El Partido Popular se queja de la persecución que sufre por parte de la Justicia. También El Palancas. Una cosa está clara: Están dispuestos a lo que sea, incluido poner en cuestión el sistema que les da de comer, con tal de sepultar la verdad. De momento, gracias al crónico aliado mediático, han convertido al Gobierno en una de las partes del proceso que se instruye por el choriceo permanente al que muchos ilustres y bien educados señores del centro someten a las arcas públicas desde distintos apartados de la Administración.

Al diario El Mundo, que descubrió que había una conspiración contra el PP porque en una cacería en Jaén coincidieron Garzón y Bermejo, se le olvidó, por casualidad, dar un pequeño detalle: el encuentro lo organizó el secretario general del PP del pueblo. Por tanto, de ser cierta la conspiración, el muñidor o autor intelectual del contubernio cinegético sería alguien que trabaja a las órdenes de Rajoy, por lo que la soflama que soltó el denostado líder, arropado por la plana mayor del partido (para mostrar que cuando se trata de echar tierra sobre el delito son una piña), se volvería contra él. Si la coincidencia montaraz del juez y el ministro acaban con la independencia de la Justicia y con el Estado de derecho y nos devuelve a aquellos tiempos de “extraordinaria placidez”, que es como define el cabeza de lista del PP en las europeas a la dictadura de Franco, habría que concluir que el responsable del fin de la democracia no sería otro que el propio partido que promovió el desafortunado encuentro, o sea, el PP.

Pero esto es sólo un cuento más para no aplicarse el único que aquí procede: si te pillan robando tienes que pagar. Las urnas no les dieron el poder y el olor a podrido empieza a atravesar las alfombras.