Opinión
Escaleta
Por Espido Freire
La hermosa Keira Knightley ha reconocido que apenas sabe leer. Con esa frase lapidaria han llegado también las explicaciones (la dislexia, su vergüenza y su sentimiento de inferioridad respecto a otros actores más ilustrados, su propósito de enmienda), pero lo cierto es que en una entrevista para Tatler refuerza una vez más su intención de no dejar a nadie indiferente.
Experta en declaraciones polémicas, con un descaro difícil de distinguir del valor, Keira encarna de manera magnífica los valores de su generación. Es más, cualquiera mínimamente susceptible pensaría que Keira cuenta con un globe emotional trotter, por así decirlo. Antes de que nadie lo sienta, ella lo luce. Ni tan extrema como Amy Winehouse, ni tan desquiciantemente perfecta como Natalie Portman, que tiene bonito hasta el nombre, Keira se ha reconocido irritable y poco recomendable como novia y ha negado incontables veces su anorexia. Se dedica desde niña a algo tan vistoso y tan mediático como es el cine, se afea a conciencia. Ha rechazado que le aumenten el pecho en sus fotografías (aunque ese loable propósito se producirá siempre “a partir de ahora”), y ha confesado, en estos días, que se siente tonta.
Por suerte, no debería preocuparse: la dislexia es perfectamente compatible con un alto cociente intelectual, y en la actualidad los tratamientos compensatorios han alcanzado cotas de éxito muy notables. Su analfabetismo no le privará, esperemos, de continuar interpretando personajes literarios, ni de aspirar a premios cuando la interpretación lo merezca.
No, es otra cosa lo que debería quizás preocuparnos respecto a ella: por qué una muchacha que lo posee todo, incluido un magnífico manejo de los medios y un sutilísimo sensor para las virtudes oportunas, hace propósito de enmienda con la lectura. ¿Será posible que en breve un puñado de estrellas relevantes manden el inequívoco mensaje de que leer completa su glamour? ¿Interesará por fin? Lágrimas de alegría me llenan los ojos.