Opinión
Apenas dos tardes para aprender economía
Por Manolo Saco
Esto de la política es un sinvivir. Siempre obsesionados con componer la figura para exponer sólo el lado bueno, y viene un cabrón de fotógrafo, agazapado, esperando el momento exacto en que te sacas un moco o te rascas la entrepierna para, click, hacerte la foto. Y de esta manera quedan irremisiblemente retratados para la posteridad como el sacamocos o el rascaentrepiernas. Que aprendan de Victoria Beckham, que lleva siempre la sonrisa desenfundada, una elegante pose con un pie cruzado sobre el otro, galianamente vestida... para no ser recordada por una postura inadecuada.
Los políticos, más descuidados, a menudo pasan a la historia por lo anecdótico y no por lo sustancial. Y de ello tenemos ejemplos mil: los hilillos de plastilina o el primo de Rajoy, las montañas y desiertos de Aznar, el manda huevos de Trillo, el por qué no te callas del Rey... son instantáneas que tardarán en olvidarse más que al propio personaje.
Hace tres años, a Jordi Sevilla, el entonces responsable económico del PSOE, le pillaron una confidencia al neófito en economía Rodríguez Zapatero, a micrófono descuidadamente abierto : “lo que tú necesitas saber para esto... son dos tardes”.
Y Rajoy no olvida. En su permanente vigilia de oraciones para que las cosas nos vayan mal, y así él pueda salvarnos con sus 50 gobiernos mejores, no pudo ocultar su alegría por el batacazo de los precios del último mes: “El presidente del Gobierno, que a la economía le ha dedicado poco más de dos tardes, ha olvidado que hay un problema de sueldos que sufren muchísimos españoles, que tienen dificultades para llegar a fin de mes, que los tipos de interés están como están, que las pensiones son las que son y que las hipotecas cada vez crecen más”.
Lo dice Rajoy, cuyos gobiernos racanearon las pensiones, congelaron los sueldos durante un año y los mantuvieron por debajo de la inflación los otros siete, que sabe que las hipotecas y los tipos de interés no dependen de las economías nacionales... Es su forma zafia de hacer oposición, disgustado por las pocas tardes que me estudia el niño Zapatero. Pero parece que a él le funciona.