puertas giratorias, aunque son sus exministr@s los primeros que ocupan los altos cargos de las empresas públicas ganando salarios tan obscenos que dejan a España sin luz. Igualito que nuestro querido Pepe Mujica. Se les llena la boca con la palabra "renovación", pero en sus comités federales las caras son siempre las mismas. Las de esos que llevan tooooodaaa la vida chupando del frasco: 20, 30, 40 años. Inamovibles, porque, fuera de la política, nunca han trabajado. ¡Muy buen ejemplo ciudadano!
Lo suyo es la contradicción permanente, un quiero y no puedo, un lo intento, pero no me dejan, una de cal y otra de arena –"¡Donde esté un chuletón al punto!"–, que nos enerva. Avanzar sí, pero despacito, sin incomodar demasiado al poder económico, a paso de tortuga. ¿Recordáis cuando en 2016 Pedro Sánchez firmó con Albert Rivera –¡Menudo pájaro!– un acuerdo para gobernar con él, mientras rechazaba a Pablo Iglesias porque iba a quitarle el sueño?
Pero, por no ser injustos y no dar crédito a los que afirman que "PSOE/PP la misma mierda es", expresión que rechazo categóricamente, alabar la buena gestión del Gobierno en materia económica, situando a España a la cabeza del crecimiento mundial hasta conseguir el pleno empleo (el pan, ahora queda repartirlo mejor); aplaudir el haberse ganado el reconocimiento internacional, también su inteligente y solidaria política migratoria de regularización; el avance en derechos sociales, pandemias varias, el aumento de ayuda al desarrollo cuando otros la cortan; su petición, en soledad, de sacar a Israel del acuerdo con Europa, o el enfrentamiento, también en absoluta soledad (el resto estaban distraídos bajándose los pantalones), con Trump en la OTAN. Atreverse contra Trump, que amenaza con sus represalias arancelarias, en la deriva fascistoide que vive el planeta, ya tiene para mí una valoración extraordinaria. Como diría Leonard Cohen: "A veces uno sabe de qué lado estar, simplemente viendo quienes están del otro lado."
No reconocerlo y no apoyar en esto, sería mezquino y contradictorio. Ni siquiera por cuestiones electoralistas. Pues es demasiado importante lo que está en juego, la propia democracia, para no equivocarnos de blanco en esta diana mundial del horror.
Digo paso de tortuga porque, los que tenemos cierta edad, nos exasperamos ante la lentitud de los cambios. De manera que nos iremos de este mundo –y no creemos en otro– sin los avances estructurales que tanto ansiamos: los "entramados" de la jerarquía económica, mediática, judicial/policial (¿Qué hace un policía abrazando a un nazi en Torre Pacheco?), heredada del franquismo, siguen igual; privilegios de clase, igual; monarquía igual, iglesia igual, explotación laboral igual, vivienda igual, pelotazos urbanísticos/inmobiliarios, grandes rentistas y exención de impuestos (1%) a sus sociedades de activos financieros, sin bajar los impuestos de las rentas del trabajo... igual. Por eso, en España y en el mundo: los ricos son más ricos y los pobres más pobres.
Ahora, la pregunta del millón: ¿Es serio y creíble el debate sobre la corrupción sin abordar la de un jefe de Estado como Juan Carlos de Borbón? ¡Silencio! ¡Pasa palabra!
¿Pero acaso existe otra opción? Por supuesto que sí, e intentaré explicarlo antes de que algunos me despellejen: una alternativa potente a la izquierda del PSOE. Necesaria, imprescindible, para que no gobierne la extrema derecha. ¡Ohhhhhh, lo siento, va a ser imposible, estamos todos regañados! Mejor venganzas y navajazos que buscar una salida. Mirar esos ridículos porcentajes de votos, un 3,8% unos (similar a Alvise), otros un 7, mientras Vox ya escala al 18%. Mirarse la pureza del ombligo, la superioridad moral, acumulando fracaso tras fracaso electoral. Conformándose unos con los 3 diputados que, con suerte, sacarán; 9 los otros, mientras Abascal, vestido de falangista, jura delante de un crucifijo y brazo en alto cumplir y hacer cumplir los Principios Fundamentales del Movimiento. ¿Acaso no fuisteis a clase cuando explicaron la ley D´Hondt, que manda nuestros votos directamente al basurero?
Sí, ya comprendo, que pensáis seguir el modelo de Portugal, donde la desunión de los partidos de izquierdas los ha llevado a la desaparición o a la irrelevancia absoluta, y no el modelo de Francia, que, agrupando a la izquierda, los condujo a ganar las elecciones.
Como preguntó Cicerón retóricamente en el Senado: "Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?” Es decir, ¿hasta cuándo vais a seguir abusando de nuestra paciencia? ¿No entendéis que el problema, global, es tan grave que trasciende a los partidos y a su lucha fratricida?
Yo tengo una opinión propia, bien formada, aunque me equivoque y de ahí mi respeto a argumentaciones contrarias, de lo que ocurrió con la creación, en largo y sibilino parto, de Sumar y la traición de Yolanda Díaz a sus excompañeras que la auparon al cargo y ella malintencionadamente vetó. Traición made in Errejón. Fue la puntilla a la Policía patriótica cuyo objetivo, mandado desde arriba, era cargarse a Podemos utilizando a estos peones del tablero, engordando su ego. Pocas veces he sentido una desafección política más grande que la que me provocó el comportamiento de Yolanda Díaz. Una enorme decepción, pues habíamos depositado toda la esperanza en ella. Y una torpeza, ya que, con aquella decisión, empezó a cavar su tumba política y la de Sumar. Muerte prematura.
Pero resulta que eso es el pasado y no se puede arreglar. Muy doloroso, aunque una nimiedad comparada con la amenaza que se nos viene políticamente encima. Vital. Una amenaza real, que debe condicionar todo. Hacer tabula rasa, tragarte la hiel y el orgullo, y partir, una vez más, de cero. Begin the beguine. Si no lo hacen, que no cuenten conmigo.
¡Estáis tardando en sentaros a una mesa –Podemos, IU, Comuns, Más Madrid, Compromís, Chunta, Adelante Andalucía, los Verdes, Animalistas, y otros como ERC, BNG, BILDU– a hablar/negociar! ¿Es complicado? ¡Muchísimo!, pero posible si se quiere de verdad. Hay que crear una nueva marca electoral (luego ya volvéis cada uno a vuestras esencias) que os aglutine, como han hecho en Francia con el Nuevo Frente Popular, comiéndose su chauvinismo. Que vengan y os lo expliquen. Hay que sentar las bases programáticas, como diría Anguita. Crear un programa de mínimos en los que todos estéis de acuerdo. ¿Tan difícil sería consensuar 100 puntos? Y tercero: someterse a primarias para encabezar las listas. Los votantes tienen la palabra para elegir a los mejores candidat@s. Deprisa, porque las elecciones en Andalucía están a la vuelta. Ahí tenéis el primer ensayo. No nos defraudéis. Por favor, no provoquéis mayor cabreo y apatía en la gente, de la que se aprovechará la extrema derecha para vencer.
Porque ante la ola reaccionaria, belicista, nazi contra los inmigrantes, que anega y destruye el planeta, que viene directamente a robarnos la democracia y el Estado de bienestar, no estaría mal una buena dosis de generosidad. Dejar de pensar en lo mío y pensar en el bien común. Unidos somos millones, por separado no somos nada. Por eso, lo diré con rotunda claridad: Sin unión, no os voto.
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