Opinión
Vox 'sorpassa' al PP
Por Anibal Malvar
Periodista
Según todas las encuestas, el Partido Popular se está estancando en intención de voto mientras que Vox sigue creciendo. Y hay que tomarlo como una gran noticia. Yo prefiero a la derecha nazi, racista, negacionista, machista, inhumana, codiciosa y parasitaria que a la otra. La otra derecha, la derechita cobarde que decía Santiago Abascal, es todo disimulo. Tiene las mismas ideas, la misma lógica, el mismo ardor guerrero aunque con menos gimnasio, idéntico lenguaje arrabalero e insultante, semejante afán por divulgar deshistoria e ignorancia, pero menos clase.
Dicen los todólogos, esta vez creo que con mucha razón, que este auge del fascismo sobre el conservadurismo tradicional tiene una explicación: el ciudadano prefiere al original que a la copia. O sea, nos vienen a explicar que estos nuevos partidos ultras que florecen por España y allende nuestras fronteras son el original. Por decirlo claro: Vox no es una escisión del PP, Vox es su célula madre. Y, como tantas madres, a cierta edad está deseosa de independizarse de sus hijos, que son unos gorrones.
Cuando los todólogos nos explican esto con más elegantes palabras, siempre esquivan la misma cuestión, como si les pagaran poco: ¿cómo es posible que Vox (lo nuevo) sea el original y el PP (lo antiguo) la copia? Aquí yo también me hago un lío.
Esto me recuerda al relato de Francis Scott Fitzgerald, el más perdido y brillante miembro de la generación perdida, en el que el personaje Benjamin Button rejuvenecía en lugar de envejecer. Es lo que le está pasando a nuestro fascismo.
Pocas personas con dos dedos de frente pudieron pensar en sus tiempos que un partido político fundado por el fascista don Manuel Fraga Iribarne iba a convertirse en un edén de nenúfares democráticos. Pero nos fuimos acostumbrando y en 1996 votamos mayoritariamente a su heredero, José María Aznar, que alcanzó el poder reivindicando la "derecha sin complejos" (lo entrecomillo porque fueron sus palabras). Nunca antes nadie había reparado en que nuestra guapa gente de derechas pudiera sufrir complejos. Aznar lo tenía claro. Tarde o temprano, el fascista español tenía que volver a reivindicarse fascista. Va en sus genes. Y ha llegado el momento. El fascismo sin complejos ya está aquí. Y está devorando al fascio-conservadurismo del disimulo que tantos éxitos ha proporcionado a la derecha española y europea.
Los liderazgos lo refrendan. Vox tiene a Santiago Abascal, un vividor sin oficio ni beneficio pero con pistola: o sea, un señorito de los de toda la vida. El PP ondea a Alberto Núñez Feijóo, un meme incansable que se iba a pescar rayas (leucorajas lentiginosas, según su nombre científico) en el barco del narcotraficante Marcial Dorado por los océanos, siendo entonces el número dos de la sanidad gallega. Si eres fascista, un par de leucorajas lentiginosas te las esnifas en una fiesta. Pero, a la hora de votar, prefieres al señorito de la pistola.
Quedan un par de años para las elecciones y no es descartable una mayoría de PP y Vox, pero no como la habíamos imaginado, sino con otra correlación de fuerzas. Ya os digo que a mí incluso me gustaría que Vox sorpassara por fin al PP, aunque sea solo por afán suicida. En todo caso, como ya está ocurriendo en autonomías y ayuntamientos, porte quien porte el cetro se va a legislar lo que Vox mande. En estos tiempos tóxicos, por lo menos que nos den puros los venenos.
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